Elecciones navide?as
Rajoy alarga al m¨¢ximo el interregno electoral sin aclarar cu¨¢l es su proyecto
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha decidido agotar el plazo constitucional de que dispon¨ªa para convocar las elecciones generales y, desde ese punto de vista, no hay objeci¨®n alguna que pueda hacerse. Otra cosa son los efectos pol¨ªticos buscados por quien apura tanto los tiempos legales, cuya primera consecuencia es la de alargar innecesariamente el interregno electoral vivido por los espa?oles a lo largo de todo 2015. Un periodo fallido para plantearse reformas de fondo en el funcionamiento de la democracia y tambi¨¦n planes econ¨®micos y sociales que vayan m¨¢s all¨¢ de esperar a que las Navidades consoliden un cierto ambiente de recuperaci¨®n econ¨®mica.
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Cierto que Rajoy ten¨ªa un objetivo: abordar las elecciones con los Presupuestos del Estado ya aprobados para 2016. Si hubiera dado se?ales de contar con un gran proyecto pol¨ªtico, algo que exija dedicar todos los esfuerzos a modernizar las instituciones y resolver el riesgo de fractura que existe en Catalu?a, podr¨ªa tener m¨¢s sentido el empe?o de ahorrarse el tiempo de la discusi¨®n presupuestaria en la nueva legislatura.
Pero cabe dudar seriamente de que esas sean sus intenciones, a la vista de las banalidades (platos, vasos, etc¨¦tera) en que ha ca¨ªdo el discurso presidencial; que adem¨¢s justifica la celebraci¨®n de las elecciones en diciembre como el modo de constituir m¨¢s c¨®modamente las C¨¢maras una vez pasadas las fiestas. Deber¨ªa haber pensado en las molestias que ocasionar¨¢ a mucha gente la mezcla del periodo electoral con la intensificaci¨®n de la vida familiar y los movimientos comerciales propios de d¨ªas tan se?alados.
No resulta menos sorprendente la forma de anunciar la convocatoria a las urnas, deslizada como de pasada en el curso de una entrevista con una televisi¨®n. Las elecciones generales son el momento pol¨ªtico m¨¢s serio para los ciudadanos, y tiene poco sentido acudir a un plat¨® para decir la fecha en v¨ªsperas de una reuni¨®n del Consejo de Ministros. Los tiempos son demasiado convulsos como para dar la sensaci¨®n de que celebrar elecciones es un asunto corriente, que no merece mayor solemnidad.
Lo ¨²nico que ha cambiado es la selecci¨®n del adversario principal. Rajoy vuelve a se?alar al PSOE y a su l¨ªder, Pedro S¨¢nchez, en vez de zaherir a los partidos emergentes (fuerzas creadas ¡°hace un cuarto de hora¡±, dec¨ªa anteriormente). La reivindicaci¨®n de la antig¨¹edad como garant¨ªa de futuro ya no cotiza en el mercado pol¨ªtico. Y desde un punto de vista simplemente pragm¨¢tico, los sondeos no son tan propicios al PP como para despreciar a Ciudadanos y a su dirigente principal, Albert Rivera, que puede resultar imprescindible para acuerdos futuros de gobernabilidad, bien con el PP, bien con el PSOE.
En todo caso, Espa?a va hacia unas elecciones de cambio, en medio de un fuerte movimiento en Catalu?a donde los independentistas llevan claramente la iniciativa. Son dos procesos muy complejos, paralelos pero entremezclados, que exigen pol¨ªtica de altura, creaci¨®n de un entorno favorable al pacto y no solo tacticismos para aguantar un poco m¨¢s en el poder.
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