Catalu?a, gato por liebre
La independencia viola la noci¨®n europea de derecho, la Constituci¨®n y el propio Estatut
La coalici¨®n electoral Juntos por el S¨ª, creada para las elecciones catalanas de septiembre, tiene dos prop¨®sitos. Para Artur Mas, acudir a esa cita con fuerzas pol¨ªticas heterog¨¦neas es la forma de evitar un posible descalabro electoral. En 2012, Mas cosech¨® el peor resultado de la historia para Converg¨¨ncia i Uni¨®. La ruptura de la alianza hist¨®rica con Uni¨® ha agravado el problema para Mas. Del mismo modo que Uni¨® albergaba una minor¨ªa rupturista, en Converg¨¨ncia hay un sector que desea evitar caminos peligrosos, y que podr¨ªa virar hacia el seny catal¨¤que ahora representa Duran i Lleida.
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El segundo prop¨®sito de la coalici¨®n soberanista es aprovechar la ventaja t¨¦cnica que concede la Ley d¡¯Hont a las listas m¨¢s votadas. Sumando la representaci¨®n parlamentaria conseguida por la coalici¨®n de Converg¨¨ncia y Esquerra, as¨ª como la de otros partidos que respaldan el proyecto, se llegar¨¢ a una mayor¨ªa absoluta en el Parlamento catal¨¢n, que permitir¨ªa realizar una declaraci¨®n unilateral de independencia.
Este plan equivale a dar gato por liebre (garsa per perdiu). Querer declarar unilateralmente la independencia desde una mayor¨ªa parlamentaria es una maniobra para eludir los criterios internacionales que exigen alcanzar un respaldo suficiente en procesos democr¨¢ticos con los t¨¦rminos del debate bien establecidos. El dictamen del Alto Tribunal de Canad¨¢ sobre la secesi¨®n de Quebec fij¨® una pauta razonable para aceptar la separaci¨®n: debe verificarse una mayor¨ªa clara ante una pregunta expl¨ªcita y suficientemente debatida. Las pr¨®ximas elecciones catalanas, por mucho que se califiquen de plebiscitarias, no suponen una pregunta clara en este sentido. La consulta de noviembre pasado tampoco fue realizada con garant¨ªas en cuanto a las opciones ni en cuanto a los posibles participantes, al no permitir opinar a los catalanes que viv¨ªan en el resto de Espa?a.
Pueden explorarse multitud de v¨ªas pactadas, sin falsas urgencias y sin imperativos categ¨®ricos de ning¨²n lado
Una posible mayor¨ªa absoluta en el Parlamento catal¨¢n convertida en asamblea constituyente ser¨ªa un s¨ªmbolo perfecto del pensamiento ¨²nico que cultivan los que apoyan la independencia unilateral. La idea viola la noci¨®n de Estado de derecho defendida por el Tratado de la Uni¨®n Europea, la Constituci¨®n espa?ola y tambi¨¦n el propio Estatut. Como ha recordado recientemente Xavier Vidal-Folch, se requiere una mayor¨ªa de dos tercios para reformar el Estatut, que representa la legalidad catalana. A no ser que esa legalidad sea como la de Juan Palomo, que en el rico refranero catal¨¢n podr¨ªa decirse: cadasc¨² s'ent¨¦n, com aquell que balla tot sol.
Desde un punto de vista comparado, el giro unilateral que Artur Mas, Oriol Junqueras y sus socios quieren imprimir al conflicto pol¨ªtico supone una deriva peligrosa. La experiencia internacional demuestra que hay una enorme diferencia entre los procesos independentistas que se hacen con el acuerdo de todas las partes, y aquellos en los que hay ruptura. Los soberanistas ponen como modelo a Escocia y Montenegro, pero no est¨¢n dispuestos a seguir esos ejemplos. La clave en estos dos casos fue que el Estado acept¨® realizar un refer¨¦ndum con todas las consecuencias.
Los partidarios de la declaraci¨®n unilateral prescinden del Estado y de cualquier marco jur¨ªdico, y esta actitud arrojar¨ªa el caso catal¨¢n a otra categor¨ªa: la que plantea un conflicto abierto de consecuencias imprevisibles. Nos vamos de Escocia a Kosovo. En Catalu?a existen algunos partidarios de la ruptura de la legalidad, esp¨ªritus rom¨¢nticos que aceptan el ¡®cuanto peor, mejor¡¯. Es comprensible que haya posturas inconscientes de este tipo, pero es m¨¢s dif¨ªcil entender que votantes tradicionales de Converg¨¨ncia quieran apartarse de la pol¨ªtica como pr¨¢ctica de di¨¢logo para buscar soluciones, y se vean secuestrados por planteamientos que parec¨ªan superados en Europa.
La personalidad ¨²nica de Catalu?a y su fuerza espec¨ªfica merecen un justo reconocimiento. Pueden explorarse multitud de v¨ªas pactadas, sin falsas urgencias y sin imperativos categ¨®ricos de ning¨²n lado. Los esquemas federales, la referencia de la Constituci¨®n a los fueros y la pr¨¢ctica de los conciertos econ¨®micos ofrecen muchas soluciones. En esta b¨²squeda de consenso, no solo debe respetarse a Catalu?a sino tambi¨¦n a Espa?a, y desterrar los mensajes que incitan al odio. Los separatistas olvidan que, desde el advenimiento de la democracia en Espa?a, hemos sabido construir un Estado democr¨¢tico, plural y pujante en la escena internacional. Quienes conocen el pasado saben que este es un valor inmenso que debemos preservar.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es profesor de Derecho Internacional en la Universidad Complutense
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