Una decisi¨®n real
Golpe de regeneraci¨®n y autoridad del Rey al quitar el ducado a su hermana
Una Monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo¡±. Con esas palabras quer¨ªa el rey Felipe?VI mostrar sus convicciones cuando fue proclamado Rey de Espa?a. En ese mismo discurso, el Monarca declaraba con firmeza que ¡°la Corona debe buscar la cercan¨ªa de los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la instituci¨®n, preservar su prestigio y observar una conducta ¨ªntegra, honesta y transparente¡±. Casi un a?o despu¨¦s de su proclamaci¨®n, el Rey ha dado un golpe de autoridad y ha avanzado un paso m¨¢s en el camino de la regeneraci¨®n institucional al revocar el uso del ducado de Palma a su hermana la infanta Cristina.
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Tanto el rey Juan Carlos como su hijo llevaban a?os pidiendo a do?a Cristina que renunciara a sus derechos din¨¢sticos (era la s¨¦ptima en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono de Espa?a y ahora es la sexta) para evitar un mayor deterioro del prestigio de la Monarqu¨ªa en Espa?a, tras el estallido del caso N¨®os. En la Navidad de 2011, la Casa del Rey decidi¨® apartar a I?aki Urdangarin de toda actividad oficial por su ¡°comportamiento no ejemplar¡± y el propio rey Juan Carlos lleg¨® a decir en su mensaje de Nochebuena que ¡°la justicia es igual para todos¡±, y que ¡°cualquier actuaci¨®n censurable deber¨¢ ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley¡±.
Desde entonces, la situaci¨®n ha ido a peor, mes a mes, lleg¨¢ndose a la imputaci¨®n y posterior procesamiento, no solo de Urdangarin sino de la propia infanta Cristina por delito fiscal. Durante ese tiempo, desde La Zarzuela se ha procurado por todos los medios poner un cortafuegos para que el procedimiento contra el matrimonio Urdangarin-Borb¨®n no hiciera m¨¢s da?o a la instituci¨®n, mientras se intentaba una y otra vez que la Infanta asumiera su responsabilidad y renunciara a unos derechos que seguir¨ªan teniendo sus cuatro hijos.
En los d¨ªas posteriores a la abdicaci¨®n de don Juan Carlos y la proclamaci¨®n de don Felipe se albergaron algunas esperanzas de que la Infanta tomara la decisi¨®n solicitada. Sin embargo, el matrimonio se enroc¨® en su negativa, mal asesorado por su entorno en Barcelona.
A la vista de la situaci¨®n, sobre todo tras el procesamiento definitivo de la Infanta hace seis meses, el rey Felipe y su equipo llevaban semanas estudiando las diversas alternativas a tomar antes de que do?a Cristina se siente en el banquillo de los acusados. Y finalmente, el Rey decidi¨® actuar con contundencia y revocar el uso del t¨ªtulo de Duquesa de Palma que le hab¨ªa concedido su padre en 1997 cuando se cas¨® con I?aki Urdangarin.
Una vez comunicada la resoluci¨®n, la infanta Cristina ha querido hacer creer a los espa?oles que la decisi¨®n la hab¨ªa tomado ella mediante una carta escrita el 1 de junio, pero que no envi¨® a su hermano hasta ayer por la noche y por correo electr¨®nico. Algo dif¨ªcil de creer cuando do?a Cristina ha dado muestras de absoluta falta de sensibilidad ante los problemas generados por ella y su marido. Lo que deber¨ªa hacer, aunque ya sea tarde, es renunciar a sus derechos din¨¢sticos.
La decisi¨®n del Rey es un paso m¨¢s en esa l¨ªnea de regeneraci¨®n emprendida por Felipe?VI como ¨²nica f¨®rmula para acabar con la crisis institucional que sufre desde hace a?os. Las ¨²ltimas encuestas muestran una buena nota para la reputaci¨®n del rey Felipe y una ligera recuperaci¨®n de la valoraci¨®n de la Monarqu¨ªa. Para que se consolide esa tendencia, la Corona tiene que continuar desarrollando los objetivos enunciados en su c¨®digo de conducta y mostrar a los espa?oles la utilidad de una Monarqu¨ªa moderna, cercana, ¨ªntegra y transparente.
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