Lo que se quiere decir y lo que al final se dice

Estar escarmentado es aprender de los errores propios o ajenos para evitar caer en ellos. Eso es lo que parece que est¨¢ ocurriendo con la negociaci¨®n del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, el mayor tratado comercial de la historia, aunque no busca precisamente rebajar tarifas aduaneras (que ya son muy bajas) sino un pacto para gestionar el comercio a ambos lados del Atl¨¢ntico. Es, dicen algunos, la segunda y definitiva etapa de la globalizaci¨®n.

Y ah¨ª viene lo del escarmiento: el problema no es la globalizaci¨®n, sino c¨®mo se regula y eso se aprendi¨® muy bien como consecuencia de la crisis econ¨®mico-financiera de 2008. Con la idea de favorecer la globalizaci¨®n, se eliminaron la mayor¨ªa de los controles para las entidades financieras y para la fabricaci¨®n de artilugios inversores y el resultado fue que el sector termin¨® perjudicando a cientos de millones de personas.

Ahora, dicen los cr¨ªticos, puede suceder lo mismo. Se quiere favorecer tanto los intereses de los grandes conglomerados comerciales europeos y norteamericanos, con la idea de que puedan ser competitivos cara a futuros monstruos comerciales, como China, que, por el camino, en Europa, se van a perder derechos laborales, medioambientales y democr¨¢ticos.

El TTIP, como se conoce el Tratado por sus siglas inglesas, es un caso curioso: por un lado, pasa casi desapercibido para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n europea y, por otro, provoca una formidable actividad de los mayores grupos de presi¨®n del mundo, a favor, y de la mayor¨ªa de los movimientos sociales, en contra.

La primera gran batalla se desarrollar¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en el Parlamento Europeo. El pleno deber¨¢ votar un documento de una treintena de p¨¢ginas, donde se recogen las l¨ªneas rojas que no se deben traspasar. Es importante, porque esa ¡°recomendaci¨®n¡± previa servir¨¢ de gu¨ªa a la Comisi¨®n Europea, que es la verdadera negociadora y que no puede arriesgar un veto final.

El texto del documento que se someter¨¢ al Pleno fue aprobado ya en la comisi¨®n parlamentaria correspondiente, con 28 votos a favor y 13 en contra y en medio de una fuerte pelea, porque el autor del informe, el socialdem¨®crata alem¨¢n Bernd Lange, introdujo en el ¨²ltimo minuto, con apoyo de los socialistas espa?oles, una enmienda muy bien acogida por los populares, pero rechazada por algunos de sus propios correligionarios: socialistas franceses y belgas.

El texto es ahora muy ambiguo en algo que antes era una clara l¨ªnea roja: la creaci¨®n de un nuevo Sistema de Arreglo de Disputas entre inversores y Estados, conocido como ISDS. El grupo parlamentario socialista hab¨ªa decidido oponerse en el Tratado a ese tipo de intermediarios internacionales, por considerar que disminuir¨ªan el derecho de los gobiernos a legislar en inter¨¦s p¨²blico, pero en el ¨²ltimo momento la redacci¨®n aceptada por Lange y la espa?ola Rodr¨ªguez Pi?ero no es, ni mucho menos, tan clara. El l¨ªo que se form¨® fue tal que el Grupo Socialista Europeo tuvo que publicar un comunicado asegurando que no ha cambiado de opini¨®n: ¡°El impero de la ley est¨¢ suficientemente garantizado en Estados Unidos y en la Uni¨®n Europea como para que se plantee la necesidad de nuevos mecanismos de arbitraje, en paralelo a los tribunales nacionales¡±. Importa saber c¨®mo se resolver¨¢ el problema el pr¨®ximo mi¨¦rcoles. Porque una cosa es lo que se quiere decir y otra, lo que se dice.