Verano del 45
El Estado de bienestar, que se sostuvo durante 30 a?os, se ha vuelto insostenible. Eso dicen
Hay un poema de Wislawa Szymborska que recuerda que despu¨¦s de una guerra las cosas no se ordenan solas, que alguien tiene que ponerse a limpiar. Pues bien, aunque por esa rara querencia a los aniversarios, los festejos de la Primera Guerra Mundial contin¨²an hasta 2018, los de la segunda acabaron este verano. Fin de la ¨¦pica, llega el realismo. ?Recuerdan la ceremonia de inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres? Fue en 2012. Los inventores del humor ingl¨¦s limitaron esos movimientos de masas tan del gusto del olimpismo, el fascismo y el comunismo y ocuparon el estadio de Stratford con una danza de m¨¦dicos, goteros y camas de hospital. En tiempos en que todo es marketing, sorprendi¨® que usaran el prime time no para venderle una moto al mundo ¡ªya se encarga 007¡ª, sino para exhibir su orgullo por un producto con tan poca salida en las exportaciones que los republicanos estadounidenses, anglosajones de toda la vida, no lo compran ni muertos: el Servicio Nacional de Salud.
Fue el ministro laborista Aneurin Bevan el que impuls¨® ese servicio en 1948, solo tres a?os despu¨¦s de la guerra y con todo el pa¨ªs mirando con lupa d¨®nde pon¨ªa sus prioridades. Entretanto, los conservadores clamaban que cualquier intervenci¨®n estatal convertir¨ªa a Reino Unido en algo similar a la URSS o, lo que era peor, a la Alemania nazi. Sin embargo, fue la victoria sobre los alemanes la que llev¨® a los brit¨¢nicos a resolver que no quer¨ªan que a la segunda guerra le siguiera lo mismo que a la primera: desigualdad, miseria. Si se hab¨ªan organizado colectivamente para derrotar al totalitarismo, ?no podr¨ªan hacerlo para construir casas dignas y universalizar la sanidad? Eran tiempos en los que Clement Attlee ¡ªprimer ministro, laborista tambi¨¦n¡ª defend¨ªa sin descanso los servicios p¨²blicos: hab¨ªa necesidades que deb¨ªan quedar al margen del negocio. El Estado ser¨ªa la barrera entre los ciudadanos y la l¨®gica del beneficio a ultranza.
En 1979, Margaret Thatcher gan¨® las elecciones y levant¨® esa barrera. Su sucesor, Tony Blair, digamos laborista, la quit¨® del camino. Tercera v¨ªa se llam¨® el invento, tres carriles para el dinero r¨¢pido. Aquello cre¨® escuela. Desde entonces el Estado de bienestar, que se sostuvo durante 30 a?os, se ha vuelto insostenible. Eso dicen. A los defensores de esa teor¨ªa les gusta comparar un pa¨ªs con una familia: nadie debe gastar lo que no tiene. Cuesti¨®n de prioridades. A falta de pan, en el a?o del hambre com¨ªamos el caviar con galletas, dec¨ªa el chiste. Tuvimos que construir los palaus de les arts con azulejos rotos porque no hab¨ªa ladrillos ni para casas de protecci¨®n oficial. La guerra ha terminado. ?O era solo el verano?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.