Seis razones para no imponer la vacunaci¨®n obligatoria de los hijos
Hay que vacunar a los ni?os, sobre eso no hay debate, pero el caso de Olot obliga a replantear c¨®mo conseguir aumentar la cobertura en Espa?a
Para los espa?oles, vacunar a sus hijos no es obligatorio, es una decisi¨®n exclusiva de padres y madres. El sistema de salud recomienda sin fisuras la necesidad de vacunar para proteger la vida de los espa?oles, pero la ley ¨²nicamente regula la posibilidad de forzar a una familia a vacunar en caso de grave riesgo concreto para la salud p¨²blica. Un comod¨ªn que se us¨®, por primera vez y de manera excepcional, por la Junta de Andaluc¨ªa en 2010 cuando un grupo de ni?os sin inmunizar por decisi¨®n de sus padres provoc¨® un brote con medio centenar de contagios en Granada.
A partir del caso del ni?o de Olot enfermo de difteria por culpa de los antivacunas, nadie en la comunidad cient¨ªfica o m¨¦dica se ha planteado la utilidad de las vacunas. Al contrario, su papel se ha reforzado al saberse que otros ocho ni?os de su entorno portan la bacteria pero se salvan de sus terribles consecuencias gracias a que sus padres s¨ª les inmunizaron. El debate que s¨ª se ha planteado es el de la necesidad de obligar por ley a vacunar a los menores, como ha sugerido el conseller de Salut de la Generalitat, Boi Ruiz. Sin embargo, una rotunda mayor¨ªa de especialistas no lo cree oportuno. Aqu¨ª se exponen algunas de las principales razones contra una decisi¨®n con profundas consecuencias, en un debate complejo que s¨®lo debe tener un objetivo: aumentar la cobertura de vacunaci¨®n en Espa?a, un logro de la ciencia que salva m¨¢s de dos millones de vidas cada a?o en todo el mundo.
1) Respuesta desproporcionada
"La pregunta es por qu¨¦ ha de ser obligatorio si las coberturas de vacunaci¨®n son altas, el rechazo es totalmente marginal y no est¨¢ produciendo problemas", responde Ildefonso Hern¨¢ndez, presidente de la Sociedad Espa?ola de Salud P¨²blica y Administraci¨®n Sanitaria (SESPAS), que considera que ser¨ªa una respuesta "completamente desproporcionada". En Espa?a, los porcentajes de inmunizaci¨®n de los menores se mantienen desde hace m¨¢s de una d¨¦cada por encima del 90% y, aunque hay una leve erosi¨®n en la cobertura en los ¨²ltimos tiempos, no hay datos que se?alen que el rechazo ideol¨®gico tenga un peso especial.
Nuestro problema es la pobreza, no el rechazo", zanja Hern¨¢ndez
Entre los miles de casos recogidos en los ¨²ltimos a?os por el?Centro Nacional de Epidemiolog¨ªa, s¨®lo se hace referencia a un brote de sarampi¨®n provocado por una familia antivacunas en 2013 en Baleares, con tres contagios, junto al provocado por 35 ni?os en Granada en 2010. En Alemania, el pa¨ªs donde mayor incidencia tienen los movimientos antivacunas, su peso ser¨ªa del 3% o el 5% dependiendo de la regi¨®n, seg¨²n los c¨¢lculos del Centro Europeo para la Prevenci¨®n y Control de Enfermedades (ECDC), que en ninguno de sus informes cita la existencia de este problema en Espa?a. "[En la UE] hay una percepci¨®n entre algunos profesionales de la salud p¨²blica de que el sentimiento antivacunas va en aumento, aunque esto no se muestra en las estad¨ªsticas sobre la cobertura de vacunaci¨®n en toda la UE", aseguran.
2) No es ese el problema
Al contrario de la percepci¨®n generalizada, los grupos mal vacunados o sin inmunizar en Espa?a no son fruto de una negativa consciente que haya que vencer imponiendo las vacunas por ley. En su gran mayor¨ªa, se trata de gente fuera de la cobertura por motivos sociales. "Nuestro problema es la pobreza, no el rechazo", zanja Hern¨¢ndez, que fue director general de Salud P¨²blica hasta 2011. Por ejemplo, los 80.000 menores de cinco a?os sin vacunar contra la polio son esencialmente poblaci¨®n marginal e inmigrantes, que suman ese 3%-4% anual que se queda sin recibir ninguna vacuna. Adem¨¢s, Hern¨¢ndez critica que se hable de cambiar un modelo que funciona mientras no se est¨¢ atajando el mayor problema, la pobreza, por culpa de los recortes el mayor problema.
El sistema brit¨¢nico venci¨® la mayor crisis de confianza en las vacunas sin recurrir a la imposici¨®n, que "hubiera puesto las cosas peor"
La situaci¨®n espa?ola no se parece en nada a la de EE UU, donde se produjo un brote de sarampi¨®n con docenas de infectados por culpa de las exenciones obtenidas por familias antivacunas en un pa¨ªs en el que se obliga a presentar la cartilla de vacunaci¨®n para acceder a la educaci¨®n. All¨ª, como consecuencia de estos episodios, se est¨¢n replanteando limitar los motivos religiosos y filos¨®ficos por los que una familia puede reclamar que no le obliguen a vacunar a sus ni?os.
En Espa?a, por el contrario, el peor brote reciente de sarampi¨®n se produjo en 2011 una barriada marginal de Sevilla que provoc¨® una muerte y 1.700 contagios, sin nada que ver con aficionados a las medicinas alternativas. De los siete ¨²ltimos grandes brotes, solo el de Granada?¡ªen un barrio con una concentraci¨®n excepcional de creyentes en la medicina natural¡ª tuvo origen ideol¨®gico. "Las comunidades de etnia gitana no vacunadas han jugado un papel determinante en la generaci¨®n de los brotes y en la difusi¨®n del sarampi¨®n entre comunidades, mientras que el papel de los grupos contrarios a la vacunaci¨®n ha sido limitado en la transmisi¨®n del sarampi¨®n en nuestro territorio", asegura el Centro Nacional de Epidemiolog¨ªa.
3) Choca con el modelo de solidaridad
"Al contrario de lo que se est¨¢ diciendo, vacunar no es como poner un cintur¨®n de seguridad: estamos inoculando un producto. Es por su bien personal y por el bien colectivo, pero nuestro modelo defiende que las intervenciones m¨¦dicas requieran de un consentimiento informado", afirma Am¨®s Garc¨ªa Rojas, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Vacunolog¨ªa. Coincide con ¨¦l Ildefonso Hern¨¢ndez: "Los valores en los que se basan las intervenciones en salud p¨²blica funcionan por una sensaci¨®n de solidaridad", asegura, reivindicando la capacidad de la sanidad p¨²blica.
La solidaridad es un pilar del sistema espa?ol de salud, en el que ni se castiga ni se compensa, como s¨ª hacen otros pa¨ªses. Hern¨¢ndez pone como ejemplo uno de sus resultados m¨¢s reconocidos, el Sistema Nacional de Trasplantes, que ha logrado convertirse en un referente mundial por sus ¨¦xitos. Se trata igualmente de un terreno delicado que ata?e a cuestiones muy personales y sin embargo se ha conseguido sin palos ni zanahorias, sino con el trabajo de concienciaci¨®n, haciendo a los todos espa?oles part¨ªcipes de sus logros. Precisamente, en Espa?a se alcanzaron los altos niveles de cobertura de vacunaci¨®n despu¨¦s de que se suprimiera la obligatoriedad en 1986.
4) Puede ser contraproducente
Como recuerda la doctora Silvia Mart¨ªnez-Diz, que ha investigado al ¨²nico grupo antivacunas que ha generado problemas en Espa?a, el mandato del juez para obligar a vacunar acanton¨® a las familias que se negaban. Hubo siete que se negaron y que siguen sin hacerlo, ahora convertidas en l¨ªderes espirituales de la comunidad granadina del Albaic¨ªn. "Ahora se han empoderado. Obligarles no ser¨ªa beneficioso", asegura.
"Ligar una medida tan buena como la vacunaci¨®n a medidas coercitivas provocar¨ªa un grave da?o", se?ala Hern¨¢ndez, se?alando que se podr¨ªa romper el v¨ªnculo entre paciente y m¨¦dico si este ¨²ltimo se convirtiera tambi¨¦n en un agente que persigue un incumplimiento asociado a posibles castigos. "Adem¨¢s, ?c¨®mo penalizar¨ªamos? Los castigos siguen causando da?o a la v¨ªctima, el ni?o sin vacunar. Se le est¨¢ provocando un segundo problema", dice este catedr¨¢tico de Medicina Preventiva en referencia a modelos que castigan con multas o sin ayudas, como el australiano, que cada vez que se vacuna a un menor entrega 200 d¨®lares.
Francia y Letonia, dos de los pa¨ªses en los que se obliga, sufrieron la mitad de los casos de difteria de toda Europa
Un art¨ªculo en The Lancet destacaba que "todas las formas de coacci¨®n, ya sea vinculadas a la entrada en la escuela o a las prestaciones sociales, golpear¨ªan m¨¢s duramente a los pobres en t¨¦rminos de bienestar general de estos miembros de la comunidad", mientras las familias con recursos podr¨ªan comprar su derecho a no vacunar, generando mayores desigualdades. Cuando se instauraron estas medidas en Australia, en 1997, la cobertura de vacunaci¨®n era ¨²nicamente del 75%, m¨¢s de 15 puntos menos que la Espa?a actual, un escenario completamente distinto.
Adem¨¢s, los pa¨ªses que obligan a vacunar se tienen que hacer responsables de la respuesta que las vacunas provoquen en el organismo de los vacunados. Todos estos pa¨ªses tienen generosos sistemas de compensaci¨®n econ¨®mica para los efectos secundarios que, aunque se dan muy excepcionalmente, los colectivos antivacunas celebran como victorias en sus p¨¢ginas web de difusi¨®n de medias verdades. "Estar¨ªamos creando m¨¢rtires", advierte Garc¨ªa Rojas, "y estar¨ªan provocando pol¨¦micas por cualquier peque?a fiebre que sufrieran los ni?os, reabriendo el debate una y otra vez". Y a?ade: "Las vacunas son muy seguras, es m¨¢s sencillo convencer".
Seg¨²n los estudios que han analizado el rechazo a las vacunas, uno de los motivos que m¨¢s destacan los reacios es la desconfianza hacia el Gobierno y las instituciones m¨¦dicas, junto a la falsa creencia de que son malas. En ese contexto, incluir hoy la obligatoriedad "pondr¨ªa las cosas peor", seg¨²n se?alaba el director de Inmunizaci¨®n del Ministerio de Sanidad del Reino Unido, David Salisbury, en un art¨ªculo en la revista British Medical Journal, ya que a su entender reforzar¨ªa la sensaci¨®n de desconfianza hacia las autoridades sanitarias.
5) Hacer las cosas bien funciona
Salisbury escrib¨ªa este art¨ªculo desde la experiencia de su pa¨ªs, que se ha convertido en un ejemplar campo de batalla contra los antivacunas y sus bulos. Reino Unido?¡ªen buena medida por la irresponsabilidad de los medios¡ª fue el pa¨ªs al que con m¨¢s fuerza golpe¨® el estudio falseado en 1998 por Andrew Wakefield en el que ment¨ªa diciendo que las vacunas causan autismo. Justo a partir de ese a?o, el porcentaje de ni?os vacunados se derrumb¨® dram¨¢ticamente hasta el 80%, m¨¢s de 10 puntos en cinco a?os. A pesar de la gravedad de la situaci¨®n, no se opt¨® por la obligatoriedad sino por implantar medidas para recuperar con razones la confianza de la poblaci¨®n.
Los pa¨ªses n¨®rdicos han eliminado el sarampi¨®n, las paperas y la rub¨¦ola sin recurrir a la obligatoriedad
En 2003, en plena tormenta, los m¨¦dicos brit¨¢nicos debatieron y rechazaron la imposici¨®n legal de las vacunas: "Creemos que es mucho m¨¢s preferible que los m¨¦dicos informen y eduquen a los padres sobre los abrumadores beneficios de la vacunaci¨®n, no s¨®lo para sus hijos, sino para la sociedad en general. La relaci¨®n m¨¦dico-paciente se basa en la confianza, la libertad de elecci¨®n y la transparencia y creemos que la introducci¨®n de la vacunaci¨®n obligatoria puede perjudicarla".
La sanidad brit¨¢nica apost¨® por ese contrato social basado en la confianza y la informaci¨®n. El resultado: los niveles de vacunaci¨®n en Inglaterra con la triple v¨ªrica acaban de alcanzar un r¨¦cord y son hoy los m¨¢s altos desde 1988, seg¨²n el ¨²ltimo informe presentado el a?o pasado, incluso mejores que antes de la llegada de la crisis provocada por el falso estudio de Wakefield. Tambi¨¦n se puede poner como ejemplo el caso de los pa¨ªses n¨®rdicos, que han eliminado el sarampi¨®n, las paperas y la rub¨¦ola sin recurrir a la obligatoriedad. "Hay mucho margen de mejora en otros ¨¢mbitos. Aprovechemos lo sucedido para reflexionar sobre la necesidad de desarrollar actitudes pedag¨®gicas por parte de los profesionales sanitarios", reclama Garc¨ªa Rojas.
6) No es infalible
La literatura cient¨ªfica disponible muestra que hay numerosos aspectos en los que se puede actuar para mejorar los niveles de inmunizaci¨®n de los menores. Los factores que han demostrado ser m¨¢s eficientes han sido la educaci¨®n de la poblaci¨®n, reducir los costes asociados, mejorar el acceso (disponibilidad de los vacunadores y flexibilidad de horarios) y las herramientas inform¨¢ticas que sirvan para recordar a los implicados que toca cumplir con el calendario de vacunaci¨®n. En un segundo escal¨®n, la exigencia de estar inmunizado para entrar al colegio y las visitas individualizadas. Varios estudios se?alan el amplio margen para mejorar la percepci¨®n ciudadana, que se ha relajado debido a que ya no se ven estas enfermedades: reforzando los argumentos de los trabajadores sanitarios ante las dudas y con el trabajo de los medios recordando los beneficios innegables de la vacunaci¨®n.
Estar¨ªamos creando m¨¢rtires", advierte Garc¨ªa Rojas
En la Uni¨®n Europea, la mayor¨ªa de los pa¨ªses no obligan a vacunar a los ni?os y los niveles de inmunizaci¨®n son similares a aquellos que s¨ª lo imponen, esencialmente los pa¨ªses de Europa del Este (Bulgaria, Rep¨²blica Checa, Eslovenia, Eslovaquia, Hungr¨ªa, Polonia y Ruman¨ªa), junto a Grecia e Italia. Francia y Letonia, dos de los pa¨ªses en los que tambi¨¦n se obliga a todos a vacunarse de la difteria, sufrieron la mitad de los casos de esta enfermedad registrados para toda Europa por el ECDC; Ruman¨ªa representa la mitad de los casos de sarampi¨®n de toda Europa; la Rep¨²blica Checa est¨¢ entre los pa¨ªses m¨¢s afectados por las paperas; e Italia tiene la incidencia m¨¢s alta de t¨¦tanos.
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