El m¨¦todo nacionalista
El nacionalismo sigue un procedimiento precient¨ªfico: parte de una conclusi¨®n irrefutable, como es la existencia de una naci¨®n y busca los argumentos que la justifiquen
Desde que Descartes sent¨® formalmente las bases del m¨¦todo cient¨ªfico en su Discurso del m¨¦todo, all¨¢ por el siglo XVII en los albores de la revoluci¨®n cient¨ªfica, sabemos que la b¨²squeda del conocimiento, de la verdad, se sustenta en la raz¨®n, a trav¨¦s de la cual y partiendo del planteamiento de unas hip¨®tesis y de las subsiguientes deducciones nos permite sacar unas conclusiones (tesis) que tienen que ser contrastadas con la realidad. Por consiguiente, dichas hip¨®tesis o proposiciones tienen que poder ser refutadas en el caso de que nuestras conclusiones no sean refrendadas por esta ¨²ltima.
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Sin embargo, el nacionalismo practica un m¨¦todo que podr¨ªamos calificar de pre-cient¨ªfico, m¨¢s acorde con el m¨¦todo escol¨¢stico, propio de la ¨¦poca medieval. Un m¨¦todo milenario, acorde con la antig¨¹edad de la naci¨®n que propugna. Un m¨¦todo que intentaba ¡°racionalizar¡± la existencia de Dios, verdad absoluta pre-existente, utilizando las ideas y propuestas de fil¨®sofos anteriores, pero s¨®lo y ¨²nicamente cuando ¨¦stas sirvieran a su prop¨®sito. El nacionalismo catal¨¢n hace un ejercicio similar, pues partiendo de una conclusi¨®n (tesis) irrefutable, como es la existencia de una naci¨®n y, por lo tanto, portadora de soberan¨ªa propia, busca los argumentos que la justifiquen. Tarea dif¨ªcil, pues en el fondo es una forma de ¡°racionalizar¡± un sentimiento que como tal escapa a la raz¨®n. Adem¨¢s, la reacci¨®n del nacionalismo ante el ¡°m¨¦todo cient¨ªfico¡± aplicado a la discusi¨®n de la posible existencia de su naci¨®n (como hacen la gran mayor¨ªa de intelectuales actuales) es tambi¨¦n similar al de la Iglesia ante la revoluci¨®n cient¨ªfica de hace 500 a?os (como por ejemplo con Galileo): la condena y la exclusi¨®n de la comunidad nacional. Curiosas coincidencias.
En su ardua tarea de demostraci¨®n de la existencia de la naci¨®n catalana, el nacionalismo en sus distintas versiones pol¨ªticas ha ido avanzando diferentes hip¨®tesis con mayor o menor grado de sofisticaci¨®n. En primer lugar, acudi¨® a la existencia de unas caracter¨ªsticas distintivas como son una lengua, tradiciones, cultura e historia propias. Sin embargo, ¨¦ste tipo de justificaci¨®n de car¨¢cter etnicista, m¨¢s acorde con el romanticismo de la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX que con el concepto republicano de ciudadan¨ªa (propio del siglo XXI), donde los derechos y libertades individuales son iguales para todos, es dif¨ªcil de vender en Europa. Quiz¨¢s por ello, en una pirueta intelectual, esta argumentaci¨®n se recondujo hacia el m¨¢s et¨¦reo concepto de "voluntad de ser naci¨®n" atribuida a los catalanes en su conjunto para apartar del debate todo atisbo ¨¦tnico, pero que esconde una circularidad auto-definitoria que lo deja desnudo ante los embates de la raz¨®n. Adem¨¢s, es dif¨ªcil de conciliar con la realidad tanto dentro de Catalu?a, donde las identidades nacionales son plurales y una mayor¨ªa de catalanes tienen como lengua materna el castellano, como dentro de otras CCAA (principalmente Valencia y Baleares) donde el catal¨¢n es tambi¨¦n lengua oficial pero donde dicha "voluntad de ser naci¨®n" es muy minoritaria.
El segundo bloque de justificaciones se basa en una supuesta discriminaci¨®n y maltrato hacia Catalu?a por parte del Estado espa?ol, lo que ha llevado al nacionalismo a considerar como periclitado el pacto constitucional de 1978. Maltrato centrado en ataques a la dignidad de Catalu?a y en un expolio fiscal evidente. Aparte del hecho de que la dignidad pertenece exclusivamente a los seres humanos y no a los territorios, se entiende que dicho ataque se refiere a la lengua y al intento de recentralizaci¨®n de competencias o recorte del autogobierno. Curioso ataque a la lengua en un territorio donde la inmersi¨®n en catal¨¢n es obligatoria en el sistema educativo (a pesar de las sentencias judiciales en su contra) y las administraciones p¨²blicas catalanas la utilizan casi exclusivamente. En cuanto a las disputas competenciales, el razonamiento parece mejor sustentado cuando se constata el importante n¨²mero de casos ante el Tribunal Constitucional, lo que evidencia la necesidad de reformar dicho cap¨ªtulo de la Constituci¨®n con el fin de delimitar claramente esta cuesti¨®n. Por lo que se refiere al expolio fiscal (los famosos 16.000 millones de euros), ya se ha escrito lo suficiente para, como m¨ªnimo, poner en cuesti¨®n tanto los importes (dependen del m¨¦todo de c¨¢lculo) como su materializaci¨®n en tanto que dividendo fiscal en caso de secesi¨®n (depender¨ªa de las consecuencias econ¨®micas derivadas de la misma). Sin olvidar que el actual sistema de financiaci¨®n de las CC AA fue pactado entre la Generalitat y el Gobierno Zapatero. Sin embargo, es verdad que este ¨²ltimo elemento ha promovido la causa de la independencia entre un buen n¨²mero de catalanes, lo que dice m¨¢s sobre su inter¨¦s en mantener una econom¨ªa personal saneada que de su verdadera "voluntad de ser naci¨®n".
No es aceptable el argumento de que se ataca a la lengua catalana. La inmersi¨®n en catal¨¢n es obligatoria en el sistema educativo, a pesar de las sentencias judiciales en su contra
Pero visto que las argumentaciones anteriores no terminan de convencer a la mayor¨ªa de catalanes (como demostr¨® el pasado 27-S), la idea que cobra fuerza en los ¨²ltimos tiempos es la necesidad de tener un Estado para asegurarse que las pol¨ªticas llevadas a cabo en Catalu?a son las adecuadas a las necesidades de los catalanes y no a las del conjunto de todos los espa?oles. En este contexto, la supuesta izquierda nacionalista la presenta de una manera m¨¢s acorde con sus principios: es necesario crear una rep¨²blica catalana para poder hacer pol¨ªticas sociales dignas de ese nombre, lo que hoy en d¨ªa es imposible con el PP en el Gobierno central. Idea inicialmente atractiva si no fuera por dos consideraciones que la ponen en duda: primero, los costes de transici¨®n de la independencia (salida de la UE, recesi¨®n econ¨®mica derivada de la reducci¨®n del comercio y las inversiones, reducci¨®n del nivel de vida de los ciudadanos); segundo, la incertidumbre sobre el tipo de Estado que surgir¨ªa, ya que tanto en t¨¦rminos pol¨ªticos como econ¨®micos podr¨ªa ser m¨¢s parecido al actual (donde los sucesivos Gobiernos de Artur Mas se han destacado por los recortes y rebajas al estado del bienestar y donde la corrupci¨®n ha anidado en los principales partidos pol¨ªticos catalanes) que a un id¨ªlico estado igualitario. Adem¨¢s de la insolidaridad hacia ciudadanos de otras CC AA de renta inferior que una secesi¨®n supondr¨ªa.
Por si fuera poco, este argumento casa mal con una realidad econ¨®mica y pol¨ªtica de soberan¨ªas compartidas derivadas de los procesos de integraci¨®n europea y de globalizaci¨®n: por ejemplo, ?c¨®mo se justificar¨ªa la pertenencia de una Catalu?a independiente a la UE ante el hecho de que actualmente una gran parte de las decisiones que afectan a los ciudadanos se toman en Bruselas teniendo en cuenta el inter¨¦s general de todos los europeos y no solo de los catalanes?, o ?su permanencia dentro del euro, con el condicionamiento que ello supone en t¨¦rminos de pol¨ªtica presupuestaria y macro-econ¨®mica?, o ?en la OTAN, o en la OMC, etc¡..? Al menos en este tipo de cuestiones, la CUP es coherente al propugnar una salida de Catalu?a de estas organizaciones.
En definitiva, el mundo al rev¨¦s: en lugar de colocar a la raz¨®n y, por ende, a la pluralidad y la convivencia, en el lugar preponderante que le corresponde en el mundo de hoy, de lo que se trata es de la aplicaci¨®n del m¨¦todo escol¨¢stico o la racionalizaci¨®n de la fe, de la fe nacionalista.
V¨ªctor Andr¨¦s-Maldonado es licenciado y MBA por ESADE. Fue funcionario de las instituciones de la UE durante el periodo 1986-2012.
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