20 millones de j¨®venes fuera del radar laboral
Entre los 'ni-ni' hay muchos j¨®venes que abandonaron tempranamente los estudios
En esta sociedad hiperconectada, en la que cada vez m¨¢s aspectos de nuestra vida pasan por alg¨²n soporte digital, carecer de habilidades inform¨¢ticas equivale a ser analfabeto funcional. A partir de cierta edad, no seguir el ritmo de las innovaciones implica resignarse a una cierta obsolescencia prematura. Aunque nunca es deseable quedar rezagado, las consecuencias en este caso son limitadas. Pero no seguir el ritmo de los cambios tecnol¨®gicos a los 25 a?os puede ser el pasaporte hacia la exclusi¨®n social. No, no son buenas noticias las que nos trae el ¨²ltimo informe de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos: casi la mitad de los j¨®venes espa?oles de entre 16 y 29 a?os carece de habilidades en el uso de ordenadores para tareas laborales. Ello nos coloca en el pen¨²ltimo lugar, por delante de Italia, en una estad¨ªstica en la que de nuevo Corea se sit¨²a en el puesto m¨¢s avanzado.
Estos j¨®venes tal vez sean usuarios avanzados en juegos y aplicaciones de m¨®vil, pero no saben hacer una gr¨¢fica ni afrontar una b¨²squeda de datos con ¨¦xito. Eso da cuenta de lo poco adaptados que est¨¢n los programas de estudios a las necesidades del sistema productivo. Y las pocas posibilidades que hay luego de compensar estas carencias. Para aprender a trabajar con el ordenador no hay nada mejor que tener que hacerlo. Pero, ?c¨®mo y d¨®nde van a aprender inform¨¢tica aplicada al mundo laboral unos j¨®venes que no tienen trabajo ni posibilidades de tenerlo?
Las estad¨ªsticas desnudas de contexto muestran los s¨ªntomas, pero las causas hay que buscarlas en ciertas condiciones estructurales que est¨¢n evolucionando a mejor, pero demasiado lentamente. Como esa bolsa de 35 millones de j¨®venes que en el conjunto de la OCDE ¡ªque engloba, no lo olvidemos, a los 34 pa¨ªses m¨¢s avanzados del mundo¡ª ni trabajan ni estudian. Los ni-ni. Algo hemos mejorado, porque en 2013 eran 39 millones, pero entre esos ni-ni hay 20 millones que han quedado fuera del radar del sistema educativo, social o laboral de su pa¨ªs. Y eso s¨ª que es grave, porque puede ser irreversible.
En una sociedad en la que el trabajo es el principal medio de inclusi¨®n social y en la que toda posibilidad de desarrollo personal ¡ªsalvo rentistas¡ª depende de la inserci¨®n laboral, no tener empleo puede suponer una especie de condena a muerte civil. Entre los ni-ni hay muchos j¨®venes que abandonaron tempranamente los estudios. Pero tambi¨¦n los hay que est¨¢n sobrecualificados y quitan t¨ªtulos del curr¨ªculo para poder presentarse a trabajos que requieren menos preparaci¨®n. De hecho, solo el 40% de los titulados universitarios que trabajan lo hacen en empleos acordes con sus estudios. El resto lo hace en trabajos que exigen menor cualificaci¨®n. En realidad, de lo que nos hablan estas estad¨ªsticas es de nuestra ceguera colectiva. Porque, como dice Alain Touraine, ?qu¨¦ esperanza en el futuro demuestra una sociedad que excluye por completo a una parte tan importante de quienes tienen que construir ese futuro?
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