Rebaja electoral

No es necesario subrayar que el adelanto del segundo tramo de la rebaja del IRPF, prevista inicialmente para 2016, a este mes de julio, anunciado ayer por el presidente del Gobierno, responde a motivos estrictamente electorales. Las razones econ¨®micas esgrimidas para explicar la decisi¨®n (intensificaci¨®n de la tasa de crecimiento, mejora de las exportaciones, aumento de la recaudaci¨®n fiscal) son correctas, pero no justifican las prisas por bajar el impuesto con anticipaci¨®n. Rajoy pronostic¨® que este a?o la econom¨ªa crecer¨¢ a una tasa del 3,3% y del 3% en 2016, una proyecci¨®n que probablemente se sostendr¨ªa sin necesidad de ganar seis meses a la rebaja fiscal.

Reducir el tipo m¨¢ximo de cotizaci¨®n al 45% y el m¨ªnimo al 19% tendr¨¢ sin duda efectos econ¨®micos, aunque no ser¨¢n espectaculares. Significa, seg¨²n el Gobierno, depositar unos 1.500 millones en los bolsillos de los contribuyentes. Esa cantidad elevar¨¢ el consumo e, indirectamente, la inversi¨®n. El equipo econ¨®mico podr¨¢ arg¨¹ir que estimula la demanda y, en t¨¦rminos pol¨ªticos, el Gobierno conseguir¨¢ in extremis cumplir con la promesa electoral de bajar impuestos. Al menos en lo que se refiere al que grava la renta, porque no es el caso de otros tributos. Como el efecto a corto plazo sobre la recaudaci¨®n tampoco es da?ino, pocos impedimentos hay para aceptar una rebaja tributaria en renta aqu¨ª y ahora.

Ahora bien, la estructura fiscal de un pa¨ªs ni puede ni debe ser modificada a impulsos repentinos; la prueba es que Hacienda todav¨ªa intenta resolver el problema de c¨®mo aplicar tramos distintos en un mismo ejercicio fiscal. Cualquier cambio, y m¨¢s en un gravamen tan importante como el IRPF, requiere un an¨¢lisis de equilibrio con los restantes impuestos; y, adem¨¢s, un c¨¢lculo afinado de cu¨¢les son las necesidades financieras del Estado.

Hay que recordar que Espa?a tiene unos compromisos de d¨¦ficit con Bruselas que obligan a reducir este a?o el desequilibrio p¨²blico en, al menos, 16.000 millones. La rebaja del IRPF puede ser coherente con un crecimiento de la recaudaci¨®n; pero a medio plazo la relaci¨®n de estabilidad financiera con Europa y la reducci¨®n instant¨¢nea de impuestos carecen de coherencia.

Lo que los ciudadanos esperan es una reforma fiscal integral, que reordene la importancia de los tributos, determine cu¨¢l de ellos se puede bajar, cu¨¢les deben subir ¡ªy en qu¨¦ tramos¡ª y cu¨¢l es la soluci¨®n m¨¢s racional para los llamados gastos fiscales (subvenciones y desgravaciones), que recortan la recaudaci¨®n pero no producen los est¨ªmulos esperados.

Los contribuyentes piden una reforma que atienda a un per¨ªmetro m¨ªnimo de bienestar social. Por citar un ejemplo inmediato, la evoluci¨®n del paro y de la afiliaci¨®n en junio indican una mejora en el mercado laboral y el retorno a los niveles de afiliaci¨®n previos a la llegada del PP al Gobierno. Un hito que confirma la irreversibilidad de la fase de crecimiento. Pero tambi¨¦n muestran una ca¨ªda persistente de la cobertura de protecci¨®n social a los parados. Este, entre otros, es un problema que hay que incluir en una reforma fiscal.