Tu nombre me suena

Confieso que en el pasado he gozado embelesando a alguien con alg¨²n disco, libro o pel¨ªcula que estaba claro que solo conoc¨ªa y entend¨ªa yo. Me sent¨ªa poderoso y hasta medio listo. Pero esta semana ha llegado el karma. Me han hablado de un director de cine cuyo nombre es Monte Hellman (lo recuerdo por pura nemotecnia: monta?a de mahonesa) y de una banda que se llama (corto y pego de Google tras ocho b¨²squedas frustradas en las que han aparecido p¨¢ginas tan desquiciadas que acabo de borrar el historial) Popol Vuh. De entre todos los nombres que aparecieron en la conversaci¨®n, estos son de los que recuerdo un porcentaje mayor de letras. Mi t¨¢ctica, totalmente improvisada, fue decir que s¨ª conoc¨ªa a uno de cada tres. Me pareci¨® una media razonable, aunque lo cierto es que no manejaba ninguna de la veintena de referencias culturales que aparecieron. Llegu¨¦ a casa roto por dentro. Siempre pienso que, si no entiendo algo, es por mi culpa, jam¨¢s porque el otro se explica mal. Me cabrea ser tan razonable en un mundo en el que se come pechuga de pavo light.

Ahora temo por la vez en que vuelva a encontrarme con ese humano. Si hubiera confesado abiertamente mi ignorancia, supongo que la persona en cuesti¨®n tendr¨ªa la sensibilidad de, en la pr¨®xima conversaci¨®n, hablarme de f¨²tbol, o no ir m¨¢s all¨¢ de Blur y Roberto Bola?o. Pero me pudo el orgullo, y ahora me toca ver alguna cinta de Hellman y escuchar a Popol Vuh. Me gusten o los odie, algo es seguro: la semana que viene esta columna versar¨¢ sobre su indispensable obra.