La tormenta perfecta
La afluencia de migrantes a las islas griegas del Egeo a?ade una carga colosal a un lustro largo de crisis financiera
De noche, desde el litoral nororiental de la isla griega de Kos, en el Egeo, se divisan con nitidez los faros de los coches que recorren la costa turca de Bodrum, como inquietantes gui?os de un gigante dormido. Entremedias hay solo cuatro kil¨®metros en l¨ªnea recta, y brava mar, que cientos de refugiados recorren a diario y cuya afluencia ha provocado en Grecia una crisis humana de dimensiones colosales, apenas reflejada en los n¨²meros: la semana pasada llegaron al pa¨ªs por mar casi 20.900 refugiados e inmigrantes; 1.728 en tres d¨ªas.
Buena parte de ellos arriban a Kos, cuna del santuario de Asclepio y popular destino entre los turistas brit¨¢nicos. Sin medios ni infraestructuras, con la tormenta perfecta de una crisis migratoria a?adida a un lustro largo de crisis financiera, las autoridades griegas admiten su impotencia; como pa?os calientes, enviaron la semana pasada a las islas del Egeo 250 polic¨ªas para agilizar la identificaci¨®n de los refugiados, y un ferri a Kos para servirles de refugio temporal y trasladarlos despu¨¦s al continente, con el objetivo de aliviar la presi¨®n demogr¨¢fica sobre el terreno. Los isle?os se han volcado voluntariosamente con los necesitados, muchos de los cuales viven a la intemperie, como el migrante que se ba?a en el mar mientras de fondo el buque emprende viaje.
El Eleftherios Venizelos, que as¨ª se llama el barco, zarp¨® ayer de Kos con 1.700 refugiados sirios (ocho de cada diez de los que llegan a las islas) a bordo y de camino recogi¨® en otras islas a 900 m¨¢s. Veinticuatro horas m¨¢s tarde, ten¨ªa previsto vomitar su carga, casi 2.600 seres que huyen de la guerra o la barbarie del Estado Isl¨¢mico, en el Pireo, de donde volver¨¢ a zarpar a Kos, y viceversa, una vez y otra y otra m¨¢s, porque los refugiados seguir¨¢n jug¨¢ndose la vida en el mar a diario para ponerse a salvo. Rumbo al norte, los m¨¢s afortunados viajar¨¢n despu¨¦s a la frontera con la Antigua Rep¨²blica Yugoslava de Macedonia, para dar el salto al interior de Europa.
Ni siquiera los sirios, que gozan de trato VIP en comparaci¨®n con el resto de parias, con papeles para moverse por Grecia durante seis meses, quieren quedarse en un pa¨ªs incapaz de darles nada. Ese gigantesco mundo en tr¨¢nsito aspira a franquear el coraz¨®n de Europa.
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