"En 'La ventana indiscreta' el fetichismo rubio se despliega apote¨®sicamente, en el interior de un sistema afectivo y art¨ªstico sobre el que Donald Spoto, el documentado bi¨®grafo de Hitchcock, propone una juiciosa aclaraci¨®n: 'Con su belleza fr¨ªa y elegante, su pasi¨®n interior, su mente despierta (y la sumisi¨®n total a su due?o), Grace Kelly era la encarnaci¨®n de los fantasmas personales y profesionales del cineasta [¡] la actriz m¨¢s colaboradora que conoci¨® nunca'. Esto explica sin duda la tranquila euforia que nos invade por entero a lo largo del desarrollo de la historia". "Su ocupaci¨®n de la pantalla, su perfecci¨®n ansiog¨¦nica, la exhibici¨®n de la lencer¨ªa ¨ªntima hacen balbucir al fot¨®grafo, cuya herida no le impide radiografiar, con una mezcla de ¨¦xtasis y de fastidio, los magn¨ªficos secretos de esta anatom¨ªa que descubre su et¨¦rea y ¨²ltima prenda: 'Tu ropa interior que no pesa ni doscientos gramos¡ ?Cien gramos!'."Fueran cuales fueran los caprichos de Alfred Hitchcock, decepcionado por la deserci¨®n de Vera Miles, Novak, lejos de deslucir su colecci¨®n de rubias (cuya encantadora esbeltez contrasta con su opulencia carnal), la adorna con esa sensaci¨®n que te invade ante una mujer poco hecha para el gusto de uno y, sin embargo, turbadora. Es extra?o que el Maestro no se diera cuenta de la analog¨ªa de las situaciones: se esfuerza por modelar a la actriz de acuerdo con su idea del personaje del mismo modo que James Stewart se empe?a en recrear 'una mujer a partir de la imagen de una muerta'. Kim Novak cumple su misi¨®n: con la ambivalencia de un temperamento en el que la distinci¨®n y la animalidad se al¨ªan de una manera embriagadora, encarna a la perfecci¨®n a Madeleine, rubia fr¨ªa y mort¨ªfera, y luego a Judy, pelirroja escultural y espont¨¢nea, que une en una misma mirada (en la que se lee el p¨¢nico de sentirse sacrificada) a las fuerzas letales del desdoblamiento, de la perdida de s¨ª y de la ca¨ªda"."?l quiso inmiscuirse en su intimidad, ella le cerr¨® su coraz¨®n y todo lo dem¨¢s. ?Hemos vuelto a ver muchas veces m¨¢s a este raro ejemplar en una pantalla? 'Ex modelo, belleza cl¨¢sica', anuncia el dossier de prensa, 'rubia de inmensos ojos verdes y con un porte de reina', ?qu¨¦ pas¨® con Tippi Hedren para que todo el mundo conspirara contra ella, empezando por aquellos que la consideraban groseramente s¨®lo un suced¨¢neo de Grace Kelly?". "Hitch el charlat¨¢n, ?debe ser le¨ªdo y escuchado literalmente? Esta mezcla de locuacidad, de reticencia. Este d¨¦dalo de pistas indicadas con mayor o menor claridad. Estas historias de mo?os, de bragas, de bragueta, de rubias elegantes y depravadas. La visi¨®n de 'V¨¦rtigo' ya nos puso en antecedentes: el sexo de la mujer obsesiona al maestro de la c¨¢mara. Una hendidura ha de estar abierta o cerrada. Abierta, preferentemente, en la imaginaci¨®n. Pero querer abrirla en la realidad contra la voluntad de la mujer es pura locura. Esta met¨¢fora marca el principio tanto de 'Los p¨¢jaros' como de 'Marnie la ladrona'. Su omnipresencia demuestra que el Maestro cuida a su criatura al mismo tiempo que a sus fantasmas"."El director sobre 'Con la muerte en los talones': ?Es el final m¨¢s impertinente que he rodado nunca?, confiesa Hitchcock, con una pizca de provocaci¨®n. Satisfecho. Nosotros tambi¨¦n. Encumbrado hasta la cima del cine, atento a los ruidos nocturnos de la pareja, todos nosotros viajamos en compa?¨ªa de la radiante rubia, la actriz con un nombre tres veces divino, Eva Marie Saint, la amante de todos los hombres (Eva).