¡°Mi Nepal. Antes y despu¨¦s del temblor¡±
Este es un cap¨ªtulo del libro 'Cuando Nepal tembl¨®. Relatos de supervivencia'. Lo que se obtenga de su venta se destinar¨¢ a ayudar a los damnificados por el terremoto de 2015
Llevo 20 d¨ªas en Nepal. Poco tiempo, la verdad, aunque me da la sensaci¨®n de que no me fui nunca, de que los ¨²ltimos tres meses no llegaron a pasar. Est¨¢n tan lejanos... Sin embargo, la vida antes del terremoto parece que transcurriera ayer. Es asombroso lo r¨¢pido que se adapta el ser humano a la realidad que le toca vivir en cada momento.
He vuelto a Bhaktapur porque lo considero mi segundo hogar y porque me parec¨ªa impensable dejar atr¨¢s a los nepal¨ªes y olvidarlos. Si ya experiment¨¦ un sentimiento de culpa inmenso por marcharme, no me quiero ni imaginar si no hubiese vuelto.
El 25 de abril de 2015 yo llevaba seis meses de voluntaria en la maravillosa e hist¨®rica ciudad de Bhaktapur, a 14 kil¨®metros de Katmand¨². Colaboraba con la ONG C¨ªrculo de Cooperaci¨®n ayudando en la gesti¨®n y funcionamiento de una peque?a escuela, la Saraswati English School. Busc¨¢bamos mejorar la calidad de la educaci¨®n en la escuela y crear un proyecto sostenible, intentando aumentar nuestro n¨²mero de alumnos con recursos para as¨ª poder dar becas a ni?os que no los tuvieran.
Ten¨ªa mi trabajo, mi casa, mis amigos, mi comunidad de vecinos... En fin, hab¨ªa creado all¨ª una vida que me encantaba. Y entonces sucedi¨® el terremoto. Dos d¨ªas despu¨¦s, mi compa?era Ruth y yo nos fuimos a Espa?a en el avi¨®n fletado por el Gobierno, para sacar ayuda de donde fuese y para concienciar a la gente sobre la cat¨¢strofe que hab¨ªa sucedido.
Me sent¨ª tremendamente culpable en el momento en que tom¨¦ la decisi¨®n de marcharme. Hab¨ªa ido de voluntaria y ahora, en el momento en que m¨¢s ayuda necesitaban, ?me iba? Pero habl¨¦ con el presidente de la ONG y me di cuenta de que por mucho que me doliese y me quisiera quedar, seguramente iba a ser un estorbo m¨¢s que una ayuda. No era m¨¦dico, ni ten¨ªa idea sobre construcci¨®n. Me comer¨ªa su comida, me beber¨ªa su agua, y si me pon¨ªa enferma ser¨ªa su responsabilidad. Hab¨ªa estudiado marketing, y ser¨ªa de m¨¢s ayuda desde Espa?a.
'Cuando Nepal tembl¨®'
Lo que se recaude por las ventas del libro Cuando Nepal tembl¨®. Relatos de supervivencia, editado por Kolima Books, se destinar¨¢ a ayudar a las v¨ªctimas del terremoto que asol¨® este pa¨ªs, que ya era pobre antes, y cuanto m¨¢s. despu¨¦s del 25 de abril de 2015, d¨ªa en el que tembl¨® la tierra.
Precio: entre 9,99 y 18 euros.
N¨²mero de p¨¢ginas: 238.
Y eso hice. Junto a Ruth, madrile?a y guerrera, amiga y compa?era con la que viv¨ª el terremoto, nos pusimos manos a la obra desde el momento en que aterrizamos en el aeropuerto de Torrej¨®n. Charlas, actos en colegios, funci¨®n ben¨¦fica en el Teatro Lara, conciertos, escritos, correos electr¨®nicos, contactos¡ entrevistas en varias radios y en una televisi¨®n. Segu¨ªamos trabajando con la misma ONG con la que yo hab¨ªa estado colaborando, C¨ªrculo de Cooperaci¨®n. El presidente y uno de los coordinadores segu¨ªan en Katmand¨², lo que facilitaba mucho el trabajo. Y todos los d¨ªas hablaba con alguno de mis amigos. Cada vez que ve¨ªa a alguien conectado a Facebook le bombardeaba con preguntas.
Nuestra ONG se asoci¨® con un grupo local llamado Earthquake Action Bhaktapur, y m¨¢s tarde con una ONG nepal¨ª, Youth Action Nepal, que hab¨ªa conseguido movilizar a 500 voluntarios y que no s¨®lo repart¨ªa ayuda de emergencia, sino que trabajaba en labores de reconstrucci¨®n, edificaci¨®n de refugios temporales, campamentos motivacionales para la gente joven afectada y en la construcci¨®n de escuelas temporales. Canaliz¨¢bamos los fondos a trav¨¦s de ellos y cada d¨ªa ve¨ªamos c¨®mo los proyectos iban avanzando, lo que nos daba m¨¢s fuerza para empujar y concienciar a la gente.
Pensaba en Nepal y trabajaba para sacar fondos todas las horas posibles del d¨ªa. Lo primero que hac¨ªa al despertarme era encender el port¨¢til y lo ¨²ltimo antes de dormir, apagarlo. Ayudar a Nepal y conseguir dinero se convirti¨® en una obsesi¨®n. No ten¨ªa inter¨¦s en quedar con mis amigos ni perder el tiempo haciendo nada que no fuese trabajar. Ten¨ªa tantas ganas de volver... Se lo repet¨ªa a todo el mundo: "En mes y medio vuelvo". Al final, ese tiempo se duplic¨®, y menos mal. Tambi¨¦n necesitaba desconectar. Al cabo de seis semanas de estar en casa empec¨¦ a tranquilizarme y a dejar de sentirme tan responsable por todo.
Me sent¨ª tremendamente culpable en el momento en que tom¨¦ la decisi¨®n de marcharme"
Otros pensamientos empezaron a rondarme la cabeza: ?De verdad quer¨ªa volver? ?Qu¨¦ iba a poder hacer all¨ª? ?Mis amigos quer¨ªan que volviese? Empezaron a surgirme inseguridades varias¡ pero habl¨¦ con la ONG y quedamos en que volver¨ªa, trabajar¨ªa cinco meses y ya ver¨ªamos. En mi cabeza ya empezaba a hacer planes post-Nepal. No me iba a quedar atada a un pa¨ªs. Ir¨ªa, ayudar¨ªa en lo que pudiese y me ir¨ªa a trabajar a otro lugar. A Italia, a Lisboa, al Caribe¡ ?Inocente de m¨ª! Fue aterrizar en Nepal y saber que de all¨ª no me iba a ir tan f¨¢cilmente.
A principios de julio compr¨¦ mis billetes. El 31 sal¨ªa de Madrid y el 1 de agosto aterrizaba en Katmand¨². Mi amigo ?ngel vino a recogerme al aeropuerto. Sab¨ªa que me iba a hacer ilusi¨®n verle, pero no me imaginaba cu¨¢nta. Solt¨¦ las maletas y me abalanc¨¦ sobre ¨¦l. Ese d¨ªa no dej¨¦ de sonre¨ªr en ning¨²n momento. Leo los mensajes que mand¨¦ a mi familia y a mis amigos durante el terremoto y los encuentro tan dram¨¢ticos que parecen de una pel¨ªcula. ?De verdad escrib¨ª eso? ?De verdad pas¨¦ tanto miedo? He contado la historia tantas veces en los ¨²ltimos meses que parece que la he externalizado, y a base de repetirla s¨¦ perfectamente lo que sent¨ª, lo que pens¨¦, el miedo que pas¨¦ y, sin embargo, no me acuerdo de haberlo sentido ni de haberlo pensado. Est¨¢ lejos y no tiene importancia. Pas¨® y punto. Ahora nos centramos en el presente y en el futuro.
?Y qu¨¦ ha sido de Nepal? Pues aqu¨ª sigue. Y al igual que yo, parece que la gente no quiere seguir pensando en lo que pas¨®, sino en el d¨ªa a d¨ªa y en c¨®mo seguir sorteando problemas que ya exist¨ªan antes, problemas de educaci¨®n, de nutrici¨®n, de higiene, de agua, de electricidad, de protecci¨®n del menor...
Al d¨ªa siguiente volv¨ª al colegio y cuando los ni?os se abalanzaron sobre m¨ª, cualquier temor que pudiera tener desapareci¨®. Tras unas horas fue como si nunca me hubiese ido. Hab¨ªa unos diez ni?os m¨¢s en la escuela, lo que me motiv¨® much¨ªsimo. Nuestra meta todo el a?o anterior hab¨ªa sido conseguir aumentar el n¨²mero de estudiantes, y hab¨ªa resultado.
Lo que me encontr¨¦ a mi vuelta me encant¨®. El terremoto no hab¨ªa deprimido a las profesoras ni lo hab¨ªan usado como excusa para aflojar y lamentarse. Al contrario. Todo el mundo parec¨ªa mucho m¨¢s proactivo, motivado y fuerte. Las profesoras se implicaban m¨¢s, la directora se hab¨ªa convertido en l¨ªder y los ni?os avanzaban r¨¢pido. ?Parece que ahora tienen m¨¢s ganas de aprender? me dec¨ªa una de las docentes. Me sent¨ª extremadamente orgullosa de ellas.
Los primeros d¨ªas los pas¨¦ readapt¨¢ndome, en el colegio por las ma?anas, y por las tardes subiendo a las colinas con mis amigos en moto, bebiendo chang (cerveza de arroz) y observando la puesta del sol sobre el valle de Katmand¨². El paisaje est¨¢ precioso por el monz¨®n. No se ve el Himalaya, pero los campos y las colinas son de un verde intens¨ªsimo, y cuando la luna asoma entre las nubes por la noche, es de un brillante espectacular. Tengo suerte de estar en un pa¨ªs muy bello.
Me da la sensaci¨®n de que en Nepal tu mente est¨¢ tranquila. Empiezas tu d¨ªa con el ajetreo de los vecinos y cuando te vas a dormir lo cierras. Por mucho caos que haya, no siento estr¨¦s nunca ni me llevo las preocupaciones a la cama. He aprendido que en este pa¨ªs las cosas al final siempre salen. Todo a su debido tiempo. No merece la pena agobiarse.
Estoy sentada en la plaza Durbar, la plaza del palacio de Bhaktapur, d¨¢ndome el capricho de venir a una pensi¨®n a comer algo mientras trabajo con el port¨¢til. Hoy no ha llovido, hace un d¨ªa precioso y me puedo sentar afuera. Me han servido un s¨¢ndwich club digno del VIPS y me est¨¢ sabiendo a gloria despu¨¦s de un mes a base de arroz, lentejas y fideos con verduras.
Un grupo de chicas con tacones se pasea por la plaza. Siempre me pregunto c¨®mo pueden ser capaces de andar por este suelo medieval con esos zapatos. Los grupos de chicos dan vueltas con sus motos y las parejitas cuchichean sentadas en los porches y en las escaleras de los templos. Los ancianos se re¨²nen en corros, con sus calzas y sus sombreros t¨ªpicos, apoyados en bastones de a saber qu¨¦ a?o, y las mujeres pasean con sus ni?os y nietos, vestidas en coloridos saris. Y todo esto bajo la atenta mirada de los dioses hind¨²es que habitan en los templos centenarios de la plaza. ?Qui¨¦n dir¨ªa que hace tres meses se derrumb¨® el mundo?
Pero s¨ª, hace tres meses el mundo s¨ª se derrumb¨®, y como es l¨®gico, todav¨ªa se nota. Hay grupos enteros de casas destruidas en Bhaktapur, y tiendas de campa?a y refugios temporales por todas partes. Miles de colegios aniquilados en el valle de Katmand¨² y familias que no saben cu¨¢ndo podr¨¢n reconstruir sus casas. El Gobierno dar¨¢ pr¨¦stamos a las familias para que reconstruyan su hogar, pero, ?y esa gente que no tiene dinero para devolver el pr¨¦stamo? En el campo quiz¨¢ sea m¨¢s f¨¢cil. Reconstruir¨¢n con los recursos naturales con los que han construido desde hace a?os. Tienen sus cosechas, su ganado... ?Pero en las ciudades? Los negocios, los sue?os, los proyectos de futuro, se desvanecieron en medio minuto. Eso no quita que en las zonas rurales la gente tambi¨¦n haya sufrido. El terremoto y las lluvias desencadenaron grandes corrimientos de tierra que se llevaron por delante pueblos y cosechas. El apoyo de las ONG y de los grupos de ayuda locales va a ser necesario durante mucho tiempo para que todo vuelva a la normalidad.
El otro d¨ªa le pregunt¨¦ a una de las profesoras c¨®mo se sent¨ªa. "Mi vida ha vuelto a la normalidad, he vuelto a mi rutina. Pero cuando veo los escombros y los hogares destruidos siento a la muerte dentro de m¨ª. Muri¨® tanta gente¡ La ciudad era Patrimonio de la Unesco y un segundo despu¨¦s no era m¨¢s que un desastre de ladrillos y maderas. Pero ya ten¨ªamos problemas en Nepal, y este es uno m¨¢s. Qu¨¦ le vamos a hacer". Y s¨ª, esa parece la opci¨®n de muchos: no mirar atr¨¢s, sino adelante.
Y eso he notado estos ¨²ltimos d¨ªas, con las celebraciones del Gai Jatra, el festival de la vaca que conmemora a los fallecidos del a?o. Dicta la tradici¨®n que cada familia que haya sufrido la muerte de alg¨²n pariente, debe salir en procesi¨®n con una vaca por las calles de Katmand¨², adorando a Yamaraj, el dios de la muerte. Sin embargo, la tradici¨®n ha ido cambiando poco a poco y el festival se ha ido transformando hasta convertirse en un carnaval.
Me encanta la forma en la que se celebra este festival que permite a la gente aceptar la realidad de la muerte, que ayuda a calmar el dolor y la pena, aunque sea un poco. Al ver a tanta gente en la misma situaci¨®n, aquel que ha perdido a un ser querido sabe que no est¨¢ solo en su desgracia.
Todav¨ªa no he ido a la plaza Durbar en Katmand¨², ni a la estupa de Boudhanath, ni a Changu Narayan. Muchos de los sitios tur¨ªsticos no los he visto todav¨ªa, pero he hablado con turistas que no los conoc¨ªan antes del terremoto y les siguen pareciendo preciosos y espectaculares. Nepal es un pa¨ªs que vive del turismo, y el se¨ªsmo obviamente ha afectado en gran medida a este sector, pero es un pa¨ªs tan maravilloso y con tant¨ªsimo que ofrecer que no me cabe la menor duda de que pronto el viajero aventurero con sed de lo nuevo y misterioso volver¨¢. Nepal es demasiado especial para perd¨¦rselo.
Muchos monumentos hist¨®ricos han sido afectados, pero no todos. Y aquellos que s¨ª est¨¢n afectados se est¨¢n reconstruyendo y siguen siendo bellos. Cuando llegu¨¦ de regreso a Bhaktapur a¨²n llov¨ªa todos los d¨ªas. Hab¨ªa barro y escombros por todas partes, y cuando te sal¨ªas de las calles principales ve¨ªas el efecto destructor del temblor. Pero a las dos semanas, los escombros de las calles principales ya no estaban. Y ya est¨¢ empezando a salir el sol. Se acerca el final del monz¨®n y Bhaktapur volver¨¢ a brillar. La ciudad de ladrillo, de los templos en cada esquina, de ancianas en trajes t¨ªpicos newari vendiendo cebollas y tomates, pes¨¢ndolos en pesas de por lo menos cincuenta a?os. Cabritillos corriendo por las calles, pastores de patos, ni?as vestidas con sus uniformes blancos cuchicheando mientras caminan hacia el cole y los adolescentes les toman el pelo. Mujeres cargando con fardos de hierba m¨¢s grandes que ellas mismas. Ancianos fumando en las esquinas y observando el mundo pasar. Te saludan: "?N¨¢maste, N¨¢maste!", y sonr¨ªen, ense?¨¢ndote una gran cantidad de huecos en sus dentaduras.
Y el atardecer, con esos porches en tantas esquinas, con lamparillas de aceite y diez hombres cantando y tocando los instrumentos tradicionales. Y luego la noche, la oscuridad, el silencio y esa luna. Aunque no llueva, se ven rel¨¢mpagos lejanos en las monta?as que iluminan el cielo durante unos segundos, y justo entonces ves volar por encima de tu cabeza una lechuza blanqu¨ªsima, y ya sabes qui¨¦n emite los chillidos que escuchas entre sue?os. Bhaktapur te transporta a otro mundo, a una ciudad medieval donde parece que no pasa el tiempo. Pero de repente pasa por delante una Yamaha R15, con luces de ne¨®n y tres chavales subidos a ella, vestidos a la ¨²ltima y cantando m¨²sica de Kanye West, y no puedes evitar re¨ªrte.
Mucha gente me ha dicho que tengo mucho valor por dejarlo todo y volver a Nepal. Pero sinceramente, no lo veo como si dejara atr¨¢s mi vida, sino como si regresara a otra vida paralela. Estoy volviendo a un segundo hogar, volviendo a mis amigos, a mis ni?os, a mi tipo de vida all¨ª.
Me imagino qued¨¢ndome en Nepal mucho tiempo y, por supuesto, trabajando en la cooperaci¨®n. El trabajo ha aumentado debido al terremoto, pero como ya he dicho, los problemas ya exist¨ªan antes, y uno de los m¨¢s sangrantes, y que ha aumentado tras el terremoto, es el tr¨¢fico de ni?os.
Por eso, a cualquier persona que est¨¦ leyendo estas l¨ªneas y que tenga intenci¨®n de aportar algo al desarrollo de Nepal, le recomiendo que investigue, lea y relea. Es muy importante entender d¨®nde acabar¨¢ su ayuda y el impacto que tendr¨¢. Muchas veces queremos ayudar y al no saber c¨®mo, hacemos m¨¢s da?o que otra cosa.
Tambi¨¦n os animo a que vuestras pr¨®ximas vacaciones las pas¨¦is en Nepal. A pesar del terremoto, hay cientos de parajes bell¨ªsimos, templos, monasterios y rutas de senderismo que os marcar¨¢n de por vida. Y la esencia sigue aqu¨ª, una esencia centenaria que transmite la poblaci¨®n a trav¨¦s de su cultura, su religi¨®n, sus festivales, su comida, y lo m¨¢s importante, a trav¨¦s de conversaciones maravillosas en torno a una taza de t¨¦.
Yo por mi parte seguir¨¦ en Nepal un tiempo, no s¨¦ cu¨¢nto, pero me imagino que bastante. Mi cabeza no para de darle vueltas a nuevos proyectos e ideas futuras. Todav¨ªa no he saciado mi sed de Nepal.
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