Primera l¨ªnea europea
La reforma de la eurozona espolea el objetivo de recuperar influencia en la UE
El fracaso de la candidatura espa?ola para presidir el Eurogrupo ha acentuado la falta de peso de nuestro pa¨ªs en los principales resortes del poder europeo, pero esa circunstancia no debe conducir al derrotismo. Si esto era cierto desde mucho antes de la votaci¨®n sobre Luis de Guindos, todav¨ªa lo es m¨¢s a la vista de los movimientos que est¨¢n empezando a producirse para tratar de reformar el funcionamiento de la eurozona, dotarle de mecanismos de gobierno m¨¢s estables y constituir un Fondo Monetario a escala europea.
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La propuesta lanzada por el presidente franc¨¦s, Fran?ois Hollande ¡ªen la estela de trabajos anteriores de expertos¡ª, habla tanto de constituir un grupo de Estados que act¨²e como vanguardia, una especie de club dentro del club europeo, como de formar un Gobierno econ¨®mico de la zona euro. Los contactos de las autoridades francesas con las alemanas, italianas y espa?olas constituyen una oportunidad para reintroducir a Espa?a en los movimientos que est¨¢n produci¨¦ndose entre los Estados m¨¢s conscientes de que la eurozona no puede durar con mecanismos de gobierno en realidad informales, como lo es el propio Eurogrupo. La crisis de Grecia, todav¨ªa lejos de haber concluido, lo pone de manifiesto.
El plan franc¨¦s tiene razones internas y externas. Desde el punto de vista interior, se trata de una palanca de acci¨®n no solo contra la extrema derecha ¡ªque se opone a todo lo que implique ceder m¨¢s competencias¡ª, sino a los soberanistas que abundan entre diferentes sectores del arco pol¨ªtico franc¨¦s. Pero el Gobierno de Par¨ªs tampoco quiere cruzarse de brazos ante la deriva de una eurozona muy tocada por la traum¨¢tica soluci¨®n dada al caso griego. Sin la institucionalizaci¨®n de la zona euro, se consolidar¨ªa de forma demasiado desequilibrada un liderazgo alem¨¢n sobre Europa que preocupa a Par¨ªs por la posibilidad de quedarse descolgado de Berl¨ªn, justo en momentos de duda sobre el futuro de la Uni¨®n. Una preocupaci¨®n que en realidad traduce muchas otras ante el confuso curso de los acontecimientos continentales.
Espa?a debe mantenerse muy al tanto de estas iniciativas y hacer lo posible para contar en las importantes decisiones que se perfilan en el horizonte cercano. No se puede dejar que otros cavilen, se muevan y negocien como si no fuera con nosotros. A Espa?a siempre le ha venido muy bien todo lo que se refiere a ser y formar parte de Europa. Cuidado, pues, con tratar el asunto como si fuera de segundo orden. Este pa¨ªs tiene que volver a la primera l¨ªnea de los protagonistas de una mayor convergencia pol¨ªtica entre europeos.
Es verdad que el periodo preelectoral y las inquietudes derivadas del desaf¨ªo de los independentistas catalanes consumen muchas energ¨ªas. Sin embargo, la sociedad espa?ola necesita que el Gobierno y las principales fuerzas pol¨ªticas emprendan una tarea de fondo para recuperar peso y presencia en las instituciones europeas. Lo peor ser¨ªa dejarse llevar por la tendencia a refugiarse en los intereses soberanistas o la tentaci¨®n de restablecer una Europa con fronteras, que la generaci¨®n anterior de grandes dirigentes comunitarios cre¨ªa haber arrumbado.
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