Alemania necesita m¨¢s debate interno
La principal potencia europea se mueve con un consenso pol¨ªtico y social excesivo sobre la eurozona. La posici¨®n del ministro Wolfgang Sch?uble, una de las voces alemanas m¨¢s europe¨ªstas, resulta preocupante
Pensar en Alemania no me quita el sue?o. Pero, tras la reciente reafirmaci¨®n de su poder en la eurozona, en particular en la noche del infernal paseo al borde del abismo del Grexita mediados de julio, no soy el ¨²nico que empieza a notar las punzadas del insomnio. El hecho de que los alemanes tengan raz¨®n en tantas cosas no debe impedirnos, ni a nosotros ni a ellos, preguntarnos en qu¨¦ se equivocan o, al menos, qu¨¦ podr¨ªan hacer mejor. Llevo un tiempo d¨¢ndole vueltas a esto y he llegado a una conclusi¨®n sorprendente: tal vez, para lograr m¨¢s consenso en el extranjero, lo que necesita la principal potencia europea es menos consenso interno.
Esta semana se conmemora el 40? aniversario de la firma de los Acuerdos de Helsinki, un hito en el camino que desemboc¨® en la Alemania unida de hoy. Es interesante echar la vista atr¨¢s y observar el estilo de la pol¨ªtica exterior alemana de entonces: paciente, multilateral, modesta e incluso humilde, pero con toques inspirados, como en la ret¨®rica de Willy Brandt y Richard von Weizs?cker. Gran parte de esa tradici¨®n ha sobrevivido. Hay que recordar que, en la noche de los insultos largos en Bruselas, Alemania representaba tambi¨¦n a varios Estados m¨¢s peque?os del norte y el nordeste de Europa. Al lado de algunos de sus dirigentes, el ministro alem¨¢n Wolfgang Sch?uble es un blando. Por otra parte, no vamos a esperar que una Alemania unida, la mayor potencia de Europa, act¨²e como la vieja Alemania Occidental de hace 40 a?os, sobre todo cuando se le pide que aporte m¨¢s de miles de millones de euros para una pol¨ªtica en la que no cree la mayor¨ªa de sus ciudadanos.
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Las humillantes demandas presentadas a Grecia y el estilo en que se hicieron escandalizaron a muchos socios y amigos. Sin embargo, dentro de Alemania, aunque algunos personajes importantes como J¨¹rgen Habermas y Joschka Fischer dieron se?ales de alarma, la l¨ªnea dura de Sch?uble contaba con amplio respaldo. El ¨²nico motivo de que no hubiera m¨¢s rebeli¨®n en las filas de la CDU/CSU contra el acuerdo parlamentario sobre el rescate griego fue que Sch?uble defendi¨® con su autoridad un pacto que no hab¨ªa querido. ¡°La desconfianza respecto a Grecia ha aumentado enormemente¡±, dice Hans-Peter Friedrich, antiguo ministro de Interior conservador. ¡°No estamos a favor de un tercer rescate, pero Wolfgang Sch?uble merece nuestro apoyo¡±.
El ministro Sch?uble es uno de los pol¨ªticos m¨¢s notables que conozco. Ya era impresionante de joven, a la derecha de Helmut Kohl, negociando la unificaci¨®n alemana y defendiendo la unidad europea. Pero haberse mantenido en la m¨¢s alta pol¨ªtica durante un cuarto de siglo, pese al intento de asesinato que le dej¨® en una silla de ruedas; cumplir un horario que agotar¨ªa a un deportista ol¨ªmpico el doble de joven, y conservando el entusiasmo intelectual y el buen humor combativo, es una haza?a extraordinaria, una muestra de virtud en su sentido original, la mezcla de moral y fuerza. Y adem¨¢s es siempre una de las voces m¨¢s europe¨ªstas en la pol¨ªtica alemana. Sin embargo, la entrevista que dio a la revista Der Spiegel tras el horror de Bruselas fue extra?a y preocupante.
Hay cosas que son posibles y otras que no. Por ejemplo: Grecia no puede pagar sus deudas
A pesar de insistir en que la unidad monetaria necesita el complemento de una unidad pol¨ªtica, para lo que en su d¨ªa habr¨¢ que cambiar los tratados europeos, Sch?uble es totalmente inflexible sobre Grecia. Asegura que su receta de austeridad no ten¨ªa nada de malo: ¡°El problema es que, en estos cinco a?os, no han seguido el tratamiento tal como se les recet¨®¡±. En cuanto a la quita de la deuda, que el FMI considera esencial: ¡°No es posible una quita dentro de la uni¨®n monetaria. Los tratados europeos no lo permiten¡±. Y ya est¨¢. Al preguntarse por qu¨¦ es tan duro con Grecia, explica, seg¨²n la versi¨®n inglesa de la entrevista: ¡°Mi abuela dec¨ªa que la benevolencia es el preludio del libertinaje¡±. No me parece bien que la sabidur¨ªa popular de la abuela del se?or Sch?uble sea el hilo del que pende el futuro de Europa. Las virtudes personales, la voluntad pol¨ªtica y el respeto a la ley son cualidades admirables que el ministro alem¨¢n de Finanzas defiende y encarna; pero, a la hora de la verdad, lo que importa es qu¨¦ cosas se pueden hacer. Los economistas dicen muchas tonter¨ªas, pero las realidades econ¨®micas existen. Hay cosas que son posibles y otras que no. Por ejemplo: Grecia no puede pagar sus deudas.
En todas partes se est¨¢ debatiendo cu¨¢l es la mejor forma de que las cosas salgan bien. ?Tambi¨¦n dentro de Alemania? Quiz¨¢ me equivoque, pero me da la impresi¨®n de que no. Una de las mejores virtudes de la Rep¨²blica Federal es la capacidad de cambiar las cosas mediante consenso, personificada en la canciller Angela Merkel. Gracias al consenso, el pa¨ªs hizo a principios de este siglo las dolorosas reformas laborales y sociales que le permitieron aprovechar de forma espectacular las oportunidades de la eurozona (el super¨¢vit comercial alem¨¢n se ha multiplicado casi por cuatro desde entonces y hoy es de 200.000 millones de euros, en torno al 7% del PIB).
No hace falta sectarismo disfuncional, pero s¨ª una buena muestra de democracia deliberativa
A veces, sin embargo, ese consenso puede ser excesivo, y lo que veo hoy en Alemania es casi un pensamiento ¨²nico. Antes de que un economista alem¨¢n abra la boca, ya se sabe lo que va a decir sobre la eurozona. Las excepciones son muy escasas. Los medios de comunicaci¨®n compensan esa situaci¨®n con en¨¦rgicas voces llevadas de fuera. El semanario liberal Die Zeit, por ejemplo, public¨® una entrevista en la que Thomas Piketty dec¨ªa que Alemania era ¡°el m¨¢ximo ejemplo de pa¨ªs que nunca ha pagado sus deudas p¨²blicas. Ni tras la I Guerra Mundial ni tras la II Guerra Mundial¡±. Pero este tipo de provocaciones no basta para acallar el abrumador consenso nacional. Estar¨ªa bien que hubiera algo m¨¢s de controversia basada en datos; no un sectarismo disfuncional, sino una buena muestra de democracia deliberativa.
No es que falten pensadores alemanes independientes y de talento, j¨®venes y viejos. Es que muchos est¨¢n o callados y esperando a que amaine la tormenta o viviendo y trabajando en el extranjero. Heinrich Heine viv¨ªa en el exilio cuando escribi¨® que pensar en Alemania por la noche le quitaba el sue?o. Hoy nadie tiene que irse de Alemania por motivos pol¨ªticos, desde luego, pero quiz¨¢ s¨ª por otros m¨¢s sutiles, sociales y culturales. No tengo ning¨²n deseo de perder a ninguno de mis brillantes colegas y alumnos alemanes, pero creo que a su pa¨ªs no le vendr¨ªa mal que volvieran unos cuantos, acompa?ados del correspondiente debate constructivo.
Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com project, e investigador titular en la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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