La Comunidad Valenciana y la Tercera Espa?a
El devenir, desde el liberalismo, de la Comunidad Valenciana consisti¨®, en buena medida, en adaptarse a ser un ap¨¦ndice floral y funcionarial del nacionalismo espa?ol
En el D¨ªa de la Comunidad Valenciana recordemos el inicio de su Himno: ¡°Para ofrendar nuevas glorias a Espa?a/ todos a una voz, hermanos, venid¡±. La pregunta es a qu¨¦ Espa?a se refiere, a qu¨¦ Espa?a se le ofrendan glorias. Para la derecha es la Espa?a ¡°de siempre¡±, la que sobrevive bajo la letra de la Constituci¨®n y aflora como entidad administrativa y uniforme, la conformada por justo derecho de conquista en el molde de las Castillas y en la prepotencia de algunas dirigencias madrile?as. ?Pero est¨¢ la Comunidad Valenciana en condiciones de ofrendar a tal Espa?a? Dif¨ªcilmente, porque esa misma concepci¨®n neocentralista la ha dejado sin emociones que brindar al Estado, aunque respete sus s¨ªmbolos.
El devenir, desde el liberalismo, de la Comunidad Valenciana consisti¨®, en buena medida, en adaptarse a ser un ap¨¦ndice floral y funcionarial del nacionalismo espa?ol. A sus ¨¦lites les fue bien, y parte de sus tradiciones dificultaban otra cosa. Todo cambi¨® con el Estado auton¨®mico: los rasgos pre-pol¨ªticos con los que construy¨® una identidad d¨¦bil eran insuficientes para un ¡°poder valenciano¡± pol¨ªtico, parco en vitalidad nacional propia pero que no puede obviar una rica historia, lengua propia y oscura memoria de desencuentros con el macizo de la raza espa?ola y con las pol¨ªticas de ¡°Kil¨®metro 0¡±. Eso ser¨¢ fuente de conflictos, de un cierto malestar inherente a un hipot¨¦tico ¡°ser valenciano¡±. Los largos gobiernos del PP trataron de sublimar la cuesti¨®n inventando un ¡°eje de la prosperidad¡± que avecindara la Valenciana con otras Comunidades dadas a la especulaci¨®n, el trasiego de favores y la erecci¨®n de grandes hitos para ovaci¨®n de gobernantes que, en muchos casos, han acabado mal. Fue la Espa?a que, parafraseando a Borges, transit¨® de la canci¨®n de gesta a oscuras noticias policiales.
El despertar ha sido amargo y la Comunidad que encuentra el nuevo Gobierno progresista sangra con una maltrecha autoestima por la ausencia de servicios que equilibren una realidad con un 30% de ¡°pr¨®speros¡± valencianos empobrecidos, con la corrupci¨®n instalada en la verg¨¹enza colectiva, con la peor financiaci¨®n de la Espa?a auton¨®mica. Si en otras ¨¦pocas lo que sintetizaba el encaje ¡°regionalista¡± fue la idea del ¡°Levante feliz¡±, ahora es la infelicidad la que preside la relaci¨®n con el Estado. Eso es lo que debe ser cambiado.
Hablamos del pa¨ªs de las dobles lealtades, de los que se sienten tan espa?oles como valencianos
?Desafecci¨®n, ecos independentistas? No. Hablamos del pa¨ªs de las dobles lealtades, de los que se sienten tan espa?oles como valencianos. Pero cada vez ser¨¢ m¨¢s del pa¨ªs de los que no querr¨¢n ser leales al modelo de Espa?a de la derecha, sostenido precariamente en dos patas. La primera es el aferrarse a unas se?as de identidad de las que quiere apropiarse para reabrir viejos conflictos. No se da cuenta de que no est¨¢ la sociedad para eso, pues aprecia m¨¢s una versi¨®n propia del patriotismo constitucional, que acepta las prescripciones legales pero que, sobre todo, valora el di¨¢logo abierto al cambio: banderas que envuelvan corrupci¨®n e insolidaridad no es lo que quiere la sociedad valenciana. La segunda pata confunde la lealtad a Espa?a con el sometimiento al Gobierno. Nada m¨¢s insultante: sirvi¨® a Zaplana y Camps para ganar autoridad en el PP, pero hoy supone escindir identidad y autogobierno, el mayor disparate, la mayor traici¨®n. La dignidad de los cinco millones de espa?oles/valencianos no pasa por rituales fervorosos, sino por una financiaci¨®n adecuada, para rescatar personas y desarrollar las pol¨ªticas propias de un Estado social, como quiere nuestra Constituci¨®n.
Quiz¨¢ todo eso incluya a la Valenciana en un invisible, a¨²n, mapa de Comunidades que no esperan ni desean ¡°irse¡± de Espa?a, pero que saben que nunca ser¨¢n consideradas, si quieren autogobernarse, contribuyentes fieles a la definici¨®n activa de la pluralidad de Espa?a; aunque, s¨ª, contribuyentes econ¨®micos. Que no forman parte de ¡°la esencia¡±, pero s¨ª son ¡°esenciales¡± para el mantenimiento de los aparatos del Estado. Esa tercera Espa?a que no est¨¢ a gusto en lo que algunos dicen que es Espa?a, ser¨¢ la pieza clave para que una reforma constitucional sea posible. Porque no son parte del problema y son parte de la soluci¨®n. ?Es eso una gloria que ofrendar? Quiz¨¢ para algunos no sea demasiado. Pero no tenemos otra. Porque nuestros impuestos ya se los han cobrado.
Manuel Alcaraz Ramos es Conseller de Transparencia, Responsabilidad social, Participaci¨®n y Cooperaci¨®n de la Generalitat Valenciana
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