Pinchazos que evitan amputaciones
En Senegal, muchos diab¨¦ticos no pueden pagar un tratamiento Los pacientes se enfrentan a graves secuelas y se reduce su esperanza de vida
La aguja entra como una picadura de cualquiera de los mosquitos que revolotean a su alrededor. Sin aullido aparente. Sin muesca en la cara. Sin derroche de vida, en suma. Su expresi¨®n se esfum¨® cuando su cuerpo dej¨® de regular el az¨²car que inger¨ªa. El tiempo transcurrido es, de hecho, el culpable de que el brillo no refulja de nuevo. Ni siquiera con el sudor que empapa las comisuras y forma una especie de gar¨²a en esta dependencia sin ventanas.
Tiene 55 a?os, el gesto serio, ausente, y apenas voz para decir su nombre. Ese anonimato le impide personalizar la enfermedad en varones como ¨¦l, de complexi¨®n media y barba a tijera, pero a la vez servir como ejemplo de miles de personas en su situaci¨®n. Sufre diabetes y es el primer d¨ªa que pasa en el hospital regional de Ziguinchor, en Senegal. Sus lamentos son tenues. La presi¨®n, baja. Y la cantidad de glucosa en sangre, por encima de los 100 miligramos por decilitro: suficientemente alta como para requerir la insulina que el m¨¦dico le inyecta en el antebrazo.
Ha estado al borde del coma diab¨¦tico. Ahora, el suero y la hoja de palma que agita su mujer lo espabilan del letargo que arrastra desde hace cinco a?os. Los mismos que lleva como insulino-dependiente en un pa¨ªs con 292.000 casos de diabetes registrados en 2014 y una mortalidad relacionada del 11% seg¨²n la Federaci¨®n Internacional de Diabetes (IDF, en sus siglas en ingl¨¦s). En el departamento de Casamance, donde este centro m¨¦dico cubre las necesidades de unos 338.000 residentes, la media se asemeja a las cifras nacionales.
En Casamance, adem¨¢s, se dan algunos agravantes. Los n¨²cleos urbanos de esta provincia no cuentan con unas instalaciones como las de Dakar, Saint Louis o Thi¨¨s, las tres ciudades m¨¢s pobladas del pa¨ªs. Tampoco con sus mismos servicios ni con la misma presencia de organizaciones internacionales. Este inmueble de Ziguinchor, conocida como "capital del sur", abarca varios edificios y las especialidades de cardiolog¨ªa, gastroenterolog¨ªa o la unidad de enfermedades de transmisi¨®n sexual. Y los pacientes, en un pa¨ªs donde el salario m¨ªnimo son 30 c¨¦ntimos de euro por hora de trabajo (unos 100 euros al mes trabajando a jornada completa), apenas tienen el dinero suficiente para cubrir un tratamiento b¨¢sico que les permita desarrollar una existencia plena a pesar de la perpetuidad de su enfermedad.
¡°Un bote de insulina con cantidad para cuatro o cinco d¨ªas cuesta unos 1.500 francos [alrededor de 2,30 euros] y la jeringuilla, que se utiliza una semana, 125 [20 c¨¦ntimos de euros]¡±, explica Dienaba Badji, una trabajadora social de 58 a?os que parece ejercer adem¨¢s de enfermera y auxiliar administrativa. Su experiencia anterior en Dakar o Tambacounda, al Este, le han hecho volcarse en este rinc¨®n de manglares donde ya lleva una d¨¦cada. ¡°Aqu¨ª, cinco de cada cinco no pueden comprarse lo m¨ªnimo para tratarse, es decir, nadie¡±, resuelve, ¡°Y esto no es Europa. No hay medios. Despu¨¦s de las afecciones coronarias, la diabetes es la segunda causa de muerte¡±.
Senegal registr¨® 292.000 casos de diabetes? en 2014 y una mortalidad relacionada del 11%
En los pa¨ªses desarrollados la enfermedad es la s¨¦ptima causa, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), pero se perfila como una de las grandes epidemias del futuro: la?IDF cifra en 387 millones los afectados a nivel mundial; la mitad de ellos, sin diagn¨®stico, y pronostica un aumento de 205 millones m¨¢s para dentro de cuatro lustros. En este rinc¨®n de ?frica (como en tantos otros del globo terr¨¢queo) esta dolencia supone una precarizaci¨®n severa de la salud que llega a acarrear ceguera, problemas de huesos o piel y hasta amputaciones de miembros. Todo por no atajar una afecci¨®n que no resta esperanza de vida m¨¢s que por los obligados controles de sangre y su dosis correspondiente de insulina, un par de veces al d¨ªa.
Entre los diab¨¦ticos de Senegal ¡ªque podr¨ªan llegar a 421.000 en 2030, seg¨²n la OMS¡ª el horizonte vital se reduce hasta 13 a?os. En el pa¨ªs es de 63,2 de media, tal como recoge la publicaci¨®n Perspective Monde del Banco Mundial, que lo sit¨²a en el puesto 154 mundial. Nada hace acompasar el crecimiento de su Producto Interior Bruto (un 3% continuado en los ¨²ltimos meses y similares perspectivas para los pr¨®ximos) con el n¨²mero de personas que consiguen enfrentarse a la enfermedad. Un 62,5% de los afectados no est¨¢ diagnosticado, estiman desde la IDF. Y los que lo est¨¢n, apenas pueden ser constantes con el tratamiento. Por eso acuden (generalmente, demasiado tarde) a este centro. Un remedio endeble, pues s¨®lo palia de forma temporal lo que deber¨ªa ser algo continuo. ¡°Aqu¨ª tenemos dos gluc¨®metros, jeringuillas e insulina, pero no es suficiente. Cada noche cuesta 2.000 francos [unos tres euros] y no pueden permitirse m¨¢s de cuatro o cinco, as¨ª que mejoran un poco pero vuelven a empeorar en cuanto salen¡±, indica Dienaba Badji bajo la mirada de una mujer que expulsa su fatiga a base de suspiros.
Entre los desaf¨ªos de la OMS contemplados en el denominado Plan de Acci¨®n Mundial para la prevenci¨®n y el control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020 est¨¢, como primera meta, reducir en un 25% la mortalidad causada por enfermedades cardiovasculares o respiratorias, c¨¢ncer o diabetes. Y la IDF tiene planificado un conjunto de fines para su descenso. Esta lista pasa por ¡°optimizar recursos humanos y sanitarios¡± o ¡°fortalecer los marcos institucionales para garantizar respuestas coherentes, innovadoras y eficaces¡± y lograr ¡°los mayores beneficios posibles en relaci¨®n a la inversi¨®n¡±. Algo que, en el caso de Senegal, se intenta llevar a cabo con un polarizado sistema sanitario, dividido entre los centros privados (inasequibles para una poblaci¨®n que cuenta con el 54% de sus miembros bajo el umbral de pobreza) y una deficiente sanidad p¨²blica donde los servicios se pagan a menor precio.
¡°?C¨®mo van a tratarse si ni siquiera est¨¢n sensibilizados?¡±, se pregunta el doctor Karim Sadio mientras recorre unas habitaciones de paredes desconchadas, catres desnudos y ventiladores estropeados. ¡°El objetivo es, adem¨¢s de las ayudas para el acceso a los medicamentos, que en las escuelas se ense?e a prevenir. En estos momentos, son los ni?os los que alertan a los padres. Estos no les creen o se pasan a terapias naturales si ven que est¨¢n mejor, que los s¨ªntomas han remitido¡±, arguye este experto tras 15 de sus 38 a?os trasegando estos pasillos.
La OMS pronostica un aumento de 205 millones de casos m¨¢s para dentro 20 a?os en todo el mundo
La soluci¨®n, expone el especialista, pasa por una mayor divulgaci¨®n de las causas y se?ales de la enfermedad y por hacer pedagog¨ªa para recuperar h¨¢bitos saludables. El sedentarismo, la mayor ingesta de grasas y az¨²cares o relegar los guisos caseros en favor de lo industrial ¡ªpr¨¢cticas que se han extendido por todo el planeta¡ª han cronificado la diabetes en el 9% de los mayores de 18 a?os. Un mill¨®n y medio de personas mueren en la Tierra anualmente por su culpa. De esa cantidad, el 80% lo hace en pa¨ªses con ingresos medios y bajos. La IDF aumenta la cifra a 4,9 millones y computa un deceso cada siete segundos a causa de la diabetes. A pesar, detallan, de que uno de cada nueve d¨®lares gastados en materia sanitaria se destinen a algo relacionado con esta dolencia. ¡°Vida activa, mantener el peso adecuado, evitar el tabaco y una abundante proporci¨®n de frutas y verduras en la dieta son las mejores medidas de prevenci¨®n¡±, alertan desde la OMS, que a?ade: ¡°Una barata prueba de sangre es lo mejor para conseguir un diagn¨®stico temprano¡±.
Algo de lo que son m¨¢s que conscientes en este edificio levantado en 1964, poco despu¨¦s de que Senegal se independizara de Francia. Aqu¨ª, las v¨ªctimas de esta pandemia languidecen en camillas recubiertas por las s¨¢banas que colocan los familiares, tambi¨¦n responsables de proveerles de alimento. Y ¡®madame¡¯ Badji ¡ªcomo todos se dirigen a ella¡ª busca infatigablemente una ayuda entre agrupaciones extranjeras y estatales para que los enfermos recobren la voz. La energ¨ªa y el aliento que les haga brincar en cada picotazo. Ya sea de aguja o de mosquito.
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