Kim en llamas
Esta semana, la mujer ha anunciado que estaba de nuevo embarazada, para poco despu¨¦s casi morir durante una fiesta cuando acerc¨® su vestido a una vela y se prendi¨® fuego
Ser modelo es muy duro. Ah¨ª est¨¢s, tumbada en una playa del Caribe, enfundada en un bikini cuya cantidad de tela no da para envolver una canica, sin haber cenado la noche antes y sin saber a ciencia cierta en qu¨¦ momento te pedir¨¢ el fot¨®grafo que te toques el pelo. Con tanta incertidumbre no hay quien viva. Es peor que ser periodista aut¨®nomo, o alguien que tiene cita para pactar la investidura de Susana D¨ªaz. Ser futbolista debe ser terrible, tambi¨¦n. Rutina de entrenamiento, siesta y peluquer¨ªa, donde alguien con nociones de paisajismo te har¨¢ el flequillo. Nada, que los futbolistas salen por la noche, no porque les guste la bachata y aparcar en doble fila, sino porque, si se fueran a la cama, se despeinar¨ªan. Pero nada de esto es comparable con ser Kim Kardashian, una categor¨ªa laboral (y metaf¨ªsica) en s¨ª misma. Un trabajo que s¨®lo puede hacer una persona. Esta semana, la mujer ha anunciado que estaba de nuevo embarazada, para poco despu¨¦s casi morir durante una fiesta de estas en las que el mundo de la moda se da premios con guantes y besos a un cent¨ªmetro de la mejilla. Acerc¨® su vestido de l¨¢tex y plumas (si leen esto diez veces seguidas, Albert Rivera se hace independentista catal¨¢n) a una vela y se prendi¨® fuego. M¨¢s tarde, brome¨® en redes sociales con el incidente. Si esto le pasa a la modelo, en diez segundos tenemos brasas para hacer asado para uno. Si le sucede al futbolista, la gomina entra en convulsi¨®n y del mundo de la moda solo sobrevive John Galliano, que es el ¨²nico al que ya no invitan a fiestas.
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