Perdi¨¦ndonos la fiesta
Catalu?a nunca fue esa provincia encerrada en s¨ª misma que los nacionalistas quieren construir. Si algo ha admirado de ella el mundo hispano es su esp¨ªritu cosmopolita y su apertura. Ahora, su gran esfuerzo es borrar al otro
Hace un par de meses, me desplac¨¦ de Barcelona a Madrid para la presentaci¨®n del poeta peruano Carlos Germ¨¢n Belli. Lo hice por admiraci¨®n pero tambi¨¦n por solidaridad, porque pens¨¦ que un poeta extranjero y dif¨ªcil no iba a ser precisamente un ¨¦xito de p¨²blico. Cada asistente era importante. Por suerte, me equivoqu¨¦.
Al acto, celebrado en la Casa de Am¨¦rica, asistieron cerca de 150 personas. Sobre Belli flota el rumor del premio Cervantes, de modo que hab¨ªa representantes de las instituciones culturales como la Real Academia o el propio Instituto Cervantes. Pero tambi¨¦n asistieron otros escritores peruanos y latinoamericanos, que encontraron un punto de encuentro. Y p¨²blico en general con inter¨¦s por el Per¨² o la poes¨ªa. Mario Vargas Llosa recit¨® un texto de Belli. Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald traz¨® un mapa de las relaciones entre su poes¨ªa y la del homenajeado. Apenas lo conoc¨ªa personalmente, pero se sent¨ªa unido a ¨¦l por una lengua y una tradici¨®n literaria com¨²n.
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Para m¨ª, fue emocionante. Y a la vez, triste. Porque comprend¨ª que, en Catalu?a, una fiesta as¨ª ser¨ªa imposible.
S¨ª. Este a?o se organiz¨® en Barcelona un bello homenaje a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Pero cualquier escritor que no tenga un Nobel, est¨¦ muerto, y sobre todo, haya residido en Catalu?a, tiene pocas posibilidades. La lengua espa?ola no recibe apoyo del Estado, y el mundo cultural tiene la cabeza en su propia historia. Hay una Casa de Am¨¦rica catalana que hace lo que puede, pero sus recursos son m¨ªnimos. Es muy gr¨¢fico que esta Casa ni siquiera tenga un local individual: est¨¢ en un entresuelo. Y durante a?os, ni siquiera pudo tener un cartel visible desde la calle (tampoco es muy visible el que tienen ahora, la verdad).
Pero en el acto del poeta Belli descubr¨ª algo mucho m¨¢s alarmante: los latinoamericanos de mi medio ¡ªescritores, editores, periodistas¡ª est¨¢n abandonando Barcelona. He pasado tiempo creyendo que se marchaban de Espa?a por la crisis. Pero ah¨ª me encontr¨¦ con que muchos de ellos se han trasladado a la capital. En cambio, ya ninguno hace la ruta contraria, la que yo mismo hice, la que antes era normal.
Ante los que se consideran m¨¢s europeos que otros europeos ?Qu¨¦ podemos esperar los americanos?
Ninguno de estos amigos y conocidos se ha marchado por ser anticatal¨¢n o antinacionalista. Ninguno dir¨ªa que la pol¨ªtica ha tenido algo que ver con su decisi¨®n, Simplemente, han encontrado trabajo all¨¢. Pero precisamente eso es la consecuencia de lo que est¨¢ pasando en la pol¨ªtica catalana: hoy, si escribes en espa?ol, tu vida est¨¢ en otra parte.
Cuando comento estas cosas en Catalu?a, los m¨¢s nacionalistas me responden que eso ocurre porque Madrid es la capital: hay m¨¢s dinero, m¨¢s movimiento, m¨¢s todo. Pero ese argumento ignora su propia historia. Para los escritores en lengua espa?ola, Barcelona siempre fue mucho m¨¢s importante que cualquier capital. Como recuerda Xavi Ay¨¦n en su monumental Aquellos a?os del boom, el gran momento de la literatura latinoamericana se forj¨® en Catalu?a. Lejos de Franco y cerca de Francia, esta ciudad se convirti¨® en la puerta del espa?ol hacia Europa. Y cuando yo llegu¨¦ aqu¨ª hace diez a?os, a¨²n lo era. Los intelectuales que hoy abandonan Barcelona prueban precisamente que antes estaban aqu¨ª. Madrid nunca hab¨ªa podido llev¨¢rselos. Hoy Barcelona se los regala, renunciando con convicci¨®n a su propio lugar de privilegio.
El cr¨ªtico y editor Andreu Jaume advirti¨® en estas mismas p¨¢ginas el 19 de junio que la capitalidad editorial de Barcelona ¡°peligra ahora por una desidia pol¨ªtica que ya est¨¢ empezando a propiciar una di¨¢spora cultural¡±. Yo a?adir¨ªa a la desidia, ceguera. Porque esta ruptura responde al conflicto de algunos pol¨ªticos catalanes con Espa?a, pero el espa?ol no es la lengua de Espa?a: es la lengua de quinientos millones de personas y la segunda m¨¢s hablada en el mundo. La espa?ola ni siquiera es la mayor comunidad de hablantes de ella, tampoco la m¨¢s importante. Si los hispanos de Estados Unidos fuesen un pa¨ªs, formar¨ªan parte del G20. En este gigantesco universo, lleno de energ¨ªa creativa, Barcelona siempre fue la Nueva York. Hoy est¨¢ empe?ada en convertirse en la Letonia.
Me temo que no se trata de un error, o de un da?o colateral, sino de un acto voluntario y deliberado. Como todo nacionalismo, el catal¨¢n se basa en el convencimiento de su propia superioridad respecto de quienes lo rodean. El nacionalista catal¨¢n cree que los suyos son m¨¢s eficientes, modernos y cultos que un andaluz o un gallego, y resume todas esas cualidades en el concepto ¡°m¨¢s europeo¡±. En general, muchos europeos est¨¢n convencidos de ser mejores que los dem¨¢s y ya no reparan en el tufillo xen¨®fobo de considerar su origen como una cualidad. A eso me he acostumbrado. Pero ante gente que se considera m¨¢s europea que otros europeos ?Qu¨¦ podemos esperar los americanos? Todo lo que un nacionalista catal¨¢n desprecia de Espa?a es lo que nosotros representamos.
Ahora bien, independientemente de cuestiones de sensibilidad: ?De verdad es viable desde?ar a toda esta gente? ?A todos esos pa¨ªses? El espa?ol es la segunda lengua de Estados Unidos. Es una puerta a Jap¨®n y China a trav¨¦s del relaciones entre los pa¨ªses del Pac¨ªfico. El impacto cultural de este fen¨®meno no se limita a los libros, sino a todos los ¨¢mbitos de la comunicaci¨®n. Un pa¨ªs hispano, M¨¦xico, alberga la segunda feria editorial m¨¢s grande del mundo en Guadalajara. El espa?ol es la segunda lengua en Twitter. La ficci¨®n latinoamericana se emite en pantallas de televisi¨®n de Croacia, Rusia o Australia ?Es posible menospreciar a todo el planeta?
Madrid nunca hab¨ªa podido llevarse a esos intelectuales. Hoy Barcelona se los regala
La respuesta es no. Lo que s¨ª es posible es que quedarse solo. En la medida en que Catalu?a defiende su identidad como diferente de la de todos los dem¨¢s, pierde referentes para hacerse o¨ªr en el mundo. Hay una fiesta all¨¢ afuera. Y los que vivimos aqu¨ª nos la estamos perdiendo.
Catalu?a nunca fue esa provincia encerrada en s¨ª misma que los nacionalistas quieren construir. Si algo ha admirado de ella el mundo hispano es su esp¨ªritu cosmopolita y su apertura. Durante d¨¦cadas, su biling¨¹ismo perfecto ha sido la se?al de una sociedad culta, orgullosa de s¨ª misma y dialogante a la vez. La protecci¨®n del catal¨¢n en la educaci¨®n fue un ejemplo para las lenguas aut¨®ctonas americanas, antes de convertirse en todo lo contrario: un esfuerzo por borrar al otro.
La paradoja es desoladora: basados en un elevado concepto de su propio cosmopolitismo, los nacionalistas est¨¢n construyendo una sociedad m¨¢s provinciana. Por enormes que sean sus banderas en plazas y estadios. Por fuerte que griten en catal¨¢n e ingl¨¦s. Por muchas embajadas que quieran abrir. Su ¨²nico proyecto cultural es precipitar a Catalu?a orgullosamente hacia la irrelevancia.
Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) es escritor.
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