4 fotosLos intelectuales del CigarralLa finca del Cigarral, en Toledo, acogi¨® a Unamuno, Lorca, Aza?a, Ortega, Marie Curie, Juan Belmonte, Charles de Gaulle o Alexander Fleming 15 ene 2016 - 00:00CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceParece sorprenderle a Federico Garc¨ªa Lorca la presencia y los aparejos del fot¨®grafo. Y parece que el fot¨®grafo lo ha sorprendido con la misma indignaci¨®n que le produjo el choque de trenes con Unamuno. Coincidieron los dos en el Cigarral a invitaci¨®n de Gregorio Mara?¨®n. Coincidieron y discreparon sus generaciones. Sobre todo cuando el escritor vasco se propuso leer en la plazuela que custodia la casa unos pasajes de San Manuel Bueno, m¨¢rtir. Se lo agradecieron los invitados del doctor Mara?¨®n, pero Lorca decidi¨® que era el momento de improvisar un plan de evacuaci¨®n. Y de hacer una llamada urgente para sustraerse a la vista de los all¨ª reunidos. Con la excepci¨®n de la esposa del doctor, Dolores, estupefacta cuando observ¨® a Garc¨ªa Lorca en una crisis de aspavientos: ¡°?Muera Unamuno, muera Unamuno!¡±, gritaba el poeta granadino, al tiempo que se arrojaba al suelo y balbuceaba pose¨ªdo. Termin¨® trascendiendo la iracundia de Lorca tanto como lo hizo la bravuconada de arrojarse vestido a la fuente, proporcionando a los invitados una suerte de entrem¨¦s tragic¨®mico que no logr¨® soliviantar a Unamuno, pero s¨ª retratar la incomprensi¨®n entre ambos.Charles de Gaulle (segundo por la izquierda) sorprendi¨® a la familia Mara?¨®n con una visita en 1970. Hab¨ªa fallecido el patriarca una d¨¦cada antes, pero perduraba su memoria y su respeto, razones ambas propicias para invitar al expresidente franc¨¦s en una h¨¢bil estratagema diplom¨¢tica. No quer¨ªa De Gaulle bajo ning¨²n concepto que Franco le proporcionara alojamiento. Ni en Madrid, donde estuvo recorriendo el Museo del Prado, ni en Toledo, donde prosigui¨® con su visita privada. All¨ª prefiri¨® la naturaleza amable y austera del Cigarral. Agradeci¨® la hospitalidad de la familia Mara?¨®n. E impresion¨® a todos no ya con su lucidez y su cultura, sino con una vitalidad que parec¨ªa contradecir la cercana fecha de su muerte. Gregorio Mara?¨®n Bertr¨¢n de Lis (derecha de la foto) todav¨ªa se sobresalta cuando evoca aquella aparici¨®n y el aura de grandeur que rodeaba al h¨¦roe. ¡°Impresionaba mucho su carisma, su aspecto erguido, porque De Gaulle, sin decirlo, proclamaba ¡®L¡¯histoire c¡¯est moi¡¯. Nos hac¨ªa conscientes de estar delante de una figura hist¨®rica, pero no hab¨ªa nada de exhibici¨®n ni de opulencia. Era una percepci¨®n impl¨ªcita¡±.Es la mirada asustadiza de un ni?o repeinado al que sujeta con ternura un se?or mayor. Y no cualquiera, sino el doctor Alexander Fleming, cuya presencia en el Cigarral remarca la reputaci¨®n cient¨ªfica del colega Mara?¨®n. La finca toledana fue siempre un seminario cient¨ªfico y un lugar de encuentros prodigiosos. Lo prueba la visita hist¨®rica de Marie Curie. Y lo acredita la escala del doctor Fleming. Que ha salvado a la humanidad con el hallazgo de un hongo declinado en lat¨ªn (penicillium). Y que, sin pretenderlo, asusta al peque?o Gregorio Mara?¨®n porque ha proyectado a los ni?os que pululan en el Cigarral una pel¨ªcula did¨¢ctica que expone de manera truculenta las enfermedades remediadas con el descubrimiento. ¡°No quise separarme de mi madre para evitar el riesgo de que el premio Nobel ¨Clo recibi¨® en 1945¨C ensayara conmigo su aterrador invento, pese a lo cual me cogi¨® cari?osamente en sus brazos¡±, evoca Mara?¨®n Bertr¨¢n de Lis en un pasaje de las Memorias del Cigarral.Es el rey Juan Carlos, copilotando un helic¨®ptero y recre¨¢ndose en la peripecia de otro helic¨®ptero que transporta en el cord¨®n umbilical de su vientre una escultura de Eduardo Chillida. La adquiri¨® Gregorio Mara?¨®n Bertr¨¢n de Lis despu¨¦s de haber visitado con el artista guipuzcoano el lugar del Cigarral donde merec¨ªa o deb¨ªa ubicarse. Lugar de asiento se titula. Y es un sitial de piedra que mira hacia el horizonte como si hubiera estado siempre all¨ª. Solo faltaba colocarlo. Y hacerlo, por a?adidura, en las circunstancias de una peque?a guerra fr¨ªa entre EE?UU y Espa?a. En medio estaba el Cigarral, donde iba a aterrizar inicialmente un helic¨®ptero del Ej¨¦rcito estadounidense con la carga, y donde termin¨® haci¨¦ndolo uno del Ej¨¦rcito espa?ol porque ambos pa¨ªses discut¨ªan entonces ¨C1987¨C las condiciones de las bases americanas y entretej¨ªan sus respectivas susceptibilidades. Lugar de asiento es una expresi¨®n pl¨¢stica de la vanguardia, una mirada hacia el porvenir, pero tambi¨¦n s¨®lida como la piedra con que est¨¢ construida y arraigada en el Cigarral como uno de sus ¨¢rboles m¨¢s antiguos.