El mal Dios
Tras los atentados asistiremos hoy, entre otros espect¨¢culos, a uno particularmente t¨®xico: el de ensalzar a las religiones
Tras los atentados asistiremos hoy, entre otros espect¨¢culos, a uno particularmente t¨®xico: el de ensalzar a las religiones, o sea el de alabar a Dios, para que entre las v¨ªctimas no haya da?os colaterales en la comunidad isl¨¢mica. Es una acci¨®n rutinaria que suele tener ¨¦xito. ¡°Los violentos no son verdaderos gallegos¡±, dec¨ªa Quintana, como si hubiese una raza superior que solo praticase amor. ¡°No son vascos, son hijos de puta¡±, se cantaba para desligar a los etarras de lo que les llevaba a asesinar, que era el Pa¨ªs Vasco. O ¡°esto nada tiene que ver con el f¨²tbol¡± porque aficionados de dos clubes de f¨²tbol aprovechen un partido para apalizarse.
La tentaci¨®n es aislar al violento, despojarlo de sus circunstancias y presentarlo en un iCloud junto a otros de su especie para salvar a las almas puras. Cuando Rajoy dice que la ¡°lucha contra el terrorismo nada tiene que ver con las creencias religiosas¡±, emparenta con su antecesor Zapatero, que propuso la Alianza de Civilizaciones, o sea un pacto de dioses, o el arzobispo que despu¨¦s del asesinato de dos militares en Afganist¨¢n dijo que aquello ¡°hab¨ªa enfadado a Dios¡±, cuando precisamente se hizo en su nombre.
Debe de ser tan extra?o relacionar violencia y religiones que el primer impulso de los gobernantes es llevarse las manos a la cabeza y decir que esto no es cosa de creyentes, el colectivo m¨¢s pac¨ªfico de la historia. Pero el Estado Isl¨¢mico es una organizaci¨®n de gente que cree en Dios, y el deseo de ese Dios es ver a los infieles sin cabeza. La lucha contra el fanatismo es la lucha contra esa interpretaci¨®n de la religi¨®n, como hay otras tantas interpretaciones que promueven el amor y la piedad, dos aspectos para los que tambi¨¦n est¨¢n dotados los ateos. A esas no hace falta combatirlas, pero tampoco conviene decir lo buenas que son. Porque no son buenas.
En atribuir las buenas acciones a la voluntad de Dios o hacerlas bajo su amparo, o convertir la conducta propia en una especie de transmisi¨®n divina seg¨²n la cual es la religi¨®n la que te hace buena persona, hay algo de subterfugio moral, un salvoncoducto de consecuencia escandalosa: si no creyeses en Dios, ?har¨ªas lo contrario? No, Dios no es bueno. Y s¨ª, Dios est¨¢ detr¨¢s del IS, y lo ha estado de la mayor¨ªa de horrores de la Historia, y al contrario de los biempensantes de hoy, cuando escucho religi¨®n veo violencia, desde la interpretaci¨®n judeocristiana del G¨¦nesis, con un asesinato entre hermanos, hasta Al¨¢ en manos de los terroristas.
Un mundo sin Dios ser¨ªa un mundo objetivamente mejor. Ser¨ªa, para empezar, un mundo sin coartadas. Tanto para hacer el mal como para hacer el bien.
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