Cuando el miedo te persigue
Una familia africana se ha refugiado en Madrid, pero tanto miedo tiene tras lo que han pasado que no quieren ni hablar en p¨²blico. Este es su testimonio recogido por dos trabajadoras de la campa?a 'Hospitalidad'
?Alguna vez has sentido miedo? Miedo real, de ese que angustia y desagrada. Miedo como el que sufren las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares y sus pa¨ªses huyendo de la guerra, de la pobreza o del cambio clim¨¢tico con el ¨²nico objetivo de salvar sus vidas. Miedo como el que habr¨¢n sentido las personas refugiadas que se han subido a barcas hinchables para llegar a Lesbos, y que se ve en sus ojos justo antes de pisar tierra firme. El miedo de padres y madres sosteniendo a sus hijos en brazos mientras intentan cruzar fronteras. Qu¨¦ importante es cruzar fronteras, ya sean f¨ªsicas o mentales.
El pasado martes tuvimos la oportunidad de compartir un momento de di¨¢logo con una familia africana solicitante de asilo en Espa?a. Sab¨ªamos de antemano que ellos ten¨ªan miedo. Nos citamos con ellos en un Centro de Acogida a Refugiados. Nada m¨¢s llegar nos sorprendi¨® la cantidad de ni?os y ni?as que hab¨ªa jugando fuera del edificio. Por sus rasgos parec¨ªan proceder de diferentes nacionalidades. Se divert¨ªan juntos, jugaban, re¨ªan, corr¨ªan. Lo propio de ni?os y ni?as de su edad. Nos saludaron efusivamente, rode¨¢ndonos mientras nos dec¨ªan ¡°hola¡±, felices. Ellos saben que no vivimos ah¨ª, que venimos de ese otro mundo que parece ser el que est¨¢ detr¨¢s de esa frontera que es la valla del edificio.
A pesar de eso, nos sentimos arropados por ellos. Nos daban la bienvenida. Tal vez esa cercan¨ªa, ese poco miedo que mostraban a lo desconocido sea porque est¨¢n m¨¢s que acostumbrados a eso, a lo desconocido. Hace mucho que salieron de su zona de confort, se han visto obligados a irse muy peque?itos y en ese viaje hasta Espa?a habr¨¢n tenido que compartir espacios y momentos con personas que no conoc¨ªan antes. Reconocen lo desconocido como conocido.
Un par de ni?os que est¨¢ jugando empiezan a hablar en un perfecto espa?ol. ¡°?Tu padre est¨¢ muerto?¡± ¡°Si, est¨¢ muerto por la guerra¡±. Y siguen jugando. Hablan de ello con naturalidad, sin esbozar sensaci¨®n de tristeza, como si hubieran aceptado esa realidad, como si lo normal fuera perder a tu padre en la guerra.
Hospitalidad, una campa?a para ayudar a los refugiados
Por desgracia, la acogida sigue siendo m¨¢s urgente que nunca ya que el flujo de migrantes y solicitantes de asilo y refugio no cesa del mismo modo que no lo hacen los conflictos que empujan a todas estas personas a abandonar sus pa¨ªses. Y atendiendo a esta necesidad, las obras sociales de la Compa?¨ªa de Jes¨²s han decidido unirse con una campa?a que pretende facilitar un poco las cosas con una respuesta integral. Se llama Campa?a Hospitalidad y la presentan hoy jueves en Madrid. Hospitalidad quiere ser "una llamada a la acogida, a la promoci¨®n de una cultura de solidaridad y a la inclusi¨®n de las personas migrantes y refugiadas que est¨¢n llegando a nuestras fronteras, sin olvidar a las que no pudieron escapar de los conflictos y a quienes est¨¢n en pa¨ªses en tr¨¢nsito".
Llega la familia. Abdesamad, Hadidiatou y su hijo Narcisse est¨¢n en Espa?a desde hace un mes. Han huido del largo conflicto que vive su pa¨ªs. Son solicitantes de asilo en Espa?a. Los nombres que estoy utilizando son falsos para proteger su intimidad. Tampoco quieren que digamos su pa¨ªs de procedencia.
Nos reunimos con ellos para poder charlar y poder contar su historia para el lanzamiento de la campa?a Hospitalidad. Les pedimos que vinieran a la rueda de prensa que se celebra este jueves en Madrid y fueran ellos mismos portavoces de su testimonio, pero no accedieron. Tienen miedo a que su imagen aparezca en medios de comunicaci¨®n, no quieren que les reconozcan. Antes de comenzar a hablar, preguntamos a Abdesamad si nos deja poner una grabadora de audio, para no tener que estar anotando en un papel los detalles y no nos deja, tampoco v¨ªdeo ni fotos. Dice que prefiere que tomemos notas en un cuaderno. As¨ª lo hacemos.
Comienza hablando ¨¦l, y quiere saber si le vamos a hacer preguntas. Le decimos que no, que s¨®lo queremos hablar con ellos, que nos cuenten su historia, lo que quieran contar desde que salieron de su pa¨ªs hasta que llegaron a Espa?a. Lo primero que nos dice es: ¡°No quiero hablar de nada de mi pa¨ªs, solo que tuvimos un problema y tuvimos que salir. Hablar¨¦ s¨®lo desde que sal¨ª de mi pa¨ªs¡±. Nos indica efusivamente que anotemos eso en el cuaderno. As¨ª lo hacemos. Sab¨ªamos que su historia no debi¨® de ser f¨¢cil, pero ahora nos damos cuenta que realmente debi¨® ser muy dura si no son capaces de hablar de ella. Sentimos que el miedo que pasaron y que les oblig¨® a huir les sigue persiguiendo, lo tienen en su mente d¨ªa a d¨ªa.
La hu¨ªda
Abdesamad y su familia huyeron el 25 de marzo de 2015. Salieron en un vuelo rumbo a Barcelona con un visado de turista de 15 d¨ªas que consiguieron en la embajada espa?ola de su pa¨ªs despu¨¦s de haber intentado tramitarlo en otras diferentes. Llegaron a Barcelona el 27 de marzo. No sab¨ªan nada del pa¨ªs, no conoc¨ªan el idioma, no ten¨ªan alojamiento, no sab¨ªan d¨®nde comprar, c¨®mo moverse... Solo ten¨ªan claro que quer¨ªan solicitar asilo, un derecho internacional que puede disfrutar cualquier persona que cruce la frontera de su pa¨ªs de origen en caso de persecuci¨®n y/o amenazas. Se hospedaron en un hotel cercano al aeropuerto y all¨ª conocieron a personas extranjeras, como ellos, que les recomendaron ir a un pa¨ªs de la Uni¨®n Europea que tampoco quieren mencionar por miedo a que les identifiquen, apelando a la facilidad de conseguir asilo all¨ª.
La familia, en ese momento, estaba desorientada. Acababan de aterrizar huyendo de un peligro y confiaban en lo que la gente les aconsejaba. Decidieron pagan 1.500 euros por un viaje hasta ese destino. El 1 de abril llegan. Abdesamad nos cuenta que las personas que les trasladaron les dejaron en la puerta de una comisaria, no sin antes quitarles sus pasaportes dici¨¦ndoles que no les har¨ªan falta. Han ca¨ªdo en manos de una red de tr¨¢fico de refugiados, aunque ellos en ese momento no son conscientes. Les dan sus pasaportes y entran a la comisar¨ªa.
La mafia
Dentro solicitan asilo. Les hacen un reconocimiento m¨¦dico, al parecer obligatorio. Les dicen que su hijo est¨¢ enfermo, no saben qu¨¦ es pero le pasa algo. Les citan para realizarles una entrevista dentro de dos semanas, les dan un plano de la ciudad y les se?alan el centro de acogida donde tienen que ir por su propio pie, claro. Todos hemos sentido la sensaci¨®n de desorientaci¨®n al llegar a un pa¨ªs que no conoces y nos preguntamos qu¨¦ duro es, despu¨¦s de huir, que te dejen as¨ª, literalmente abandonado a tu suerte de saber interpretar algo desconocido.
La familia se queja del centro donde les alojaron. "Hac¨ªa mucho frio y los ba?os eran comunitarios¡±, dicen. No ten¨ªan ning¨²n tipo de actividad, ni clases de idioma, ni asesor¨ªa jur¨ªdica.
Dos semanas despu¨¦s, efectivamente, les hacen la entrevista de asilo, pero no reciben apoyo de ning¨²n abogado para poder preparar su relato, algo esencial. Tras el estudio de admisi¨®n de su solicitud, les comentan que al haber entrado a Europa por Espa?a se les aplicar¨¢ el Reglamento de Dubl¨ªn. Dubl¨ªn establece que las personas con necesidad de protecci¨®n internacional deben solicitar asilo en el primer pa¨ªs europeo al que llegan. Y si bien Abdesamad y su familia no solicitaron protecci¨®n internacional en Espa?a, Espa?a s¨ª registr¨® sus huellas en el aeropuerto de Barcelona. Fue entonces cuando las autoridades de ese pa¨ªs se pusieron en contacto con las espa?olas, para ver si aceptaban la devoluci¨®n de la familia. Nadie les inform¨® entonces que estaban en su derecho de recurrir la aplicaci¨®n de Dubl¨ªn.
Las personas que les trasladaron les dejaron en la puerta de una comisaria, no sin antes quitarles sus pasaportes
Sin dar cr¨¦dito a esto que les comentan, deciden contratar una abogada privada (a la que pagan 1.000 euros) para que lleve su caso. Quieren quedarse ah¨ª. Mientras tanto, preocupados por la salud de su peque?o que, con casi dos a?os de edad no habla ni camina, pagan m¨¦dicos privados para que lo vean ya que el sistema de salud p¨²blico les cita para noviembre.
En septiembre, Espa?a acepta la devoluci¨®n de la familia y ellos son reubicados en una casa; la casa donde permanecer¨¢n hasta su traslado a Espa?a. Abdesamad confiesa que una vez est¨¢n all¨ª sienten que les han abandonado; no tienen acceso al sistema de salud ni ning¨²n tipo de acompa?amiento. Poco despu¨¦s, la abogada privada les comunica que pueden quedarse; que no les van a aplicar Dubl¨ªn. Conf¨ªan plenamente en lo que les dice la gente, no tiene informaci¨®n de ning¨²n tipo sobre sus derechos, sobre c¨®mo funciona el proceso de asilo, etc. Lo que no sab¨ªan entonces es que el proceso de devoluci¨®n a Espa?a ya estaba en marcha¡
El cinco de noviembre la polic¨ªa entra en la casa y se los llevan al aeropuerto. Sin previo aviso. Abdesamad intenta explicarles que hace tan s¨®lo 15 d¨ªas que operaron a su mujer que estaba embarazada y sufri¨® un aborto y que tiene revisi¨®n m¨¦dica al d¨ªa siguiente. Les ense?a los informes m¨¦dicos en vano. Todav¨ªa indignado, se?ala que la polic¨ªa fue muy agresiva con ellos, que les trataron muy mal y que les revisaron de mala manera todas sus pertenencias.
En Espa?a
Al llegar a Espa?a son recibidos en el aeropuerto por una de las organizaciones no gubernamentales que gestionan el sistema de acogida estatal en Espa?a y les alojan en el recurso habilitado para la ¡°primera acogida¡± de solicitantes de asilo. Un recurso privado y no espec¨ªfico en un pol¨ªgono industrial de Madrid. Tienen cita para presentarse ante la Oficina de Asilo y Refugio (OAR) al d¨ªa siguiente, para que la Unidad de Trabajo Social de la OAR empiece a tramitar su plaza en un centro de acogida, en el que, seg¨²n establece el sistema permanecer¨¢n entre seis y nueve meses. Pero no acuden a la cita ese d¨ªa. Hadidiatou requiere atenci¨®n m¨¦dica; esa revisi¨®n que ten¨ªa prevista hacerse al d¨ªa siguiente de que les devolvieran a Espa?a. Est¨¢ d¨¦bil y muy cansada. No ha tenido tiempo de recuperarse de la intervenci¨®n a la que se someti¨® en ese pa¨ªs europeo.
Afrontan sus primeros d¨ªas en Espa?a muy desorientados y ansiosos. Necesitan descansar y encajar, una vez m¨¢s, lo vivido. Dos d¨ªas despu¨¦s, como puede y ayud¨¢ndose de dibujos y se?as, el trabajador social del centro en el que est¨¢n les cuenta c¨®mo ser¨¢ el proceso que seguir¨¢n en las pr¨®ximas semanas. No hay traductor disponible y la familia s¨®lo habla ¨¢rabe.
Tienen cita con la OAR dos semanas despu¨¦s de su llegada. Esta vez para la entrevista. Esta vez s¨ª cuentan con la asesor¨ªa de un abogado especializado en refugio para prepararla. Pero ¨¦ste no les acompa?a el d¨ªa se?alado. Llega el momento y, de nuevo, les dan un mapa del metro y les explican c¨®mo llegar a la oficina de Asilo. Tienen que hacer varios trasbordos y van con el ni?o en la sillita. Apenas han salido del centro desde que llegaron. Est¨¢n nerviosos y preocupados. Despu¨¦s de una espera de cinco horas les toman declaraci¨®n por separado. Han contado con el apoyo de una traductora/ int¨¦rprete pero les entregan las copias de sus entrevistas en castellano, por lo que no pueden leer la transcripci¨®n de su declaraci¨®n. Siguen inquietos y est¨¢n cansados, pero sienten cierto alivio despu¨¦s de haber pasado la entrevista. No debe ser f¨¢cil revivir tu historia de persecuci¨®n y someterte a preguntas. Tampoco, pensamos, contar tu historia a personas que no conoces.
Abdesamad quiere pedir a la sociedad y al Gobierno espa?ol que les protejan a ¨¦l y a gente como ¨¦l
Dos semanas despu¨¦s de su llegada a Espa?a, les asignan plaza en un Centro de Acogida; una nueva mudanza. Est¨¢n contentos y m¨¢s relajados. All¨ª estar¨¢n entre seis y nueve meses. Tendr¨¢n clases de espa?ol diarias ¡ªaunque el proceso no ser¨¢ f¨¢cil ya que apenas est¨¢n alfabetizados en su propia lengua¡ª, acceso al sistema sanitario y acompa?amiento por parte de un trabajador social y un psic¨®logo. Siguen con muchos interrogantes y les cuesta manejar la incertidumbre tras su estancia en el Centro de Acogida. Poco a poco¡
Al terminar les preguntamos que cu¨¢les son sus preocupaciones de futuro. Dicen que su hijo, al que la semana pasada le diagnosticaron par¨¢lisis cerebral. Quieren que le traten y son conscientes de que necesita que le estimulen. Abdesamad se lamenta: "Todo el tiempo que llevamos viajando lo hemos perdido con su tratamiento¡±.
El futuro
Su proceso de asilo sigue en fase de estudio. La resoluci¨®n de su caso puede demorarse una media de dos a?os. Dice que la gente es Espa?a es hospitalaria, que se siente bien, que est¨¢ tranquilo. Dice que de haber sabido lo que ahora saben ¡ªy despu¨¦s de haber vivido todas las dificultades con las que se han encontrado¡ª (el Reglamento de Dubl¨ªn, la deficiente atenci¨®n que han recibido, los enga?os de los que han sido v¨ªctimas¡) no habr¨ªa viajado a ese pa¨ªs europeo.
Les preguntamos qu¨¦ mensaje lanzar¨ªan a la sociedad espa?ola y nos dice que en su pa¨ªs la situaci¨®n es dura y que quiere pedir a la sociedad y al Gobierno espa?ol que les protejan a ¨¦l y a gente como ¨¦l. Nos cuenta su vida en su pa¨ªs unos a?os antes, antes de su ¡°problema¡± como dice ¨¦l; referenciando el 25 de marzo, fecha en la que salieron de su pa¨ªs natal; parece que la tiene marcada con fuego en su mente y que es cuando dej¨® de tener una vida normal para empezar a tener una vida como refugiado. Viv¨ªan en un pueblo a orillas del Nilo junto a toda su familia, todos en la misma casa. Era comerciante y agricultor de trigo y ocra. Ten¨ªan una vida normal dice, eran felices. Con nostalgia confiesa que, de no haber sido por ¡°su problema¡±, nunca habr¨ªa salido de all¨ª.
Antes de irnos nos damos un abrazo y nos piden disculpas por no dejar grabar. Les decimos que para nosotras es suficiente poder escucharles y escribir su historia, la que hoy os estamos contando. Porque esto es importante: hablar y escuchar. Si no hablamos ni escuchamos, no nos entendemos, no conocemos, no sentimos y por lo tanto no podemos acompa?ar a estas personas como merecen. Si no lo comunicamos, la sociedad espa?ola se ciega a esta realidad y estaremos haciendo un flaco favor en pro de la defensa de los derechos humanos de las personas refugiadas. Tenemos el deber ¨¦tico y moral de contar lo que pasa. De haber sido, hoy, la voz de esta familia. Sin miedo.
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