Como cualquier otro viernes

Como cualquier otro viernes, aquel primero de abril de 2011 disfrutaba del fin de semana con unos amigos en la casa que Naciones Unidas ofrec��a a la comunidad humanitaria en Mazar e Sharif, en el norte de Afganist��n, cuando comenzaron las protestas y el ataque contra la oficina principal de la ONU. Inmediatamente, corrimos a refugiarnos en el b��nker. Al principio, quiz�� para quitarle hierro a la situaci��n, empezamos a bromear. Los ��nimos empezaron a cambiar cuando comprobamos que la radio de la oficina hab��a dejado de comunicar. Todo se volvi�� fren��tico; los rumores empezaron a circular y los tel��fonos m��viles no dejaban de sonar. La situaci��n empeor�� cuando nos confirmaron que tres compa?eros y cuatro guardas de seguridad hab��an sido asesinados. Algunos de los que compart��an el b��nker conmigo rompieron a llorar. Lo m��s dif��cil en el viaje de regreso a la normalidad es pensar en aquellos que perdimos, sus familias, sue?os, aspiraciones y los momentos terribles por los que tuvieron que pasar.

La inseguridad es frecuente en muchos contextos en los que trabajamos. Con motivo del D��a Mundial de la Asistencia Humanitaria el 19 de agosto, en esta selecci��n de im��genes que comparto a diario en mi Twitter @diegofgphoto he querido rendir un homenaje a todos los colegas que fallecieron intentando construir un mundo mejor.

En la imagen. Darfur, Sud��n 2007. Soldado del ej��rcito de liberaci��n de Sud��n (SLA, en sus siglas en ingl��s). Las visitas a las aldeas controladas por los grupos rebeldes de Darfur resultaban algo desconcertantes, por no decir intranquilizadoras�� Por un lado parec��a predominar la cultura de la hospitalidad y tambi��n cierta necesidad de ostentaci��n. Por otro, era obvia la reticencia a la presencia de los extranjeros en sus territorios.

Bagdad, Irak 2002, poco despu��s del final oficial de la guerra. Este incidente me sorprendi�� durante la visita a un cibercaf��. El due?o me inform�� de que hab��a habido una manifestaci��n y que estaban atacando una licorer��a regentada por cristianos en el local de al lado. Pronto comenzaron los disparos. Me dijo que me refugiara en su oficina. Al poco rato, cuando los atacantes se hab��an dispersado, aparecieron los soldados. Sorprend��a lo aparentemente rutinario que para los iraqu��es y los soldados resultaba todo aquello.

Campo de refugiados de Dadaab, norte de Kenia, 2014. La creciente inseguridad ha hecho que en ocasiones se creen barreras entre los trabajadores humanitarios y la poblaci��n a la que prestan asistencia. En Kenia se da la circunstancia de que en el campo de Kakuma es posible caminar y hablar con tranquilidad con los refugiados mientras que en el de Dadaab, donde dos cooperantes espa?olas fueron secuestradas en 2011, el contacto informal es muy limitado. Nuestros protocolos de seguridad incluyen la utilizaci��n de prendas protectoras como las de la imagen.

2006, Darfur, Sud��n. No es frecuente estar presente cuando la emergencia humanitaria se empieza a desarrollar. En esta ocasi��n, las milicias acababan de atacar un poblado de Darfur y sus habitantes hab��an tenido que huir pr��cticamente con lo puesto. Cuando llegamos estaban recogiendo ramas y arbustos para construir sus precarios refugios.

Darfur, Sud��n 2006. Soldados del ej��rcito de liberaci��n de Sud��n. Adem��s del impresionante 'look' de estos soldados, me llamaron la atenci��n sus inmaculados uniformes, teniendo en cuenta las circunstancias. Me hubiera gustado preguntar sobre la procedencia de las prendas, pero prefer�� abstenerme��

Ed Daein, Darfur, Sud��n 2007. Estos desplazados del sur de Sud��n llevaban viviendo en Darfur pr��cticamente dos d��cadas. Me result�� muy interesante el debate que se establec��a entre j��venes y mayores durante las visitas a los campos para la organizaci��n del retorno a sus pueblos de origen. Los j��venes que hab��an nacido all��, dec��an que eran sudaneses y ten��an derecho a quedarse, a lo que los mayores respond��an indignados que ya era hora de volver a la tierra madre. En la imagen, los organizadores del retorno informaban a los desplazados sobre el procedimiento.

Ed Daein, Darfur, Sud��n 2007. Retorno de desplazados por la guerra entre el norte y el sur de Sud��n. Preparados para la partida, estos sudaneses del sur se desped��an entre felices y preocupados por lo que se iban a encontrar de sus casas��

Mazar e Sharif, Afganist��n 2011. Distribuci��n de cupones para la compra de alimentos en comercios locales. Los beneficiarios de este programa eran viudas, hu��rfanos y mutilados de guerra. El triste legado de d��cadas de guerra y sufrimiento.

Basora, Irak 2002. Estatuas de soldados iraqu��es se?alando con el dedo a Ir��n poco antes de la guerra de 2003. En la medida en que las circunstancias lo permiten, siempre intento viajar en los pa��ses donde trabajo, y si puedo lo hago en tren. Esto me da la oportunidad de descubrir el pa��s desde un punto de vista distinto y acercarme un poco m��s a sus gentes. Este viaje a Basora, donde confluyen los r��os Tigris y ?ufrates fue, creo recordar, el ��ltimo que hice en Irak.

Darfur, Sud��n 2007. Seg��n la creencia local, estos textos religiosos envueltos en cuero sirven para protegerse contra las balas. Seg��n dec��an otros entre risas, tambi��n les serv��an para atraer a las mujeres�� ?

Kabkabiya, Darfur, Sud��n 2005. Sorprendentemente el veh��culo preferido por los insurgentes en Darfur no eran los todoterreno normales, sino las 'pick ups' donde pod��an transportar a m��s gente y montar armamento m��s pesado. Esto resultaba de alguna forma tranquilizador, aunque en ocasiones cuando se hac��an con otros veh��culos les serraban el techo para adaptarlos a sus necesidades.diego fern��ndez gabald��n (PMA)

Mazar e Sharif, norte de Afganist��n 2010. Esta imagen me atrap�� una tarde sentado en el jard��n de la casa que compart��amos en Mazar e Sharif. La aparente paradoja de una paloma disfrutando del descanso sobre un alambre de espino no fue la ��nica que viv�� en este castigado pa��s; tambi��n recordar�� con cari?o la amabilidad y hospitalidad de sus gentes, en contraste con la guerra.