16 fotosSostenibilidad y reinserci¨®n para delincuentesLa prisi¨®n de Iwahig es la granja penal donde sus m¨¢s de 3.000 reos pueden vivir con sus familias, trabajar y cobrar un salario?ngel Mart¨ªnezFilipinas - 17 jul 2015 - 11:18CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceDos centenares de criminales trabajan el campo en la Prisi¨®n y Granja Penal de Iwahig; a 14 kil¨®metros de la capital, Puerto Princesa. : La prisi¨®n de Iwahig es la granja penal con mayor producci¨®n de Filipinas. Sus 26.000 hect¨¢reas cuentan con arrozales, zonas de pesca, animales, el espeso manglar costero y una cadena monta?osa,?ngel L. Mart¨ªnez CanteraDe los m¨¢s de 3.000 presos, s¨®lo los 400 de m¨¢xima seguridad est¨¢n aislados. Los de grado medio visten camisetas azules y se encargan de las tareas del campo.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraLos presos de categor¨ªa media reciben un estipendio mensual de de 100 pesos (1,9 euros), mientras que los de m¨ªnima seguridad 200 (3,8 euros). El 50% de sus ganancias se almacenan en una cuenta, de donde se extraen cuando acaban sus condenas.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraLos delincuentes descansan para almorzar, momento en el que se hace el segundo recuento del d¨ªa. A las 5 de la tarde pasar¨¢n revista de nuevo para volver a los barracones.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraOscar Omisol, de 62 a?os, viste la camiseta beige distintiva de los reclusos de m¨ªnima seguridad. Lleva 23 a?os de condena, dos de ellos como jardinero en Iwahig.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraLa prisi¨®n destina parte de la producci¨®n para la dieta de los convictos. Con los ingresos de las reservas restantes, se mantiene a los reos y se gestionan los programas de reinserci¨®n.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraSeg¨²n el superintendente Antonio C. Cruz, director de la prisi¨®n, s¨®lo el 30% de lo recaudado por los programas de trabajo se utiliza para el mantenimiento de los proyectos y para el sustento de los reclusos.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraFurgonetas cargadas con familiares de los reclusos llegan a diario a Iwahig. Algunos se quejan de que sus familias no viven en Palawan y no pueden visitarles.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraEffren Espinosa, de 36 a?os, est¨¢ condenado por un apu?alamiento en el que ¨¦l tambi¨¦n recibi¨® varios tajos. Es uno de los pocos convictos con vivienda dentro de Iwahig.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraLaurence Punciano, de 58 a?os, fue sentenciado a tres cadenas perpetuas por asesinato. Cumplida su sentencia, no ha abandonado la prisi¨®n y ahora es p¨¢rroco de la Iglesia de Cristo en Iwahig; donde vive con su mujer y sus hijos.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraLos convictos tambi¨¦n venden sus pinturas y trabajos de artesan¨ªa a los turistas que llegan al edificio de visitantes.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraUn grupo de convictos baila para los turistas a cambio de donativos. Los bailes son una de las atracciones tur¨ªsticas de la prisi¨®n de Iwahig.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraRafael, de 29 a?os, preferir¨ªa pasar su condena en otra prisi¨®n aunque sabe que las condiciones son peores. Dice que echa de menos las visitas de su familia y que su ¨²nica compa?¨ªa es la de los turistas y la de su perro ¡®Butch¡¯.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraEnrique Ymsom, de 63 a?os, es uno de los presos de m¨¢xima seguridad. Intent¨® escapar de la prisi¨®n hace unos a?os y ahora es el intendente del edificio que alberga a los criminales m¨¢s peligrosos de la c¨¢rcel de Iwahig.?ngel L. Mart¨ªnez CanteraEdwin, de 46 a?os, vende dulces a las hijas de James Ali en la piscina natural de la prisi¨®n de Palawan. James cree que Iwahig es el comienzo de la segunda oportunidad que estos presos merecen.?ngel L. Mart¨ªnez Cantera