En el Mediterr¨¢neo, tambi¨¦n se sue?a con la otra orilla, la africana
?Qui¨¦n sino este marsell¨¦s desacatado -que a?oraba la orilla africana- iba a atreverse a 'comprimir' la bandera de Marruecos? La obra de arrugado rojo marroqu¨ª, que se descomprime en mil interpretaciones, es la imagen de bienvenida a una amplia exposici¨®n de trabajos de C¨¦sar Baldaccini en el Museo Mohammed VI de Arte Moderno y Contempor¨¢neo. El museo celebra con esta muestra, especialmente dise?ada para este espacio, su primer a?o de vida en la escena rabat¨ª.
De la serie 'Las compresiones' de C¨¦sar Baldaccini, la bandera de Marruecos.
'C¨¦sar, una historia mediterr¨¢nea' se llama la exposici¨®n que ya puede visitarse en Rabat, hasta el 14 de marzo. Todo un invierno, templado y luminoso, para dejarse atraer por el pulgar gigante de Baldaccini, que convoca desde la entrada principal al museo. Porque el escultor jug¨® con la idea que en s¨ª mismos tienen los materiales, con el sentir de la compresi¨®n y tambi¨¦n con la sin¨¦cdoque (la parte por el todo): poder ser ¨¦l entero en ese macrodedo suyo que, cuando no est¨¢ en el museo, decora el gran jard¨ªn de un coleccionista local.
El pulgar de Baldaccini a gran escala, como parte de sus experimentos de sin¨¦cdoques (la parte por el todo), en la entrada del Museo Mohammed VI de Arte Moderno y Contempor¨¢neo de Rabat, Marruecos.
"Democratizar el arte" es la frase con la que el director del museo Abdelaziz Idrissi explica por qu¨¦ hab¨ªa que traer a Baldaccini al espacio muse¨ªstico de Marruecos. Y porque ¨¦l se sent¨ªa muy a gusto en este pa¨ªs, agrega su ¨²ltima mujer, St¨¦phanie Busuttil-Janssen, comisaria de la muestra.
Baldaccini se dec¨ªa "profundamente latino", porque "no hay diferencia entre un genov¨¦s y un marsell¨¦s". Y agregaba que la higuera y el olivo lo hac¨ªan so?ar, tanto como la palmera, porque la palmera es ?frica y "a un mediterr¨¢neo le encanta pensar en la otra orilla".
El escultor latino al que hoy homenajean desde esta orilla sur del Mediterr¨¢neo, pas¨® buenas temporadas en Marruecos. En los 60 ven¨ªa a Tetu¨¢n y, as¨ª, una fuente que lleva su firma se levanta en un emprendimiento tur¨ªstico en la localidad de Cabo Negro, cerca de Martil, mediterr¨¢neo el paisaje. Tambi¨¦n en la sede del banco nacional en Casablanca hay una escultura suya, como en Saint Germain de Pr¨¨s y en otros barrios de aquel Par¨ªs, donde tuvo su atelier hasta su muerte, en 1998. A Marruecos ven¨ªa a menudo y ten¨ªa grandes amigos que recuerdan sus an¨¦cdotas, en estos d¨ªas en Rabat, y las confirma su ¨²ltima mujer, St¨¦phanie Busuttil-Janssen, aka Fanny, el nombre de la gallina gigante m¨¢s famosa de Baldaccini.
"?Qu¨¦ es la escultura moderna?", le preguntaron al gran cr¨ªtico de arte franc¨¦s Pierre Restany. Y ¨¦l dijo: "C¨¦sar". Restany, que casualmente tambi¨¦n hab¨ªa pasado parte de su vida en Marruecos (en Casablanca) acompa?¨® con compromiso el movimiento sesentista 'Nouveau R¨¦alisme', del que Baldaccini era parte destacada y que trabajaba apropi¨¢ndose de la realidad sin intermediarios (a diferencia del pop-art norteamericano, que tomaba prestados iconos publicitarios y medi¨¢ticos).
La materia, tambi¨¦n esa materia llamada realidad tentaba a C¨¦sar, fascinado por "ordenar, destruir o reconstruir" lo que encontrara a su alrededor. Y as¨ª con los lugares, con los objetos (las botellas de coca-cola comprimidas, los trombones hechos un nudo de bronce)."Si uno llega al fondo de la materia, no hay necesidad de tocarla", dec¨ªa.
El centauro con m¨¢scara de Picasso con el que el marsell¨¦s homenajea al pintor malague?o.
Luego est¨¢n sus bestiarios, sus irresistibles insectos en metal donde las soldaduras quedan a la vista (la materia, otra vez), sus mujeres pompeyanas, sus rob¨®ticos gallin¨¢ceos que podr¨ªan ser personajes secundarios de Mad Max y, por fin, su centauro mediterr¨¢neo, y su particular homenaje a Picasso, pero tambi¨¦n a Espa?a y a los esp¨ªritus quijotescos. Ep¨ªtomes de mediterraneidad, ellos.
"Le he hecho un homenaje a Picasso porque am¨¦ a Picasso. Lo conoc¨ª bien y lo am¨¦. Am¨¦ al hombre y su genio de artista, y admiro al escultor. Pablo es un centauro en dos patas", escrib¨ªa C¨¦sar.
Gratitud siente el espectador al que se le invita a compartir estas palabras fraternales. La fraternidad, esa otra palabra. Entonces, es verdad que los marroqu¨ªes que tantos tr¨¢mites tienen que hacer por una visa de fin de semana para cruzar a Espa?a o a Francia, tienen ahora, y as¨ª, una oportunidad de acercarse a Picasso y a Baldaccini, y a trav¨¦s de ellos a la otra mediterraneidad, la de la orilla norte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.