Elecciones y guerra
Los partidos deben comprometerse a un trato riguroso del problema terrorista
Puede ser inevitable que la cuesti¨®n de la guerra contra el terrorismo entre en la campa?a para las elecciones generales del 20 de diciembre en Espa?a. Sin embargo, hay que pedir firmemente a los partidos pol¨ªticos ¡ªdesde luego, a los que tienen opciones de gobierno¡ª que no improvisen en un terreno tan delicado ni caigan en burdos electoralismos. La potencialidad asesina de los yihadistas y su voluntad de amedrentar a las poblaciones europeas debe tomarse muy en serio, sobre todo en el pa¨ªs que fue v¨ªctima del mayor atentado cometido hasta ahora en el continente.
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No es f¨¢cil construir un consenso por el precedente de la guerra de Irak, en la cual particip¨® Espa?a al lado de Estados Unidos ¡ªa diferencia del criterio de los dirigentes franceses en aquella ¨¦poca¡ª y contra los deseos de amplios sectores, lo cual se vio agravado por la desastrosa gesti¨®n del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar respecto a los atentados del 11-M.
A poco m¨¢s de un mes de las elecciones, Mariano Rajoy prefiere evitar la repetici¨®n de tales escenarios y busca un compromiso con los dem¨¢s partidos, como le pide el socialista Pedro S¨¢nchez. Albert Rivera no solo quiere sumarse al pacto antiterrorista firmado entre PP y PSOE, sino que apuesta por la participaci¨®n espa?ola en una coalici¨®n militar. Pablo Iglesias ha comenzado a matizar sus primeras declaraciones, opuestas a cualquier respuesta militar.
De cara al pa¨ªs atacado, el Gobierno ha optado por una proclamaci¨®n demasiado gen¨¦rica, en el sentido de que todos somos Francia. Puestos a seguir esa l¨ªnea, es mejor decir que ¡°todos somos Europa¡±, porque el continente es el objetivo del terrorismo islamista. De ah¨ª la petici¨®n francesa de incrementar el rigor en el control de las fronteras exteriores, lo cual plantea un dilema: o se renuncia al Tratado de Schengen o los controles fronterizos tienen que ser un compromiso verdaderamente europeo.
La invocaci¨®n francesa de la cl¨¢usula de asistencia mutua entre miembros de la UE llevar¨¢ a tomar otras decisiones. Pol¨ªticamente, rehusar la ayuda que se demande equivaldr¨ªa a abandonar a un aliado, que adem¨¢s ha apoyado considerablemente la lucha contra ETA. Pero no es evidente que todo haya de centrarse en enviar aviones de combate, barcos o incluso tropas a Siria. Tambi¨¦n se puede sustituir a los franceses en Mal¨ª, Rep¨²blica Centroafricana o L¨ªbano, ayud¨¢ndoles as¨ª a liberar efectivos. Y en cualquier caso, la ret¨®rica belicista no deber¨ªa olvidar otras tareas retrasadas en el seno de Europa, como es una coordinaci¨®n m¨¢s estrecha entre los servicios policiales y de inteligencia, junto con accesos inmediatos a las bases de datos de seguridad de unos y otros y a los resultados de las investigaciones internas en cada pa¨ªs.
No menos importante que ese trabajo es el de identificar y secar las fuentes de financiaci¨®n del Estado Isl¨¢mico: no puede ser tan dif¨ªcil averiguar a qui¨¦n le vende su petr¨®leo y d¨®nde le pagan.
Cualesquiera que sean las soluciones, deben partir de la premisa de un tratamiento pol¨ªtico riguroso. Los ciudadanos tendr¨ªan sobradas razones para castigar electoralmente al que no lo haga.
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