En el reino de la imagen
Ya no hay vuelta atr¨¢s. M¨¢s que nunca, en los pr¨®ximos meses, EL PA?S se va ver
Ten¨ªan que ser cuatro atriles. Desde un principio los escen¨®grafos del plat¨® tuvieron la indicaci¨®n clara. Al debate estaban invitados los cuatro candidatos a ser presidente del Gobierno y la anunciada ausencia de Mariano Rajoy no era motivo suficiente para dejar su espacio vac¨ªo. Todo deb¨ªa estar preparado por si en el ¨²ltimo instante el Partido Popular reconsideraba su opini¨®n. En las primeras reuniones internas, algunos fuimos optimistas y cre¨ªmos que esto iba a suceder, porque un debate no debe estar sometido a la estrategia electoral de los jefes de campa?a, porque un presidente no querr¨ªa negarse a exponer su visi¨®n de Espa?a frente a sus rivales y porque no se trataba solo de sus adversarios, sino tambi¨¦n de un encuentro con los ciudadanos. Los optimistas fallamos. El atril vac¨ªo se convirti¨® en una decisi¨®n editorial que, adem¨¢s de recordar una ausencia, destac¨® el esp¨ªritu valiente con el que se organiz¨® el debate.
Era el primer debate electoral de este nivel pensado para Internet, el primero en v¨ªdeo que organizaba EL PA?S, el primero con preguntas del p¨²blico. Las semanas previas fueron una aventura de exploradores que avanzaban por terreno desconocido. Las salas de reuniones se llenaron de realizadores, t¨¦cnicos y productores de televisi¨®n que hablaban en un idioma desconocido para un peri¨®dico. La redacci¨®n modific¨® sus costuras para dejar entrar c¨¢maras, unidades m¨®viles, focos, t¨¦cnicos. EL PA?S crec¨ªa y conquistaba un plat¨® de 500 metros cuadrados para acoger a los candidatos. Fueron semanas de escalada, con todo el mundo empujando hacia arriba. Eso fue lo m¨¢s reconfortante. El debate sali¨® bien. Los candidatos debatieron. La audiencia fue millonaria. Pero, desde dentro, el mejor momento fue el aplauso final entre compa?eros cuando termin¨® la emisi¨®n. Un aplauso para celebrar que EL PA?S inauguraba una etapa en la que el v¨ªdeo se incorpora como lenguaje protagonista del presente. La mejor prueba fue la noche electoral, en la que volvimos a lanzarnos a la aventura de emitir un programa de casi seis horas en directo. Otra escalada, otro aplauso. Ya no hay vuelta atr¨¢s. M¨¢s que nunca, en los pr¨®ximos meses, EL PA?S se va a ver.
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