Desnudo
El ciudadano an¨®nimo no es consciente de que para las redes sociales no deja de ser un insecto a merced de la telara?a
Las elecciones nunca las gana la oposici¨®n, siempre las pierde el Gobierno, derrotado por los corruptos o los incompetentes que albergue en su seno, un principio que deber¨ªa tener presente la izquierda reci¨¦n llegada al poder. Dicho esto, una advertencia. Los pol¨ªticos no han incorporado todav¨ªa a su ADN la conciencia de estar viviendo siempre bajo los focos de la pista de un circo medi¨¢tico. Tampoco el ciudadano an¨®nimo y tributable es consciente de que para las redes sociales no deja de ser un insecto a merced de la telara?a. No obstante, existen indicios de que algunos empiezan a darse cuenta de este peligro. A eso obedece el que se haya convertido en una costumbre instintiva taparse la boca con la mano cuando se est¨¢ en una tribuna p¨²blica, en los esca?os del Parlamento o el banquillo del estadio en el momento de hablar con el vecino. Solo el movimiento de los labios ya es un lenguaje universal que podr¨ªa delatarte. La ara?a siempre est¨¢ preparada para comerse al mosquito, bien porque este se ha ido de la lengua ante un micr¨®fono que cre¨ªa cerrado, bien por ignorar que un tuit se env¨ªa universo entero y no se destruye jam¨¢s. La culpa de un tuit no tiene redenci¨®n posible. Si cometes un asesinato, te confiesas, te arrepientes, el cura te absuelve y ya est¨¢s perdonado. O si caes en manos de la justicia los a?os de c¨¢rcel al final tambi¨¦n te redimen. Pero el tuit idiota, malvado, procaz, rid¨ªculo que en un momento de rabia, soledad, odio, frivolidad u otra excrecencia del alma hayas mandado a la red te perseguir¨¢ incluso m¨¢s all¨¢ de la tumba, porque el tuit no tiene pasado, siempre es un hecho presente, vertical, inmanente, sin contexto, que en el fondo constituye el detritus que el alma va dejando atr¨¢s formando un camino de miguitas hacia ese punto del pasado en que apareces en pelota picada.
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