9 fotos10 libros de esta semanaHistorias de Franco y Hitler, lo ¨²ltimo de Carol Oates, una historia irreverente de la f¨ªsica... Las cr¨ªticas de Babelia 23 oct 2015 - 11:02CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlace"El peque?o libro de Marceline Loridan-Ivens re¨²ne algunas impresiones y recuerdos de su deportaci¨®n a Auschwitz-Birkenau cuando contaba 15 a?os. Esta autobiograf¨ªa en forma de carta a su padre, con el que fue detenida en 1944 y al que sobrevivi¨® (de ah¨ª el t¨ªtulo del libro), sirve de respuesta emocionada a la nota que ¨¦l consigui¨® hacerle llegar estando los dos ya recluidos, con el peligro que ello entra?aba. Por otro lado, desde el punto de vista hist¨®rico, se enmarca en el revisionismo sobre el papel que desempe?¨® Francia durante la II Guerra Mundial". Por FERNANDO CASTANEDOSALAMANDRA"Quiz¨¢ debamos empezar por hablar del estilo para transmitir la fascinaci¨®n que provoca la primera novela de Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983). Despojado, honesto, exacto y neutral. ?Por qu¨¦ neutral? Porque El comensal narra dos episodios de la vida de la familia de la autora con una claridad, levedad y falta de afectaci¨®n poco comunes en esta clase de temas. El primer episodio es el asesinato de su abuelo, el empresario, exalcade de Bilbao y expresidente de la Diputaci¨®n de Bizkaia Javier de Ybarra, a manos de ETA en 1977. Su abuelo pertenec¨ªa a una de las 10 o 12 familias que durante el franquismo y ¡°hasta finales de los setenta [ocuparon] los cargos de poder de Vizcaya¡±. Por CARLOS PARDOCABALLO DE TROYA"El mundo de la adquisici¨®n, consumo y disfrute de sustancias estupefacientes o embriagantes ilegales se desenvuelve en una aut¨¦ntica org¨ªa l¨¦xica. Ya sea porque su consumo comenz¨® en ambientes marginales o carcelarios, porque su comercio est¨¢ fuera de la ley o porque los grupos que las usan usan claves para comunicarse sin ser entendidos, el caso es que hay una asombrosa proliferaci¨®n de palabras que aluden a objetos, procedimientos y sensaciones relacionados con las drogas. Unas son palabras de jerga, otras son pr¨¦stamos de otras lenguas, algunas son met¨¢foras, otras juegos de palabras. Muchas han estado en uso en un periodo concreto, para nunca m¨¢s volver¡ o reaparecer al cabo de unos a?os. A ello hay que sumar nombres cient¨ªficos, marcas comerciales, denominaciones oficiales¡". Por JOS? ANTONIO MILL?NARCOLIBROS"La lectura de su poes¨ªa, reunida en Territorios bajo vigilancia, desde El ¨²nico umbral (1991) hasta Porno ficci¨®n (2011), deja patente que tras la publicaci¨®n de En ning¨²n para¨ªso (2005), Diego Doncel (Malpartida, C¨¢ceres, 1964) refunda su original y personal escritura al asumir el presente como su escenario material. En su nuevo e imprescindible libro, El fin del mundo en las televisiones (XXVIII Premio Tiflos de Poes¨ªa), va m¨¢s all¨¢ en la denuncia del dolor de vidas en conflicto, de esa imagen simulada de lo real que emborrona toda representaci¨®n veros¨ªmil y en su alegato moral contra la mezquina insignificancia: ¡°El mundo es solo un punto de fuga, los pensamientos son lugares de nadie¡±. Fruto de un realismo capitalista, donde el simulacro de los medios de comunicaci¨®n, la arquitectura del espect¨¢culo y la infecci¨®n mercantil ofrecen una realidad virtual, somos incapaces de ver el mundo, y solo vemos su imagen, ¡°una verdad al margen de la verdad¡±. Por ANTONIO ORTEGAVISOR"El colombiano Pablo Montoya (Barrancabermeja, 1963) es autor de una nutrida bibliograf¨ªa, de moderada proyecci¨®n, que abarca cuentos, ensayos, poes¨ªa y novela. Gracias al Premio R¨®mulo Gallegos de este a?o, otorgado a Tr¨ªptico de la infamia, su nombre ha pasado a primer plano. Y hay que celebrar que tan distinguido galard¨®n no haya sido, como en tantas ocasiones, la certificaci¨®n de un prestigio, sino una suerte de resarcimiento de un escritor tan tenaz como discreto. Su obra se nutre de la confluencia del arte (la m¨²sica, la fotograf¨ªa, la pintura) y la historia, adem¨¢s de la desaz¨®n de la violencia y la atenci¨®n al desaparecido mundo ind¨ªgena". Por FRANCISCO SOLANORANDOM HOUSE"Un pasajero se cae del tren en un t¨²nel y les amarga a sus compa?eros de viaje la vuelta a Basilea despu¨¦s del trabajo. Un periodista televisivo, Jonas Brand, va con su c¨¢mara en el mismo vag¨®n que Paolo Contini, la v¨ªctima, feliz empleado de banca, sin motivos para matarse, estrella de la especulaci¨®n burs¨¢til. El caso habr¨ªa quedado en suicidio si, a los dos meses, no hubiera encontrado Brand dos billetes de 100 francos suizos con el mismo n¨²mero de serie, id¨¦nticos. Si uno de los dos fuera falso, ya ser¨ªa incre¨ªble que los dos acabaran por casualidad en la misma mano. Pero, al ser aut¨¦nticos, la cosa se convierte en absolutamente improbable aunque inveros¨ªmilmente posible, sobre todo teniendo en cuenta otra coincidencia: la presencia de Brand en la muerte de un individuo involucrado en la duplicaci¨®n de los billetes. Las novelas de Martin Suter (Z¨²rich, 1948) parten de acontecimientos traum¨¢ticos, de un suceso-fractura. Montecristo es, como todos los buenos dramas criminales, una intriga moral. Hay, como m¨ªnimo, tres asesinatos, pero el problema afecta menos a la identidad de los culpables que al dilema entre el deber de decir la verdad y la conveniencia de callar verdades improcedentes. Y aqu¨ª se plantea otra cuesti¨®n: ?qu¨¦ requisitos debe cumplir un asesinato para arrogarse el derecho a la impunidad? Supongamos que uno de los principales bancos suizos se hunde, descapitalizado, despu¨¦s de perder miles de millones en especulaciones con valores rusos. Digamos que la muerte de Contini salv¨® a su banco, gracias a la intervenci¨®n del Estado y sus organismos monetarios". Por JUSTO NAVARROLIBROS DEL ASTEROIDE"La voz narradora de No llorar, que tiene como tel¨®n de fondo la guerra civil espa?ola, desgrana al principio un discurso de una sencillez casi esquem¨¢tica. Esa sencillez tiene como justificaci¨®n que la narradora, Lydie Salvayre, habla en realidad por boca de su madre, actualmente una anciana de 90 a?os que est¨¢ empezando a perder una memoria que su hija quiere rescatar. Para insertar los recuerdos autobiogr¨¢ficos maternos en el marco del conflicto civil espa?ol, Lydie Salvayre dedica largos excursos a exponer la situaci¨®n que exist¨ªa durante el advenimiento de la II Rep¨²blica y los accidentados a?os que precedieron al Alzamiento Nacional. Y es ah¨ª donde m¨¢s se nota el mencionado esquematismo simplificador porque, al menos para el lector espa?ol, es un episodio de sobras conocido y, bien se ve, no del todo superado. O sea, todav¨ªa objeto de discusi¨®n". Por JAVIER FERN?NDEZ DE CASTROANAGRAMA"Orhan Pamuk, siguiendo la consigna de que la novela es el relato de la vida privada de las naciones, cuenta la historia de Mevlut, un vendedor ambulante de boza ¡ªbebida de baja graduaci¨®n¡ª, que llega a Estambul a comienzos de los sesenta procedente del pueblo. El desarrollo urban¨ªstico de Estambul se dibuja a trav¨¦s de la trama de aprendizaje de un contrap¨ªcaro, un muchacho que emigra, alentado por los cantos de sirena capitalistas, y solo logra corroborar el peso de su propia extracci¨®n social y la falsa f¨¢bula del hombre hecho a s¨ª mismo. Mevlut asiste melanc¨®licamente a la extinci¨®n de su mundo. Los vendedores de boza y yogur desaparecen, y especuladores y caciques, mafiosos paternalistas, aprovechan las leyes de amnist¨ªa catastral para ir acumulando suelo. La extensi¨®n de la ciudad necesita de explotadores y explotados, ricos y pobres, fachas ¡ªas¨ª los llama el narrador¡ª, turcos y kurdos, religiosos ¡ªalev¨ªs, chi¨ªes, sun¨ªes¡¡ª y laicos, de hombres y mujeres, cuyas peque?as historias melodram¨¢ticas nos familiarizan con los usos amorosos de la Turqu¨ªa de la segunda mitad del siglo XX: las cartas que Mevlut escribe a Rayiha, hija del Cuellitorcido, pensando que en realidad es su hermana Samiha, el enga?o de S¨¹leyman, la fuga y la felicidad con la mujer equivocada amenizan er¨®ticamente el gran relato de la transformaci¨®n urbana poniendo de manifiesto que las grandes cosas no se entienden sin las peque?as, pero tambi¨¦n que no todo cae del lado de la homogeneidad humanista. M¨¢s all¨¢ de lo universal, importan paisaje e historia: el ser humano es su territorio e incluso, entre las colinas chabolistas de K¨¹ltepe y Duttepe donde comen los mismos alimentos y ven los mismos programas de televisi¨®n, existen diferencias pol¨ªticas irreconciliables". Por MARTA SANZRANDOM HOUSE¡°Radios de bicicletas, lamas retorcidas de persianas venecianas, un sonriente buda sentado recubierto de caucho con un buen tajo en el costado, p¨¢ginas de peri¨®dicos, pilas usadas, botellas de cerveza, trozos de valla, fotograf¨ªas, viales de crack, paquetes de tabaco hechos una bola, cables el¨¦ctricos, patas de mesa amputadas, fundas de pl¨¢stico de cuerdas de guitarra, botas sin cordones, bosques de envoltorios de comida r¨¢pida, cachos de neum¨¢tico, casetes con las tripas fuera [¡]¡±: la lista es m¨¢s extensa aun y est¨¢ compuesta por los objetos con los que alguien confecciona obras de arte; hornea la basura y luego vende, o pretende vender, el resultado. 'El cuaderno perdido' (1995), primera novela del escritor estadounidense Evan Dara traducida al espa?ol, se parece a la lista anterior, lo que significa que puede inducir en el lector la misma sensaci¨®n de hartazgo angustioso que la lista provoca. El lector no deber¨ªa dejarse desanimar por lo que parece una simple acumulaci¨®n de residuos, sin embargo, ya que hay una historia aqu¨ª, que orbita en torno a la descomposici¨®n de los v¨ªnculos entre los habitantes de una peque?a localidad en Iowa cuando se hace p¨²blico que la principal empresa local ha estado contaminando el suelo de forma deliberada durante d¨¦cadas (con las reacciones subsiguientes de impotencia, negaci¨®n, rechazo y miedo de sus habitantes): el lector s¨®lo tiene que tener el deseo y la capacidad para encontrarla". Por PATRICIO PRONP?LIDO FUEGO