Impunidad

Rajoy ha escrito una carta a los espa?oles para pedir su voto. En ella enumera los problemas que les preocupan y destaca sus logros. El ¨²ltimo punto que aborda es la corrupci¨®n. Promete no hablar de los corruptos ajenos, pide perd¨®n por los propios, que achaca a los excesos de confianza que cometen las buenas personas, y alardea de las medidas que ha implantado para resolver esta plaga. Creo que comete un grave error de apreciaci¨®n. La corrupci¨®n sigue siendo un problema en Espa?a porque a pesar de la publicidad, las investigaciones period¨ªsticas y judiciales que dan a conocer a diario la identidad de corruptos y corruptores, la maquinaria est¨¢ tan bien engrasada que va a ser muy dif¨ªcil pararla. Pero el verdadero problema que tienen hoy los espa?oles no es la existencia de los corruptos, sino su impunidad, la sensaci¨®n de que los esc¨¢ndalos se agotan en s¨ª mismos, la certeza de que los culpables agachan la cabeza, aguantan el chaparr¨®n y, tras una temporadita en la c¨¢rcel o hasta sin ella, conservan el dinero que han robado, sin devolver un c¨¦ntimo. La impunidad en Espa?a es tal que acabamos de enterarnos de que aqu¨ª cobran comisiones hasta los embajadores, y de que al Gobierno le parece absolutamente normal porque, por lo visto, es legal. A m¨ª, sin embargo, me parece un esc¨¢ndalo morrocotudo ¡ªn¨®tese que se me est¨¢n agotando los adjetivos¡ª que un representante del Estado espa?ol, que debe trabajar por los intereses de todos los ciudadanos, y no s¨®lo de los que opinan como su partido, aproveche el cargo para hacer negocios privados en el pa¨ªs donde est¨¢ destinado. Si eso es ¡°absolutamente normal¡±, no necesitamos leyes, ni medidas, ni Gobierno. Lo que necesitamos con urgencia es otro idioma, para no volvernos locos.