Incontables c¨¢maras de vigilancia escrutan sus movimientos. Ordenadores de capacidades descomunales rastrean sus huellas en la Red. Entramos en un universo controlado por ¡®hackers¡¯, Gobiernos, empresas y traficantes de datos. Un paso m¨¢s hacia el cumplimiento de la profec¨ªa orwelliana