Escucha, lee y navega por el discurso del estado de la Uni¨®n

Se?or Presidente de la C¨¢mara de Representantes, Se?or Vicepresidente, miembros del Congreso y conciudadanos:

Esta noche marca el octavo a?o que me presento aqu¨ª a informar sobre el Estado de la Uni¨®n. Y esta ¨²ltima vez, voy a tratar de ser breve. S¨¦ que muchos de ustedes est¨¢n ansiosos por volver a Iowa.

Tambi¨¦n entiendo que como es temporada de elecciones, las expectativas para lo que lograremos este a?o son bajas. A¨²n as¨ª, Sr. Presidente de la C¨¢mara de Representantes, aprecio el enfoque constructivo que usted y los otros l¨ªderes adoptaron a finales del a?o pasado para aprobar un presupuesto, y hacer permanentes los recortes de impuestos para las familias trabajadoras. As¨ª que espero que este a?o podamos trabajar juntos en prioridades bipartidistas como la reforma de la justicia penal y ayudar a la gente que est¨¢ luchando contra la adicci¨®n a f¨¢rmacos de prescripci¨®n. Tal vez podamos sorprender de nuevo a los c¨ªnicos.

Pero esta noche me voy a moderar con la lista tradicional de propuestas para el a?o venidero. No se preocupen, tengo bastantes, desde ayudar a los estudiantes a aprender a programar en c¨®digo inform¨¢tico hasta personalizar los tratamiento m¨¦dicos para pacientes. Y seguir¨¦ insistiendo para progresar en el trabajo que todav¨ªa se necesita hacer. Arreglar nuestro sistema de inmigraci¨®n que no funciona. Proteger a nuestros hijos de la violencia con armas de fuego. El mismo salario por el mismo trabajo, licencia pagada, aumento del salario m¨ªnimo Todas estas medidas todav¨ªa son importantes para las familias trabajadoras; todav¨ªa siguen siendo lo correcto y no voy a desistir hasta que se cumplan.

Pero en mi ¨²ltimo discurso en esta c¨¢mara, no solo quiero hablar del pr¨®ximo a?o. Quiero concentrarme en los pr¨®ximos cinco a?os, diez a?os y en adelante.

Quiero concentrarme en el futuro.

Vivimos en una ¨¦poca de cambios extraordinarios: cambios que est¨¢n redefiniendo la manera en la que vivimos, la manera en la que trabajamos, nuestro planeta y el lugar que ocupamos en el mundo. Es un cambio que promete incre¨ªbles avances m¨¦dicos, pero tambi¨¦n perturbaciones econ¨®micas que presionan a las familias trabajadoras. Promete educar a ni?as en las aldeas m¨¢s remotas, pero tambi¨¦n conecta a los terroristas que conspiran contra nosotros desde el otro lado del oc¨¦ano. Es un cambio que puede ampliar oportunidades o ampliar desigualdades. Y, nos guste o no, el ritmo de este cambio ser¨¢ cada vez m¨¢s r¨¢pido.

Estados Unidos ya ha pasado por grandes cambios, guerras y depresi¨®n, el influjo de inmigrantes, trabajadores que pelearon por un trato justo y movimientos que expandieron los derechos civiles. Cada vez, hubo de aquellos que nos dijeron que temi¨¦ramos el futuro, que afirmaban que pod¨ªamos ponerle el freno al cambio con la promesa de restaurar una gloria pasada si alg¨²n grupo o alguna idea amenazaba el control de Estados Unidos. Y cada vez, superamos esos miedos. Como dijo Lincoln, no nos aferramos a los ¡°dogmas del pasado sereno¡±, sino que pensamos y actuamos de forma innovadora. Hicimos que el cambio trabajara en nuestro beneficio, siempre extendiendo la promesa de Estados Unidos hacia afuera, a la siguiente frontera, a m¨¢s y m¨¢s personas. Y, como lo hicimos, como vimos oportunidades donde otros vieron tan solo peligros, nos hicimos m¨¢s fuertes y mejores que antes.

Las verdades de entonces pueden ser verdades ahora. Nuestras fortalezas ¨²nicas como naci¨®n, el optimismo y nuestra ¨¦tica de trabajo, nuestro esp¨ªritu descubridor e innovador, nuestra diversidad y nuestro compromiso con el estado de derecho, estas cosas nos dan todo lo que necesitamos para garantizar nuestra prosperidad y seguridad generaci¨®n tras generaci¨®n.

De hecho, ese es el esp¨ªritu que hizo posible el progreso de los ¨²ltimos siete a?os. As¨ª es que nos recuperamos de la mayor crisis econ¨®mica en varias generaciones. Es como reformamos nuestro sistema de salud y reinventamos al sector de la energ¨ªa, es como facilitamos m¨¢s atenci¨®n y beneficios para nuestras tropas y nuestros veteranos y como aseguramos la libertad en cada estado para casarnos con la persona que amamos.

Pero ese progreso no es inevitable. Es el resultado de decisiones que tomamos juntos. Y en este momento enfrentamos dichas decisiones. ?Responderemos a los cambios de nuestros tiempos con miedo, cerr¨¢ndonos como pa¨ªs y volvi¨¦ndonos unos contra otros? ?O enfrentaremos el futuro con confianza en qui¨¦nes somos, los valores que representamos y los incre¨ªbles logros que podemos alcanzar juntos?

As¨ª que hablemos sobre el futuro y sobre cuatro preguntas clave que tenemos que responder como pa¨ªs, independientemente de qui¨¦n sea el pr¨®ximo Presidente o qui¨¦n controle el Congreso.

Primero, ?c¨®mo le damos a cada uno una posibilidad justa de tener oportunidades y seguridad en esta nueva econom¨ªa?

Segundo, ?c¨®mo haremos para que la tecnolog¨ªa juegue a nuestro favor y no en nuestra contra, especialmente cuando se trata de resolver los desaf¨ªos m¨¢s urgentes como el cambio clim¨¢tico?

Tercero, ?c¨®mo haremos para garantizar la seguridad de Estados Unidos y liderar el mundo sin convertirnos en la polic¨ªa mundial?

Y por ¨²ltimo, ?c¨®mo haremos para que nuestra pol¨ªtica refleje nuestras mejores virtudes en vez de nuestros peores defectos?

Perm¨ªtanme que empiece por la econom¨ªa y un hecho b¨¢sico: en la actualidad, Estados Unidos de Am¨¦rica tiene la econom¨ªa m¨¢s fuerte y estable del mundo. Estamos en medio del per¨ªodo m¨¢s largo de nuestra historia de creaci¨®n continua de empleos en el sector privado. M¨¢s de 14 millones de nuevos empleos; los dos a?os de mayor creaci¨®n de empleo desde los a?os 90; una reducci¨®n de la tasa de desempleo a la mitad. Nuestra industria automotriz acaba de tener su mejor a?o de la historia. El sector de la fabricaci¨®n ha creado casi 900,000 empleos en los ¨²ltimos seis a?os. Y hemos hecho todo esto mientras reduc¨ªamos nuestros d¨¦ficits en casi tres cuartos.

As¨ª que cualquiera que afirme que la econom¨ªa de Estados Unidos se encuentra en declive est¨¢ vendiendo humo. Lo que es cierto, y que es el motivo por el que muchos estadounidenses se sienten ansiosos, es que la econom¨ªa ha estado cambiando de una manera profunda, cambios que comenzaron mucho antes de la Gran Recesi¨®n y que no han cedido. Actualmente, la tecnolog¨ªa no solo reemplaza los empleos de las l¨ªneas de montaje, sino cualquier empleo en el que el trabajo se pueda automatizar. En la econom¨ªa global, las empresas pueden radicarse en cualquier lugar y est¨¢n sujetas a una competencia m¨¢s dura. Como consecuencia, los trabajadores tienen menos influencia para conseguir aumentos de sueldo. Las compa?¨ªas tienen menos lealtad hacia sus comunidades. Y los ingresos y la riqueza se concentran cada vez m¨¢s en las capas m¨¢s altas de la sociedad.

Todas estas tendencias han presionado a los trabajadores, a¨²n teniendo empleo, y a pesar de una econom¨ªa en crecimiento. A una familia trabajadora se le ha hecho m¨¢s dif¨ªcil salir de la pobreza, se le ha hecho m¨¢s dif¨ªcil a los j¨®venes comenzar sus carreras y m¨¢s duro para los trabajadores poder jubilarse cuando lo desean. Y si bien ninguna de estas tendencias es exclusiva de Estados Unidos, atacan nuestra creencia puramente estadounidense de que todo el que trabaja duro debe tener una oportunidad justa.

En los ¨²ltimos siete a?os, nuestro objetivo ha sido una econom¨ªa en crecimiento que funcione mejor para todos. Hemos progresado. Pero debemos progresar m¨¢s. Y a pesar de todos los argumentos pol¨ªticos que hemos tenido en los ¨²ltimos a?os, existen algunas ¨¢reas en las que los estadounidenses concuerdan ampliamente.

Estamos de acuerdo de que una oportunidad real requiere que todo estadounidense adquiera la educaci¨®n y la capacitaci¨®n necesaria para conseguir un empleo bien pagado. La reforma bipartidista de Que Ning¨²n Ni?o Se Quede Atr¨¢s fue un importante inicio, y juntos incrementamos la educaci¨®n para la temprana infancia, elevamos las tasas de graduaci¨®n de la escuela secundaria a nuevos m¨¢ximos e impulsamos a los graduados en campos como la ingenier¨ªa. En los pr¨®ximos a?os debemos basarnos en ese progreso para ofrecer educaci¨®n preescolar para todos, ofrecerle a cada estudiante las clases pr¨¢cticas en ciencias inform¨¢ticas y matem¨¢ticas que los preparen para un empleo desde el primer d¨ªa, y debemos reclutar y apoyar m¨¢s buenos maestros para nuestros ni?os.

Y tenemos que hacer que la universidad sea asequible para todos los estadounidenses. Porque ning¨²n estudiante que se trabaje duro deber¨ªa estar endeudado. Ya hemos reducido los pagos de los pr¨¦stamos estudiantiles a un diez por ciento del ingreso de un prestatario. Ahora lo que tenemos que hacer es recortar el costo de la universidad en realidad. Ofrecer dos a?os de educaci¨®n en colegios comunitarios gratuitos a cada estudiante responsable es una de las mejores maneras de lograrlo, y seguir¨¦ luchando por que se empiece eso este a?o.

Por supuesto, en esta nueva econom¨ªa no solo necesitamos una excelente educaci¨®n. Tambi¨¦n necesitamos beneficios y protecciones que nos ofrezcan una medida b¨¢sica de seguridad. Despu¨¦s de todo, no es una exageraci¨®n desmedida decir que las ¨²nicas personas en Estados Unidos que van a trabajar en el mismo empleo y en el mismo lugar durante 30 a?os, con un plan de salud y jubilaci¨®n, est¨¢n todas sentadas en esta c¨¢mara. Pero para todos los dem¨¢s, especialmente para las personas entre los cuarenta y cincuenta a?os, se les ha hecho mucho m¨¢s dif¨ªcil ahorrar para la jubilaci¨®n o recuperarse de la p¨¦rdida de un empleo. Los estadounidenses entienden que, en alg¨²n punto de sus carreras, tienen que modernizarse y capacitarse. Pero no deber¨ªan perder lo que trabajaron tan duro por construir.

Por eso es que el Seguro Social y Medicare son m¨¢s importantes que nunca, no debemos debilitarlos, debemos fortalecerlos. Y para los estadounidenses que est¨¢n por jubilarse, los beneficios b¨¢sicos deber¨ªan ser tan m¨®viles como todas las dem¨¢s cosas son hoy en d¨ªa. De eso se trata la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio. Se trata de llenar el vac¨ªo que ocurre con la atenci¨®n basada en el empleador cuando perdemos el empleo, volvemos a la escuela o emprendemos un nuevo negocio, y a¨²n tenemos cobertura. Casi dieciocho millones han obtenido cobertura hasta ahora. La inflaci¨®n en el sector de la atenci¨®n m¨¦dica se redujo. Y nuestros comercios han creado empleos cada mes desde que se convirti¨® en ley.

Bien, tengo la sensaci¨®n que no nos pondremos de acuerdo con el tema de la atenci¨®n de la salud muy pronto. Pero deber¨ªa haber otras maneras en las que ambos partidos pueden mejorar la seguridad econ¨®mica. Supongamos que un buen trabajador de nuestro pa¨ªs pierde su empleo, no deber¨ªamos simplemente asegurarnos que reciba seguro de desempleo, deber¨ªamos asegurarnos de que ese programa lo aliente a que vuelva a capacitarse para una industria que est¨¦ lista para emplearlo. Si el nuevo empleo no paga lo mismo, deber¨ªa haber un sistema de seguro salarial implementado para que pueda seguir pagando sus facturas. Y aunque pase de un empleo a otro empleo, igual deber¨ªa poder ahorrar para su jubilaci¨®n y llevarse sus ahorros con ¨¦l. Esa es la manera en la que podemos hacer que la nueva econom¨ªa funcione mejor para todos.

Tambi¨¦n s¨¦ que el Presidente de la C¨¢mara de Representantes Ryan ha hablado sobre su inter¨¦s de abordar el tema de la pobreza. Estados Unidos se trata de dar a todos los que est¨¢n dispuestos a trabajar, y estoy dispuesto a entablar un di¨¢logo serio sobre las estrategias que podemos respaldar todos, como la extensi¨®n de los recortes de impuestos a los trabajadores de bajos ingresos que no tienen hijos.

Pero hay otras ¨¢reas en las que ha sido m¨¢s dif¨ªcil ponernos de acuerdo en los ¨²ltimos siete a?os: en especial, en lo que respecta al papel que debe desempe?ar el gobierno en garantizar que el sistema no est¨¦ ama?ado para favorecer a los m¨¢s ricos y a las grandes corporaciones. Y aqu¨ª, el pueblo estadounidense tiene que tomar una decisi¨®n.

Yo creo que nuestro pujante sector privado es el alma de nuestra econom¨ªa. Creo que tenemos algunas normas anticuadas que debemos cambiar y tambi¨¦n debemos reducir la burocracia. Sin embargo, luego de a?os de beneficios empresariales r¨¦cord, las familias trabajadoras no van a conseguir m¨¢s oportunidades ni sueldos m¨¢s altos si dejamos que los grandes bancos o las grandes empresas petroleras o los fondos de cobertura se autorregulen a costa de todos, o si permanecemos en silencio ante los ataques contra las negociaciones colectivas. La crisis financiera no la causaron las personas que reciben cupones de alimentos; la provoc¨® la imprudencia de Wall Street. Los inmigrantes no son la raz¨®n por la que los salarios no han aumentado lo suficiente; esas decisiones se toman en consejos directivos que suelen dar prioridad con demasiada frecuencia a los beneficios trimestrales en vez de a los ingresos a largo plazo. Seguro que no es la familia t¨ªpica que est¨¢ mir¨¢ndonos esta noche quien evita pagar impuestos a trav¨¦s de cuentas en el extranjero. En esta nueva econom¨ªa, los trabajadores, las nuevas empresas y las peque?as empresas necesitan tener m¨¢s peso, no menos. Las reglas deber¨ªan funcionar para ellos. Y este a?o tengo la intenci¨®n de encumbrar a las numerosas empresas que se han dado cuenta de que tratar bien a sus trabajadores redunda en beneficios para sus accionistas, sus clientes y sus comunidades, de manera que podamos propagar esas pr¨¢cticas recomendadas a lo largo y ancho de Estados Unidos.

De hecho, muchos de nuestros mejores ciudadanos corporativos tambi¨¦n son los m¨¢s creativos. Y esto me lleva a la segunda pregunta clave que tenemos que responder como pa¨ªs: ?qu¨¦ debemos hacer para reavivar ese esp¨ªritu innovador con la mira puesta en nuestros m¨¢s grandes desaf¨ªos?

Hace sesenta a?os, cuando los rusos nos vencieron en la carrera espacial, no negamos que el Sputnik exist¨ªa. No discutimos sobre los m¨¦ritos cient¨ªficos ni redujimos nuestro presupuesto de investigaci¨®n y desarrollo. Creamos un programa espacial pr¨¢cticamente de la noche a la ma?ana y doce a?os m¨¢s tarde est¨¢bamos caminando en la luna.

Ese esp¨ªritu de descubrimiento est¨¢ en nuestro ADN. Somos Thomas Edison y los hermanos Wright y George Washington Carver. Somos Grace Hopper y Katherine Johnson y Sally Ride. Somos cada inmigrante y empresario de Boston a Austin y a Silicon Valley, inmersos en una carrera para transformar el mundo en un lugar mejor. Y en los ¨²ltimos siete a?os hemos alimentado ese esp¨ªritu.

Hemos defendido un Internet abierto y tomado nuevas medidas ingeniosas para que cada vez m¨¢s estudiantes y estadounidenses de bajos ingresos tengan acceso a Internet. Hemos establecido una serie de centros de fabricaci¨®n de ¨²ltima generaci¨®n y herramientas en l¨ªnea que proporcionan a los emprendedores todo lo que necesitan para crear una empresa en un solo d¨ªa.

Pero podemos hacer much¨ªsimo m¨¢s. El a?o pasado, el Vicepresidente Biden dijo que si hacemos otro esfuerzo como el que nos permiti¨® llegar a la luna, Estados Unidos es capaz de curar el c¨¢ncer. El mes pasado, ¨¦l trabaj¨® con este Congreso para otorgar a los cient¨ªficos de los Institutos Nacionales de la Salud los recursos m¨¢s importantes que han tenido en toda una d¨¦cada. Esta noche, quiero anunciar una nueva iniciativa de ¨¢mbito nacional para lograr este objetivo. Y como Joe ha luchado incansablemente por todos nosotros en tantos asuntos durante los ¨²ltimos cuarenta a?os, lo voy a poner a cargo del Centro de Control de la Misi¨®n. Por los seres queridos que todos hemos perdido, por los familiares que todav¨ªa podemos salvar, hagamos que Estados Unidos sea el pa¨ªs que cure el c¨¢ncer de una vez por todas.

La investigaci¨®n m¨¦dica es algo esencial. Tenemos que adoptar el mismo nivel de compromiso cuando se trata de desarrollar fuentes de energ¨ªa limpia.

Miren, si todav¨ªa hay personas que quieren cuestionar la evidencia cient¨ªfica, adelante. Estar¨¢n bastante aisladas, ya que deber¨¢n debatir contra nuestras fuerzas militares, la mayor¨ªa de los l¨ªderes empresariales de Estados Unidos, la mayor¨ªa del pueblo estadounidense, pr¨¢cticamente la totalidad de la comunidad cient¨ªfica y 200 pa¨ªses de todo el mundo que est¨¢n de acuerdo en que es un problema y tienen la intenci¨®n de resolverlo.

Pero aunque el planeta no estuviera en riesgo, aunque 2014 no fuera el a?o m¨¢s caliente de la historia hasta que 2015 lo super¨® c¨®modamente, ?por qu¨¦ raz¨®n querr¨ªamos dejar pasar la oportunidad de que las compa?¨ªas estadounidenses produjeran y vendieran la energ¨ªa del futuro?

Hace siete a?os, hicimos la inversi¨®n individual en energ¨ªa limpia m¨¢s grande de nuestra historia. He aqu¨ª los resultados. En los campos de Iowa a Texas, ahora la energ¨ªa e¨®lica es m¨¢s barata que la energ¨ªa contaminante convencional. En los tejados de Arizona a Nueva York, la energ¨ªa solar est¨¢ permitiendo a los estadounidenses ahorrar decenas de millones de d¨®lares al a?o en sus facturas de electricidad, y emplea a m¨¢s estadounidenses que el carb¨®n en trabajos mejor pagados que el promedio. Estamos tomando medidas para darles a los propietarios de viviendas la libertad de generar y almacenar su propia energ¨ªa ¡ªalgo que los ecologistas y miembros del Tea Party apoyan conjuntamente. Mientras tanto, hemos reducido nuestras importaciones de petr¨®leo extranjero en casi un sesenta por ciento, y hemos reducido la contaminaci¨®n de carbono m¨¢s que cualquier otro pa¨ªs de la Tierra.

La gasolina por menos de dos d¨®lares por gal¨®n tampoco est¨¢ mal.

Ahora tenemos que acelerar la transici¨®n hacia una energ¨ªa limpia. En lugar de subsidiar el pasado, debemos invertir en el futuro ¡ªespecialmente en las comunidades que dependen de los combustibles f¨®siles. Es por eso que voy a presionar para cambiar la forma en que gestionamos nuestros recursos de petr¨®leo y carb¨®n, para que reflejen mejor los costos que imponen a los contribuyentes y a nuestro planeta. De esa manera inyectaremos dinero en esas comunidades y dar¨¢n trabajo a decenas de miles de estadounidenses en la construcci¨®n de un sistema de transporte del siglo XXI.

Nada de esto suceder¨¢ de un d¨ªa para otro, y s¨ª, hay muchos intereses creados que quieren mantener el statu quo. Pero los trabajos que crearemos, el dinero que ahorraremos y el planeta que preservaremos son la clase de futuro que nuestros hijos y nietos merecen.

El cambio clim¨¢tico es uno de los muchos temas en los que nuestra seguridad est¨¢ vinculada con el resto del mundo. Y es por eso que la tercera gran pregunta que tenemos que responder es c¨®mo mantener a Estados Unidos fuerte y seguro sin aislarnos ni dedicarnos a construir naciones dondequiera que exista un problema.

He dicho antes que todo el discurso sobre la decadencia econ¨®mica de Estados Unidos es pura palabrer¨ªa pol¨ªtica. Y tambi¨¦n lo es la ret¨®rica que oyen acerca de que nuestros enemigos son cada vez m¨¢s fuertes y Estados Unidos cada vez m¨¢s d¨¦bil. Estados Unidos de Am¨¦rica es la naci¨®n m¨¢s poderosa de la Tierra. Punto. Ni siquiera est¨¢ cerca. Gastamos m¨¢s en nuestras fuerzas militares que las siguientes ocho naciones juntas. Nuestras tropas son las mejores fuerzas de combate de la historia del mundo. Ninguna naci¨®n se atreve a atacarnos, ni a nosotros ni a nuestros aliados, porque saben que eso les llevar¨ªa a la ruina. Las encuestas demuestran que nuestra posici¨®n en el mundo es mejor que cuando sal¨ª elegido para este cargo, y cuando se trata de asuntos internacionales importantes, la gente del mundo no busca ayuda en Pek¨ªn o Mosc¨² ¡ªnos llaman a nosotros.

Como alguien que comienza cada d¨ªa con un informe de inteligencia, s¨¦ que estos son tiempos peligrosos. Pero eso no se debe a la p¨¦rdida de la fuerza estadounidense ni a ninguna otra superpotencia amenazante. En el mundo actual, estamos menos amenazados por los imperios del mal y m¨¢s por los estados en decadencia. Oriente Medio est¨¢ pasando por una transformaci¨®n que se desencadenar¨¢ durante una generaci¨®n, que parte de conflictos de hace miles de a?os. Los vientos econ¨®micos soplan de cara desde una econom¨ªa china en transici¨®n. A pesar de sus convenios econ¨®micos, Rusia vuelca sus recursos para apuntalar a Ucrania y Siria, estados que se les escapan de su ¨®rbita. Y el sistema internacional que creamos despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial ahora le est¨¢ costando seguir el ritmo de esta nueva realidad.

Depende de nosotros ayudar a rehacer ese sistema. Y eso significa que tenemos que establecer prioridades.

La prioridad n¨²mero uno es la protecci¨®n del pueblo estadounidense y la persecuci¨®n de las redes terroristas. Tanto Al Qaeda como ahora ISIS representan una amenaza directa contra nuestro pueblo, porque en el mundo actual, un pu?ado de terroristas que desprecian el valor de la vida humana, incluso de la propia, pueden hacer mucho da?o. Usan Internet para envenenar las mentes de los individuos dentro de nuestro pa¨ªs y debilitan a nuestros aliados.

Pero a medida que nos centramos en la destrucci¨®n de ISIS, afirmar que esta es la Tercera Guerra Mundial es entrar en su juego. Masas de combatientes montados en camionetas y almas retorcidas que conspiran en apartamentos o garajes resultan un gran peligro para los civiles y deben ser detenidos, pero no son una amenaza para nuestra existencia nacional. Esa es la historia que ISIS quiere contar; es el tipo de propaganda que ellos usan para reclutar. No necesitamos darles m¨¢s publicidad para mostrar que somos serios, ni necesitamos alejar aliados vitales en esta lucha haci¨¦ndonos eco de la mentira de que ISIS representa una de las religiones m¨¢s grandes del mundo. Solo tenemos que llamarles lo que son: asesinos y fan¨¢ticos que tenemos que localizar, perseguir y destruir.

Y eso es justo lo que estamos haciendo. Desde hace m¨¢s de un a?o, Estados Unidos ha dirigido una coalici¨®n de 60 pa¨ªses para acabar con la financiaci¨®n de ISIS, interrumpir sus planes, detener el flujo de combatientes terroristas y erradicar sus ideolog¨ªas viciosas. Con casi 10,000 ataques a¨¦reos, estamos acabando con sus l¨ªderes, su petr¨®leo, sus campos de entrenamiento y sus armas. Estamos entrenando, armando y apoyando a las fuerzas que poco a poco est¨¢n reclamando territorios en Irak y en Siria.

Si este Congreso se toma en serio el ganar esta guerra y quiere enviar un mensaje a nuestras tropas y al mundo, deber¨ªa autorizar de una vez el uso de las fuerzas militares contra ISIS. Hagan una votaci¨®n. Pero el pueblo estadounidense deber¨ªa saber que con o sin la intervenci¨®n del Congreso, ISIS aprender¨¢ las mismas lecciones que los terroristas que vinieron antes que ellos. Si dudan del compromiso de Estados Unidos ¡ªo del m¨ªo¡ª para vigilar que se haga justicia pregunten a Osama bin Laden. Que se lo pregunten al l¨ªder de Al Qaeda en Yemen, a quien eliminamos el a?o pasado, o al responsable de los ataques en Bengasi, a quien tenemos preso en una celda. Cuando alguien ataca al pueblo estadounidense, vamos a por ellos. Puede llevar tiempo, pero tenemos buena memoria y nuestro alcance no tiene l¨ªmites.

Nuestra pol¨ªtica exterior debe centrarse en la amenaza de ISIS y Al Qaeda, pero no puede acabar ah¨ª. Porque incluso sin ISIS, la inestabilidad continuar¨¢ durante d¨¦cadas en muchas partes del mundo: en Oriente Medio, en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, en partes de Centroam¨¦rica, ?frica y Asia. Algunos de estos lugares se han convertido en lugares seguros desde donde pueden operar nuevas redes de terroristas; otros ser¨¢n v¨ªctimas de conflictos ¨¦tnicos, o de hambruna, y fomentar¨¢n la pr¨®xima oleada de refugiados. El mundo se volver¨¢ hacia nosotros para que ayudemos a resolver esos problemas y nuestra respuesta tendr¨¢ que ser algo m¨¢s que una respuesta contundente o llamados para arrasar con bombas a la poblaci¨®n civil. Tal vez eso funcione como un buen titular para la televisi¨®n, pero no es suficiente a nivel mundial.

Tampoco podemos intentar hacernos cargo y reconstruir cada pa¨ªs que entre en crisis. Eso no es ser un l¨ªder; es una manera segura de acabar en un atolladero, derramando sangre y dinero estadounidense. Es la lecci¨®n de Vietnam, de Irak, y ya deber¨ªamos haberla aprendido.

Afortunadamente, hay un enfoque diferente y m¨¢s inteligente, una estrategia paciente y disciplinada que emplea todos los elementos de nuestra potencia nacional. Dice que Estados Unidos siempre entrar¨¢ en acci¨®n, de ser necesario por su propia cuenta, para proteger a nuestro pueblo y a nuestros aliados; pero con respecto a los temas de inter¨¦s global, movilizaremos al mundo para que trabaje con nosotros, y nos aseguraremos de que otros pa¨ªses pongan de su parte.

As¨ª es como vemos los conflictos como el de Siria, donde nos hemos unido a las fuerzas locales y estamos liderando esfuerzos internacionales para ayudar a esa sociedad descompuesta a conseguir una paz duradera.

Por ese motivo creamos una coalici¨®n global con sanciones y una diplomacia de principios para evitar que Ir¨¢n tuviera armas nucleares. Mientras hablamos, Ir¨¢n ha dado marcha atr¨¢s a su programa nuclear, ha remitido su arsenal de uranio y el mundo ha evitado otra guerra.

As¨ª es como detuvimos la expansi¨®n del ¨¦bola en ?frica Occidental. Nuestras fuerzas militares, nuestros m¨¦dicos y nuestros especialistas en desarrollo crearon una plataforma que permiti¨® a otros pa¨ªses unirse a nosotros para erradicar esa epidemia.

As¨ª es como forjamos una Alianza Transpac¨ªfica para abrir mercados, proteger a los trabajadores y al medio ambiente, y avanzar el liderazgo de Estados Unidos en Asia. Reduce 18,000 impuestos en productos Hechos en Estados Unidos y apoya m¨¢s buenos trabajos. Con TPP, China no determina las reglas en esa regi¨®n, sino nosotros. ?Quieren demostrar nuestra fuerza en este siglo? Hagan que se apruebe este acuerdo. Dennos las herramientas para hacerlo cumplir.

Cincuenta a?os de aislamiento a Cuba no hab¨ªan servido para promover la democracia, lo que nos fren¨® en Latinoam¨¦rica. Por eso recuperamos las relaciones diplom¨¢ticas, abrimos las puertas a viajes y comercio, y nos posicionamos con el fin de mejorar las vidas del pueblo cubano. ?Quieren consolidar nuestro liderazgo y credibilidad en este hemisferio? Reconozcan que la Guerra Fr¨ªa ha terminado. Levanten el embargo.

El liderazgo de Estados Unidos en el siglo XXI no es una elecci¨®n entre no hacer caso al resto del mundo, excepto cuando asesinamos a terroristas; u ocupar y reconstruir cualquier sociedad que se est¨¦ desmoronando. El liderazgo significa saber usar sabiamente la fuerza militar y movilizar al mundo detr¨¢s de las causas justas. Significa tratar la asistencia al extranjero como parte de nuestra seguridad nacional, no una beneficencia. Cuando estamos a la cabeza para guiar a casi 200 naciones hacia el acuerdo m¨¢s ambicioso de la historia en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, eso ayuda a los pa¨ªses vulnerables, pero tambi¨¦n protege a nuestros hijos. Cuando ayudamos a Ucrania a defender su democracia, o a Colombia a resolver una guerra que ha durado d¨¦cadas, eso fortalece el orden internacional del cual dependemos. Cuando ayudamos a los pa¨ªses africanos a alimentar a sus pueblos y a cuidar a sus enfermos, eso ayuda a evitar que la pr¨®xima pandemia llegue a nuestras costas. Ahora mismo estamos encaminados a dar fin al flagelo del VIH/SIDA y tenemos la capacidad de conseguir lo mismo con la malaria, lo cual voy a promover para que lo financie el Congreso este a?o.

Eso es fuerza. Eso es liderazgo. Y ese tipo de liderazgo depende del poder de nuestro ejemplo. Por eso voy a continuar trabajando para cerrar la prisi¨®n de Guant¨¢namo. Es costosa, es innecesaria y solo sirve como panfleto de reclutamiento para nuestros enemigos.

Por eso necesitamos rechazar cualquier pol¨ªtica que ataque a las personas por motivos de raza o religi¨®n. No es cuesti¨®n de ser pol¨ªticamente correctos. Es cuesti¨®n de entender qu¨¦ es lo que nos hace fuertes. El mundo nos respeta no solo por nuestro arsenal; nos respeta por nuestra diversidad y nuestra receptividad y c¨®mo respetamos todas las creencias. Su Santidad, el Papa Francisco, se dirigi¨® a ustedes desde este mismo lugar donde yo me encuentro esta noche y dijo que ¡°imitar el odio y la violencia de los tiranos y los asesinos es la mejor forma de ocupar su puesto¡±. Cuando los pol¨ªticos insultan a los musulmanes, cuando se vandaliza una mezquita, o cuando se acosa a un ni?o, eso no nos hace m¨¢s seguros. No es decir las cosas como son. Sencillamente est¨¢ mal. Nos debilita ante el resto del mundo. Hace que nuestros objetivos sean m¨¢s dif¨ªciles de alcanzar. Y traiciona a qui¨¦nes somos como pa¨ªs.

¡°Nosotros, el pueblo¡±. Nuestra Constituci¨®n empieza con esas tres palabras sencillas, palabras que nos resultan tan familiares que se refieren a todo el pueblo, no solo algunas personas; palabras que insisten en que subimos y caemos juntos. Esto me lleva al cuarto punto, y tal vez lo m¨¢s importante que quiero decir esta noche.

El futuro que queremos, oportunidad y seguridad para nuestras familias, un nivel de vida cada vez mayor y un planeta sustentable y en paz para nuestros hijos; todo eso est¨¢ a nuestro alcance. Pero solo ocurrir¨¢ si trabajamos juntos. Solo ocurrir¨¢ si podemos mantener debates racionales y constructivos.

Solo ocurrir¨¢ si arreglamos nuestra pol¨ªtica.

Una pol¨ªtica mejor no significa que tengamos que estar de acuerdo en todo. Este es un pa¨ªs grande, con diferentes regiones, puntos de vista e intereses. Esa es tambi¨¦n una de nuestras fortalezas. Nuestros fundadores repartieron el poder entre los estados y los distintas ramas del gobierno, y contaron con que discutir¨ªamos, justo igual que hicieron ellos, sobre el tama?o y la forma del gobierno, sobre el comercio y las relaciones con el extranjero, sobre el significado de la libertad y los imperativos de la seguridad.

Pero la democracia s¨ª necesita unos lazos b¨¢sicos de confianza entre sus ciudadanos. No funciona si creemos que la gente que no est¨¢ de acuerdo con nosotros est¨¢ motivada por la malicia, o que nuestros oponentes pol¨ªticos son antipatriotas. La democracia deja de funcionar si no estamos dispuestos a llegar a un compromiso; o incluso cuando se debatan hechos b¨¢sicos escuchamos solo a quienes est¨¢n de acuerdo con nosotros. Nuestra vida p¨²blica se marchita cuando solo reciben atenci¨®n las opiniones m¨¢s extremas. Ante todo, la democracia deja de funcionar cuando las personas sienten que sus opiniones no son importantes; que el sistema est¨¢ ama?ado a favor de los ricos y poderosos o de alg¨²n inter¨¦s espec¨ªfico.

Demasiados estadounidenses se sienten as¨ª ahora mismo. Es una de las pocas cosas que lamento sobre mi mandato; que el rencor y la sospecha entre los partidos ha empeorado en lugar de mejorar. No hay duda de que un presidente con los dones de Lincoln o Roosevelt tal vez hubiera conseguido cerrar la brecha que nos divide, y les aseguro que seguir¨¦ intentando ser mejor mientras ocupe mi cargo.

Pero, queridos conciudadanos, esa no puede ser responsabilidad solo m¨ªa, ni la de ning¨²n presidente. Hay mucha gente en esta c¨¢mara que querr¨ªa ver m¨¢s cooperaci¨®n, un debate m¨¢s elevado en Washington, pero se sienten atrapados por la presi¨®n de verse reelegidos. Lo s¨¦, ustedes me lo han dicho. Y si queremos que la pol¨ªtica mejore, no valdr¨¢ solo con cambiar a un congresista o a un senador, o incluso a un presidente; tenemos que cambiar el sistema y mostrar nuestro lado m¨¢s positivo.

Tenemos que dejar de dibujar nuestros distritos del congreso para que los pol¨ªticos puedan elegir a sus votantes y no al rev¨¦s. Tenemos que reducir la influencia del dinero en nuestra pol¨ªtica, para evitar que un peque?o n¨²mero de familias e intereses ocultos financien nuestras elecciones, y si nuestro enfoque actual hacia la financiaci¨®n electoral no llega a aprobarse en los tribunales, tenemos que trabajar juntos para encontrar una soluci¨®n real. Tenemos que simplificar el proceso de voto, no hacerlo m¨¢s dif¨ªcil, y modernizarlo para que concuerde con nuestra forma actual de vivir. Y a lo largo del a?o, tengo la intenci¨®n de viajar por todo el pa¨ªs para impulsar las reformas que lo hacen.

Pero no puedo hacer estas cosas yo solo. Los cambios en nuestro proceso pol¨ªtico, y no solo en qui¨¦n sale elegido sino en c¨®mo lo hacen, solo ocurrir¨¢n cuando el pueblo estadounidense lo exija. Depender¨¢ de ustedes. Eso es lo que significa un gobierno de, por y para el pueblo.

Lo que les estoy pidiendo es dif¨ªcil. Es m¨¢s f¨¢cil ser c¨ªnicos; aceptar que el cambio no es posible, que no hay esperanza en la pol¨ªtica y creer que nuestras voces y acciones no importan. Pero si nos rendimos ahora, cedemos un futuro mejor. Aquellos con dinero y poder ganar¨¢n m¨¢s control sobre las decisiones que podr¨ªan mandar a un joven soldado a la guerra, o dejar que ocurra otro desastre econ¨®mico, o perder los derechos de igualdad y los derechos de voto que generaciones de estadounidenses han conseguido con su lucha e incluso con sus vidas. A medida que aumente la frustraci¨®n habr¨¢ voces que nos pedir¨¢n que nos refugiemos en nuestras tribus, que otros conciudadanos sean el chivo expiatorio, un grupo que no se parezca a nosotros, o que no rece como nosotros, o que no vote como nosotros ni comparta los mismos or¨ªgenes.

No podemos permitirnos elegir ese camino. No nos dar¨¢ la econom¨ªa que queremos, ni la seguridad que buscamos, pero sobre todo contradice todo lo que nos define como la envidia del mundo.

Entonces, queridos conciudadanos, sean cuales sean sus creencias, ya sea que prefieren un partido o ninguno, nuestro futuro colectivo depende de que est¨¦n dispuestos a ejercer sus obligaciones como ciudadanos. A votar. A levantar la voz. A alzarse en defensa de otros, sobre todo de los m¨¢s d¨¦biles, sobre todo de los m¨¢s vulnerables, sabiendo que todos estamos aqu¨ª solo porque alguien, en alg¨²n lugar, se alz¨® para defendernos a nosotros. Permanecer activos en nuestra vida p¨²blica para que refleje la bondad, la decencia y el optimismo que veo en el pueblo estadounidense cada d¨ªa.

No va a ser f¨¢cil. Nuestra marca de democracia es dif¨ªcil. Pero les puedo prometer que dentro de un a?o, cuando ya no ocupe este cargo, estar¨¦ a su lado como ciudadano, inspirado por las voces de la justicia y la visi¨®n, de la determinaci¨®n y el buen humor y la bondad que ha ayudado a Estados Unidos a llegar tan lejos. Voces que nos ayudan a vernos no primero y ante todo como negros o blancos, asi¨¢ticos o latinos, homosexuales o heterosexuales, inmigrantes o nacidos aqu¨ª; no como dem¨®cratas o republicanos, sino primero como estadounidenses, unidos por un credo com¨²n. Voces que el Dr. King crey¨® que tendr¨ªan la ¨²ltima palabra; las voces de la verdad desarmada y del amor incondicional.

Esas voces est¨¢n ah¨ª afuera. No reciben mucha atenci¨®n, ni siquiera la buscan, pero est¨¢n ocupados haciendo el trabajo que se necesita hacer en este pa¨ªs.

Las veo en todos los lugares que visito en este pa¨ªs incre¨ªble que compartimos. Los veo a ustedes. S¨¦ que est¨¢n ah¨ª. Ustedes son el motivo por el que conf¨ªo tanto en nuestro futuro. Porque veo su ciudadan¨ªa callada y resistente en todas partes.

Lo veo en el trabajador en la l¨ªnea de montaje que hizo turnos extra para que su compa?¨ªa siguiera abierta, y en el jefe que le sube el salario para que siga trabajando para ¨¦l.

Lo veo en la so?adora que se queda despierta m¨¢s tarde para terminar su proyecto de ciencias, y en la maestra que llega pronto al trabajo porque sabe que alg¨²n d¨ªa tal vez cure una enfermedad.

Lo veo en el estadounidense que cumpli¨® una condena y que sue?a con empezar de nuevo, y en el propietario de un negocio que le da esa segunda oportunidad. El activista empe?ado en demostrar que la justicia importa, y el joven polic¨ªa que hace sus rondas, que trata a todos con respeto, que hace el trabajo valiente y callado de mantenernos seguros.

Lo veo en el soldado que da casi todo por salvar a sus hermanos, la enfermera que le atiende hasta que pueda correr una marat¨®n y la comunidad que sale a la calle a darle ¨¢nimos.

Es el hijo que encuentra el valor para ser quien es y el padre que siente tanto amor por su hijo que le ayuda a corregir todo lo que le hab¨ªan ense?ado.

Lo veo en la se?ora mayor que esperar¨¢ en fila para votar el tiempo que sea necesario; el nuevo ciudadano que vota por primera vez; los voluntarios en las urnas que creen que cada voto deber¨ªa contar, porque cada uno de ellos sabe de una manera u otra lo preciado que es ese derecho.

Ese es el Estados Unidos que yo conozco. Ese es el pa¨ªs que todos amamos. Con la mirada perspicaz. Con el coraz¨®n grande. Con el optimismo de que la verdad desarmada y el amor incondicional tendr¨¢n la ¨²ltima palabra. Eso es lo que me hace tener tanta esperanza en nuestro futuro. Por ustedes. Creo en ustedes. Por eso puedo ponerme aqu¨ª de pie, con la confianza de que el Estado de la Uni¨®n es fuerte.

Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de Am¨¦rica.