Modernizar el islam
Cualquier soluci¨®n al yihadismo requiere revisar la dimensi¨®n belicista de los textos sagrados que inspira a la minor¨ªa terrorista. Europa podr¨ªa proporcionar el marco para acomodar al mundo isl¨¢mico a los tiempos que vivimos
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En su autobiograf¨ªa, Victor Kemplerer escribi¨® que las palabras configuran el pensamiento. Es la versi¨®n actualizada de la concepci¨®n vigente en la China cl¨¢sica de que la incapacidad para encontrar las designaciones adecuadas es la puerta del caos. Algo de esto viene sucediendo a partir de los atentados de Par¨ªs, cuando pudimos observar c¨®mo entre jefes de Estado, pol¨ªticos y l¨ªderes de comunicaci¨®n ha prevalecido un tenso mutismo a la hora de dar con las palabras adecuadas para nombrar la identidad de los terroristas y las causas de su actuaci¨®n. No hay que ir muy lejos para buscar los ejemplos: en los pasados debates electorales, todos los recursos fueron buenos para evitar cualquier t¨¦rmino que incluyese el adjetivo isl¨¢mico. Claro que a Obama le pas¨® lo mismo. Abundan eufemismos vagos y difusos, tales como las expresiones ¡°terrorismo internacional¡± o lucha de ¡°civilizaci¨®n contra barbarie¡± y al mismo tiempo se alude al car¨¢cter yihadista de los atentados. Consecuencia: en medio de una mara?a de palabras, se instala un vac¨ªo de significaci¨®n susceptible de ser ocupado por los mensajes simplistas de los grupos xen¨®fobos, mucho m¨¢s eficaces, o por una sensaci¨®n generalizada en la opini¨®n p¨²blica de encontrarse ante un fen¨®meno indescifrable.
Dif¨ªcilmente se podr¨¢ elaborar un diagn¨®stico acertado de la amenaza presente si no somos claros, en el sentido orteguiano, al determinar su ra¨ªz. El origen de los grandes atentados de Par¨ªs, Estambul y antes de Mumbai se encuentra en el conflicto que tiene lugar en el seno del islam entre una ideolog¨ªa, el islamismo radical, y la modernidad. Conflicto que coloca a este islamismo en una situaci¨®n de contienda declarada unilateralmente contra los musulmanes liberales y contra Occidente; esto es, una guerra entre quienes quieren islamizar la modernidad y los que intentan modernizar el islam. La ideolog¨ªa islamista busca aherrojar la vida p¨²blica y se nutre de un tajante rechazo a los valores democr¨¢ticos occidentales: la libertad de expresi¨®n, cauce a su juicio de la blasfemia y la libertad sexual de las mujeres y de los homosexuales. Se alimenta del antisemitismo y del odio a Occidente, y explica los males que acechan a todos los musulmanes en clave de conspiraci¨®n o humillaci¨®n.
Otros art¨ªculos de la autora
El paquistan¨ª Hussain Haqqani ha precisado que eso no nace el 11-S, y representa una constante que reaparece en el mundo isl¨¢mico cada vez que, tras siglos de dominio, se ha enfrentado a una crisis de p¨¦rdida de poder, como la que tuvo lugar cuando la modernidad cuestion¨® algunas de sus premisas. Lo que s¨ª resulta novedoso es la dimensi¨®n que ha alcanzado, dentro de la globalizaci¨®n, donde gracias a las redes sociales su ideolog¨ªa se difunde por un ¨¢mbito transfronterizo dif¨ªcilmente controlable. En la actualidad el islamismo radical, como cualquier propuesta subversiva, proporciona una v¨ªa de empoderamiento a los j¨®venes, tanto europeos como del mundo musulm¨¢n, que se enfrentan a una crisis de identidad y a la amenaza real de marginalidad en sus sociedades.
El objetivo del radicalismo es establecer un orden teocr¨¢tico gobernado por la 'shar¨ªa'
Aun admitiendo que los errores de Occidente alimentasen semejante crisis, la responsabilidad es compartida. Nos lo recuerda el escritor Kemal Daoud al afirmar que el Estado Isl¨¢mico tiene una madre, la invasi¨®n de Irak, pero tambi¨¦n un padre, Arabia Saud¨ª. De ser aquella la causa, cabr¨ªa justificar una respuesta similar por parte de la poblaci¨®n cristiana de Oriente Pr¨®ximo, sometida a un acoso permanente y amenazada de extinci¨®n.
Resulta innegable que la deriva del islamismo radical es de car¨¢cter religioso, pues su objetivo consiste en establecer un orden teocr¨¢tico gobernado por la shar¨ªa. Para legitimar el uso de la violencia se apoya en la lectura literal de los fragmentos violentos de los textos sagrados. Lecturas selectivas estas que en cualquier caso son tan plausibles como las de otro sesgo que realizan tantos musulmanes. Esta deriva resulta posible porque sin una autoridad centralizada en el islam sun¨ª, a diferencia del cristianismo con la Iglesia, la referencia ¨²ltima es el Cor¨¢n, posibilitando una interpretaci¨®n literal, que por otra parte es la m¨¢s clara y directa.
?Por qu¨¦ es importante insistir en esta cuesti¨®n? Desde luego, no para entrar en un concurso de violencia entre religiones, sino porque a largo plazo cualquier soluci¨®n a este conflicto est¨¢ supeditada a revisar la dimensi¨®n belicista de los textos sagrados que inspira a la minor¨ªa yihadista. Ello implica contextualizarla en su dimensi¨®n hist¨®rica, respetando la construcci¨®n teol¨®gica de valor universal. Hay un grupo creciente de musulmanes progresistas que abogan por esta v¨ªa, como Mohamed Charfi, Hirshi Ali, Maajid Nawaz, Irshad Manji, o Ali A. Rizvi, por citar algunos. Pero tambi¨¦n existe un creciente n¨²mero de voces en los pa¨ªses isl¨¢micos que demanda apertura y pluralismo.
Por ello es responsabilidad de todo Gobierno combatir al islamismo radical. Conocerlo, investigarlo y analizarlo. Designar sus conceptos constituyentes, desde los m¨¢s permisivos a los m¨¢s beligerantes, como la acepci¨®n b¨¦lica de la yihad. En medio se encontrar¨ªa la subordinaci¨®n de la mujer, el discurso del victimismo o la persecuci¨®n de las doctrinas her¨¦ticas. En este repertorio de ideas y conceptos, no todos apelan directamente a la violencia, pero aun as¨ª proyectan una visi¨®n del mundo que divide a la sociedad en categor¨ªas excluyentes; antesala inevitable para el proceso de radicalizaci¨®n.
Es responsabilidad de todo Gobierno combatir el islamismo radical y se?alar su presencia
De igual modo es necesario se?alar la presencia de ese radicalismo all¨ª donde se exprese: de las mezquitas a la Red. Aislar sus contenidos, denunciarlos y contrarrestar la narrativa radical. Lo ideal ser¨ªa implicar en esta labor a los sectores activos, en especial musulmanes, de toda la sociedad.
El islamismo radical es el obst¨¢culo, y no una religi¨®n, el islam, ni un colectivo, los musulmanes, instrumentalizados por aquel. Si silenciamos el componente doctrinal de este conflicto entre islam y modernidad, socavamos el esfuerzo y sacrificio de individuos como Taslima Nasrin, de Bangladesh, condenada al ostracismo desde hace d¨¦cadas por criticar a los fundamentalistas, o Raif Badawi, quien por crear en Arabia Saud¨ª un blog para debatir cuestiones de pol¨ªtica y religi¨®n, fue condenado a 1.000 latigazos. Son muchos los activistas de los pa¨ªses musulmanes que est¨¢n arriesgando sus vidas por disfrutar de los mismos derechos y libertades que nosotros gozamos aqu¨ª y que reivindicamos en esta lucha de la ¡°civilizaci¨®n contra la barbarie¡±. Europa podr¨ªa proporcionar el marco desde el que facilitar a los musulmanes progresistas la apertura de un debate que contrarreste el relato del islamismo radical y permita acomodar al mundo isl¨¢mico a los tiempos que vivimos. Esta ser¨ªa la aportaci¨®n a la umma, la comunidad de los creyentes. Un islam plural, abierto y tolerante, como deseamos nosotros, y desea buen n¨²mero de musulmanes.
Eva Borreguero es profesora de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Complutense de Madrid.
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