A saco contra la tormenta
Soudelor, el tif¨®n m¨¢s potente del a?o, deja 17 muertos y fuertes inundaciones a su paso por el sureste de China
La presa se ha roto. Las aguas se han desbordado. Los residentes locales en el condado de Pinyang, en la provincia china de Zhejiang, han formado una cadena humana, codo con codo con soldados del Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n (EPL), para evitar que la corriente anegue sus viviendas y sus cultivos.
El responsable ha sido el tif¨®n Soudelor, el m¨¢s potente del a?o en el planeta seg¨²n calculan ya los cient¨ªficos. Con nombre de un jefe guerrero micronesio, ha llegado pidiendo batalla. Produjo grandes da?os materiales en las islas Marianas y en Taiw¨¢n dej¨® el fin de semana 7 muertos, 400 heridos y 5 desaparecidos. All¨ª forz¨® el cierre de escuelas, oficinas, centros comerciales, aeropuertos y servicios ferroviarios. A su llegada a China continental ha causado 17 muertos y 5 desaparecidos y la evacuaci¨®n de 671.000 personas. La gran mayor¨ªa de las v¨ªctimas ha muerto sepultada por corrimientos o derrumbamientos de tierras o arrastrados por s¨²bitas crecidas. En Zhejiang y las provincias vecinas se han visto afectadas cerca de 2,5 millones de personas antes de que el tif¨®n haya perdido gradualmente fuerza hasta convertirse en mera tormenta tropical.
Pingyang es una de las ¨¢reas m¨¢s perjudicadas. Llovi¨® el s¨¢bado sin parar y al despertar el domingo la zona estaba anegada. Muchos veh¨ªculos, semisumergidos. Los vecinos batallan contra la inundaci¨®n. Hay que contener el agua. Saco terrero tras saco, de mano en mano, poco a poco va naciendo la l¨ªnea amarilla que le bloquear¨¢ el paso. Soldados, civiles, no importa. Con sus petos naranjas, desde lo alto son todos iguales. Peque?as piezas en una serpentina por el bien com¨²n. Por salvar lo que se pueda, en una lucha entre hombre y naturaleza que cada verano se repite en las costas chinas.
El sureste de China conoce bien este tipo de desastres. Cada a?o sufre los embates de tifones que ganan su fuerza en las aguas c¨¢lidas del Pac¨ªfico y el mar del Sur de China antes de perderla a medida que avanzan tierra adentro. Cada a?o, en alg¨²n sitio, las lluvias traen corrimientos de tierra, inundaciones, p¨¦rdidas de viviendas, de cosechas, de animales. Y cada a?o, filas de hombres que, saco a saco, de mano en mano, regatean el precio que la naturaleza se quiera cobrar esta vez.
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