Un periodista brit¨¢nico aterriz¨® en La Habana en 1957 con el encargo de contactar con Hemingway y conocer las posibilidades de la guerrilla de Fidel. El cambio estaba en marcha. Y la isla, una mezcla de casinos, esp¨ªas y prostitutas, despertaba la misma expectaci¨®n que hoy frente a lo desconocido.