?Saliendo de la selva?
Los continuos avistamientos de ind¨ªgenas en aislamiento voluntario, que han implicado algunos incidentes tr¨¢gicos, lanzan la pregunta de c¨®mo enfrentarse a este proceso
Todo ocurri¨® la ma?ana del ¨²ltimo Primero de Mayo, cuando en la comunidad de Nuevo Ed¨¦n, ubicada en la selva sur-oriental del Per¨², los ind¨ªgenas de la etnia machiguenga se ocupaban en una faena comunal que pretend¨ªa prolongar un trazo carretero. En esta selva amaz¨®nica tupida, las v¨ªas terrestres son escasas, solo llegan hasta ciertos puntos, debido a que son los r¨ªos ¡ªen este caso el que tiene el providencial nombre de Madre de Dios¡ª los principales medios de transporte.
Henry Rosas, el joven jefe de la vecina comunidad de Shipetiari, a donde deb¨ªa llegar el nuevo trazo, de pronto recibi¨® una llamada por radio.
¡ªHan llegado los Mashcos al pueblo ¡ªcuenta que le dijeron.
Inmediatamente, se encamin¨® junto con seis compa?eros al lugar de los hechos. El t¨¦rmino Mashco en esos lares genera cierta alarma, pues se trata de un grupo de ind¨ªgenas que, hace d¨¦cadas, est¨¢n en lo que t¨¦cnicamente se llama aislamiento voluntario, y que m¨¢s de una vez han protagonizado alg¨²n encuentro de mortales consecuencias. Desgraciadamente, esta era una ocasi¨®n m¨¢s. Dos ni?os de apenas 10 y 12 a?os le confirmaron la desoladora noticia.
¡ªLo han picado al Leo ¡ªle informaron.
Leonardo P¨¦rez, un joven machiguenga, hab¨ªa sido victimado por una flecha que le impact¨® en el lado izquierdo del torso, cerca al coraz¨®n. Henry lo encontr¨® ya muerto, tendido en el suelo, y not¨® que ¨¦l mismo se sac¨® el proyectil, aunque in¨²tilmente. Sin perder tiempo, mand¨® a un grupo de comuneros a peinar en la zona, por seguridad. Los Mashcos, sin embargo, ya hab¨ªan huido. Antes de partir, se llevaron las ollas de un colegio y tambi¨¦n dejaron este rastro de dolor.
Esos pueblos retirados
Esta historia, vista por encima, podr¨ªa alimentar algunos delirios asociados con la idea de lo salvaje. Pero lo que ocurre en este sector de la selva peruana es mucho m¨¢s que la sustancia para alguna pel¨ªcula de aventuras. Se trata de un hecho real, que hay que poner en una l¨ªnea de tiempo que viene aproximadamente desde 2011, cuando la etnia denominada mashco piro, comenz¨® a hacerse m¨¢s visible para los habitantes de Shipetiari y otros lugares aleda?os.
Desde esa fecha, este grupo, que vive en condici¨®n n¨®mada, opt¨® por asomarse a las comunidades asentadas con m¨¢s frecuencia. No se trata, es menester aclararlo, de un n¨²cleo de personas que nunca ha tenido contacto alguno con la civilizaci¨®n, idea por dem¨¢s trivial que circula a¨²n en algunas mentes o ambientes. Es un pueblo al que, como se?ala la antrop¨®loga peruana Beatriz Huertas, especialista en el tema, ha elegido voluntariamente el aislamiento.
De all¨ª que el t¨¦rmino adecuado para referirse a ellos ¡ªdice ella en el libro Los pueblos ind¨ªgenas en aislamiento/Su lucha por la sobrevivencia y la libertad, IGWIA. 2002¡ª es ¡°ind¨ªgenas aislados¡± o ¡°en aislamiento¡±. El t¨¦rmino no contactados, de uso bastante com¨²n en medios o en algunos debates p¨²blicos, no es el m¨¢s preciso. Por la simple raz¨®n de que no son etnias que nunca tuvieron contacto alguno con otros pueblos. Son grupos ind¨ªgenas que debido a diversos hechos traum¨¢ticos ¡ªlos caucheros, los madereros, entre otros¡ª decidieron aislarse.
Esa es la situaci¨®n en la que se encuentran los mashco piro, a quienes Henry incluso llama hermanos, en la conciencia de que, a pesar de la violencia desatada, no se trata de gente completamente extra?a, sino de una etnia vecina, que por motivos diversos eligi¨® sumergirse en el bosque y no salir. O casi no salir. La propia etnia machiguenga incluye comunidades que est¨¢n en un aislamiento relativo, que salen espor¨¢dicamente a tomar contacto con otros pueblos.
Los mashco piro, en cambio, son el grupo m¨¢s numeroso de los aproximadamente 5.000 ind¨ªgenas aislados que (se estima) hay en el Per¨², seg¨²n el Ministerio de Cultura. Es imposible saber cu¨¢ntos son exactamente, pues andan movi¨¦ndose por las selvas, pero Huertas y otros estudiosos han establecido que tienen v¨ªnculos con la etnia yine, a la que tambi¨¦n se le llamaba piro. Pertenecer¨ªan a la familia ling¨¹¨ªstica arawak, una de las 14 existentes en el pa¨ªs.
Viven desplaz¨¢ndose en tres de las cinco Reservas Territoriales ubicadas en la zona amaz¨®nica peruana (que abarcan 2,9 millones de hect¨¢reas). Concretamente, en las denominadas Madre de Dios, Murunahua y precisamente Mashco Piro. Son cazadores y recolectores, aunque se presumen que ya tienen una agricultura incipiente. No se cuenta con la certeza de que sepan pescar, aunque quiz¨¢s lo hagan con flechas. Y tambi¨¦n saben c¨®mo incursionar en aldeas.
Presencias y ausencias
Hasta antes del 2011, los mashco piro sal¨ªan de cuando a en vez a la vera de los r¨ªos, especialmente en la ¨¦poca seca (en la Amazon¨ªa peruana, entre mayo y septiembre). Algo ha pasado, no obstante, desde ese a?o con los que est¨¢n cerca de Shipetiari, lo que ha provocado la alerta de Henry y de Margot ?lvarez, Secretaria de Asuntos ind¨ªgenas y de la Mujer del Frente de Defensa del Manu, una machiguenga que ha tenido varios intercambios con ellos.
Les ha tomado fotos incluso y, como Henry, est¨¢ solicitando al Estado Peruano ¡ªm¨¢s precisamente al Viceministerio de Interculturalidad, adscrito al Ministerio de Cultura¡ª que se movilice para enfrentar los hechos. Margot tiene memorizadas las fechas de varios encuentros y se?ala c¨®mo en sus continuas incursiones se han llevado ollas, comida, machetes. Se han convertido, m¨¢s all¨¢ de las previsiones, en una presencia constante en su comunidad.
Shipetiari, adem¨¢s, tiene la peculiaridad de estar en la margen izquierda del torrentoso r¨ªo Madre de Dios, es decir en la parte cercana a por donde andan los mashco piro y en la zona de amortiguamiento del famoso Parque Nacional del Manu, considerado como uno de los que alberga m¨¢s biodiversidad en todo el planeta. Se trata de un ecosistema amaz¨®nico dispendioso, poblado de vast¨ªsimas especies de animales y plantas, que son una delicia para los sentidos.
Sabedores de eso, los machiguenga montaron un albergue tur¨ªstico, aunque una de las consecuencias terribles ha sido su cierre, a consecuencia de las continuas incursiones de los mashco. ¡°Los turistas tienen miedo¡±, dice Margot, mientras explica la gran preocupaci¨®n que genera esa presencia en su entorno, donde el Ministerio de Cultura tiene unos agentes para monitorear esa presencia, pero que no est¨¢n de forma permanente, como ella quisiera.
En Lima, Lorena Prieto, directora de la oficina de Pueblos Ind¨ªgenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI), que es parte del ministerio, es plenamente consciente del problema y est¨¢ tratando de encarar este proceso, que considera inusual. Hace poco, antes de la ¨²ltima tragedia, propici¨® la visita de unos especialistas brasile?os para examinar in situ el problema. Tal revuelo han causado estas incursiones que hasta se est¨¢n revisando los protocolos.
Sumo cuidado
Como explica Prieto, la compleja situaci¨®n ha hecho que se examinen las categor¨ªas aislamiento y contacto Inicial (cuando un pueblo estar¨ªa pasando a iniciar un contacto m¨¢s regular con comunidades instaladas), para ampliarlas a otras que podr¨ªan ser contacto reciente o aislamiento con contacto espor¨¢dico. Hay, por la ahora continua aparici¨®n de los mashco, una zona de niebla, de dif¨ªcil definici¨®n, y que configura un panorama muy delicado.
?Qu¨¦ estar¨ªa pasando con ellos? Prieto es muy cuidadosa al hablar sobre el asunto y una de las cosas que enfatiza es que, de estarse iniciando un v¨ªnculo m¨¢s constante, tiene que haber extremo cuidado porque ¡°se puede poner en riesgo la vida de la gente¡±. Las historias de contactos forzados, que terminaron siendo desastrosos, han sido abundantes en la selva peruana, muchos m¨¢s que las incursiones de los mashco piro, y han terminado en literales tragedias ¨¦tnicas.
La m¨¢s visible y furiosa ocurri¨® entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, a consecuencia de la fiebre del caucho. Se hizo penosamente famoso en esa ¨¦poca el cauchero Carlos Ferm¨ªn Fitzcarrald (encarnado por Klaus Kinski en Fitzcarraldo, un film de Werner Herzog), quien fue un gran promotor de las correr¨ªas, perverso procedimiento por el cual se invad¨ªa una aldea nativa para tomar presos a sus habitantes y luego esclavizarlos en la extracci¨®n del caucho.
Seg¨²n Huertas, m¨¢s recientemente hubo trances similares. Como el ocurrido en los ochenta del siglo XX con la etnia nahua, con la cual madereros y misioneros habr¨ªan forzado un contacto que termin¨® devastando con enfermedades a una vasta cantidad de personas de este pueblo. El riesgo es alt¨ªsimo, como apunta tambi¨¦n Prieto, debido a que se desestructuran las sociedades y especialmente porque los ind¨ªgenas aislados viven pr¨¢cticamente en una c¨¢psula biol¨®gica.
Douglas Rodrigues, m¨¦dico que vino con la misi¨®n brasile?a tra¨ªda por el gobierno peruano para explorar la situaci¨®n de los mashco piro, reporta varios casos, ocurridos en Brasil (tambi¨¦n se han dado en el Per¨²), de enfermedades virales, respiratorias por ejemplo, que pueden diezmar f¨¢cilmente a una poblaci¨®n. ¡°No las soportan¡±, comenta. Carlos Meirelles, otro especialista brasile?o alerta sobre otro problema a veces ignorado del contacto: el impacto psicol¨®gico.
De acuerdo a ¨¦l, sumergir a un ind¨ªgena aislado en nuestro mundo de autos, calles o tiendas puede ser muy peligroso. Por todas estas razones, el proceso que se est¨¢ viviendo en este sector amaz¨®nico del Per¨² tiene que ser monitoreado con mucha cautela. Sin asumir, como sostiene Daniel Rodr¨ªguez, un antrop¨®logo gallego que trabaja para la Federaci¨®n Nativa del R¨ªo Madre de Dios y Afluentes (Fenamad) que los mashco piro quieren necesariamente contacto.
Un futuro incierto
Para ¨¦l, es preferible hablar de aproximaci¨®n, de un momento en el cual se est¨¢n dando intercambios frecuentes por motivos varios, que por lo general tienen que ver con el acceso a comida, utensilios. ¡°Como a veces ven que no hay resistencia a ello ¡ªexplica¡ª, los mashco piro tienden avanzar¡±. Margot y Henry lo saben, lo han vivido, como tambi¨¦n sus hermanos de Monte Salvado, otra comunidad, que en el 2014 tambi¨¦n recibi¨® la visita de los aislados.
Fue a fines de ese a?o y, en ese caso, se procedi¨® a la evacuaci¨®n de todos los pobladores, pues el grupo mashco piro era de 200 personas, buena parte de ellas con arcos y flechas. En Shipetiari ser¨ªan solamente unos 20, pero ambos estar¨ªan encarnando un momento hist¨®rico que, de acuerdo a Prieto, podr¨ªa durar a?os. No se sabe cu¨¢nto tiempo tomar¨¢ el proceso, o incluso si seguir¨¢. ¡°Estamos confundidos tanto ellos como nosotros¡±, afirma con ¨¦nfasis Rodr¨ªguez.
Por lo pronto, lo que se puede hacer ¡ªHuertas dixit¡ª es proteger el territorio de los mashco piro para evitar contactos forzados. O, como propone el Ministerio de Cultura, poner agentes permanentes en la zona, de preferencia de la etnia Yine, que pueden entenderse con ellos. Evitar, asimismo, los impactos de la tala ilegal y otras actividades, que puedan estar presionando sobre los recursos y oblig¨¢ndolos a salir, en busca de nuevas alternativas para su sustento diario.
La muerte de Leo en mayo pasado, o de un nativo apodado Shaco en el 2011 ¡ªtambi¨¦n por acci¨®n de los Mashco¡ª, ha hecho saltar las alarmas. En toda la selva peruana hay una decena de puestos de control destinados a monitorear la presencia de estos grupos. No se puede saber, empero, cu¨¢nto tiempo puede controlarse la sociedad tradicional urbana en su deseo de incorporar a la fuerza a grupos que, hasta ahora, prefieren vivir en las profundidades de la selva.
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