Una terapia alternativa
?l se dio cuenta de que hab¨ªa pronunciado por primera vez el verbo vivir en sentido positivo, y se atrevi¨® a hacer una broma
Marina no le eligi¨®. Estaba demasiado maltrecha, demasiado dolorida, y medicada, y angustiada, y sola, y triste, como para pensar en un enfermero. S¨®lo pod¨ªa pensar que quer¨ªa morirse, y lo pensaba a todas horas, todos los d¨ªas de todas las semanas de lo que ya no le parec¨ªa su vida, sino un aborrecible suced¨¢neo.
N¨¦stor tampoco la escogi¨®. Cuando recibi¨® aquella oferta, estaba a punto de perder la prestaci¨®n por desempleo y no hab¨ªa recibido respuesta de ninguna de las cl¨ªnicas a las que hab¨ªa enviado su curr¨ªculum. Nunca hab¨ªa trabajado como cuidador a tiempo completo de un solo paciente, y no le apetec¨ªa debutar en un oficio desde el que luego le resultar¨ªa cada vez m¨¢s dif¨ªcil regresar a un hospital, pero no ten¨ªa otro remedio.
Marina hab¨ªa sido muchas veces v¨ªctima de un solo accidente de tr¨¢fico
Marina hab¨ªa sido muchas veces v¨ªctima de un solo accidente de tr¨¢fico. V¨ªctima porque el culpable se hab¨ªa salido de su carril, hab¨ªa cruzado la mediana y les hab¨ªa embestido de frente en direcci¨®n contraria. V¨ªctima porque su marido hab¨ªa muerto en el acto. V¨ªctima porque su ¨²nico hijo, un beb¨¦ de 11 meses, fruto de un laborioso proceso de fecundaci¨®n asistida, hab¨ªa muerto tambi¨¦n, antes de que su madre recobrara la conciencia. V¨ªctima porque le hab¨ªa tocado sobrevivir. V¨ªctima porque se hab¨ªa quedado parapl¨¦jica, confinada a una silla de ruedas y un agotador programa de rehabilitaci¨®n que su falta de voluntad convert¨ªa en una tortura cotidiana.
N¨¦stor lo comprendi¨® todo en unos minutos y estuvo a punto de despedirse antes de la primera noche, pero se qued¨®. Marina ten¨ªa 35 a?os, una vida rota en pedacitos y 35 a?os, perspectivas muy remotas de volver a andar y 35 a?os. Por eso, el primer d¨ªa, en vez de agobiarla con preguntas y frases de ¨¢nimo hechas, estereotipadas, trabaj¨® en silencio. Le dio un masaje, la levant¨®, la ba?¨®, la visti¨®, la acompa?¨® a la rehabilitaci¨®n, le hizo la comida, se la dio¡
El segundo d¨ªa le pregunt¨® si le apetecer¨ªa escuchar m¨²sica. Ella dijo que le daba igual y ¨¦l puso La flauta m¨¢gica. Cuando termin¨®, Marina le pregunt¨® de qu¨¦ trataba, y N¨¦stor se lo cont¨®. Le cont¨® m¨¢s cosas, que hab¨ªa nacido en Argentina. Que no se acordaba de su pa¨ªs, porque hab¨ªa venido a vivir a Espa?a con sus padres a los tres a?os. Que poco despu¨¦s hab¨ªa empezado a estudiar m¨²sica. Que a los 20 hab¨ªa tenido que dejarlo porque la muerte de su padre hab¨ªa dejado muy malparada la econom¨ªa familiar. Que hab¨ªa estudiado enfermer¨ªa trabajando de celador en un hospital. Que hasta que empez¨® a trabajar para ella, hab¨ªa estado 11 meses en el paro.
¨C?Cu¨¢ntos a?os tienes?
¨CTreinta y cinco.
¨CIgual que yo.
Luego habl¨® Marina. Le habl¨® de su marido, de su embarazo, de su beb¨¦, y llor¨® mucho, luego menos, al final sonre¨ªa de vez en cuando sin dejar de hablar. Mientras tanto, la m¨²sica sonaba sin interrupci¨®n. Ella le confes¨® que nunca le hab¨ªa gustado demasiado, pero que ahora no podr¨ªa vivir sin ella. ?l se dio cuenta de que hab¨ªa pronunciado por primera vez el verbo vivir en sentido positivo, y se atrevi¨® a hacer una broma. Bueno, antes tampoco hab¨ªas vivido nunca sin piernas¡ Y Marina se rio.
As¨ª, Marina empez¨® a esforzarse de verdad en los ejercicios de cada d¨ªa, dentro y fuera del hospita
A ella le gustaba mucho el cine, as¨ª que para compensar las ¨®peras, los conciertos, empezaron a ver pel¨ªculas por las noches. Cl¨¢sicas y modernas, pero sobre todo series, cap¨ªtulos y cap¨ªtulos despu¨¦s de cenar, antes y despu¨¦s de las palomitas que N¨¦stor hac¨ªa en el microondas como una concesi¨®n extraordinaria, sacrificando la dieta al buen humor de su paciente. As¨ª, Marina empez¨® a esforzarse de verdad en los ejercicios de cada d¨ªa, dentro y fuera del hospital. Un poco m¨¢s, le ped¨ªa ¨¦l, un poco m¨¢s, mientras discut¨ªan si la cuarta temporada de Juego de tronos era peor o mejor que la quinta, mientras se pon¨ªan de acuerdo en que Richard Strauss era el amo de la emoci¨®n, mientras hablaban de historias, y de m¨²sica, y de inv¨¢lidas, y de parados, y se re¨ªan.
Se re¨ªan tanto que ¨¦l se trajo el piano de su casa para tocar en la de Marina. Tanto, que ella empez¨® a inventarse planes irresistibles para que los s¨¢bados ¨¦l se quedara con ella. Tanto, que ¨¦l los aceptaba siempre. Y as¨ª, Marina consigui¨® levantarse de la silla, dar pasos vacilantes agarrada a dos barras de acero, recuperar musculatura y sensibilidad antes de la reca¨ªda.
Porque, contra todo pron¨®stico, Marina recay¨®. Los m¨¦dicos que antes hab¨ªan dudado de que pudiera volver a andar no se explicaban por qu¨¦ se hab¨ªa parado, por qu¨¦ retroced¨ªa en lo f¨¢cil despu¨¦s de haber hecho lo m¨¢s dif¨ªcil.
Pero N¨¦stor lo sab¨ªa, y sab¨ªa c¨®mo remediarlo.
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