Una revoluci¨®n nunca sale redonda
Cl¨¦, lo nuevo de Cartier, tiene una caja que juega con formas curvil¨ªneas y una corona en forma de llave. El resultado, adem¨¢s de funcionar a la perfecci¨®n, no se parece a nada que se haya visto antes
Formas ha habido muchas. Estuvo el Santos, aquel reloj cuadrado que Louis Cartier cre¨® en 1904 para el aviador brasile?o Alberto Santos Dumont. Un poco m¨¢s tarde, en 1917, apareci¨® el rect¨¢ngulo en las l¨ªneas del Tank, otro icono de la maison francesa. El Crash no tiene formas (bueno, s¨ª, pero es como si le hubieran golpeado con un martillo: es imposible definirlo). Y tambi¨¦n est¨¢n los redondos, claro. Pero, ?redondos que no lo son? De esos s¨®lo existe Cl¨¦.
Su presentaci¨®n en el ¨²ltimo Sal¨®n Internacional de la Alta Relojer¨ªa en Ginebra fue uno de esos momentos estelares que no se viven muchas veces en el mundo de los guardatiempos. Porque, por mucho que Cartier sepa un par de cosas sobre hacer relojes revolucionarios, lanzar una familia completamente nueva, con un calibre reci¨¦n salido del cascar¨®n, es un atrevimiento inusual. El nuevo Cl¨¦ (llave en espa?ol) posee una esfera redonda, pero por la forma de su caja, semiovalada, da otra apariencia; un truco visual cuyo misterio viene reforzado por esa extra?a corona que no se parece a ninguna de las que habitualmente portan los relojes. Porque es, y funciona, como una llave. D¨¢ndole vueltas se controlan las agujas. Otro detalle: mirado de perfil se vislumbra que la caja es curvada, al igual que su fondo, con lo cual se adapta a la mu?eca como un guante. Esto es m¨¢s que un t¨®pico: es cierto.
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