Cinco objetos que marcan qu¨¦ aspecto tienes cada d¨ªa
Uno puede ser el colmo de lo cl¨¢sico o de lo moderno, que si es var¨®n su aspecto estar¨¢ marcado por estos cinco inventos cotidianos
Estaremos de acuerdo en que hoy en d¨ªa seria impensable llevar aparatosas pelucas como los arist¨®cratas del siglo XVI. O que nuestros h¨¢bitos higi¨¦nicos fueran los mismos que en la edad media. Hasta llegar a la imagen que tenemos del hombre moderno hizo falta que interviniera una serie de prendas de vestir, modas e inventos desde hace poco m¨¢s de un siglo. Y aunque contin¨²an en constante evoluci¨®n, todas juntas han contribuido a crear la imagen de la masculinidad actual. Desde el traje o la corbata hasta los cosm¨¦ticos masculinos, repasamos la historia de cinco grandes hitos que revolucionaron la imagen del hombre moderno.
El traje. El traje masculino tiene su origen en Inglaterra. D¨®nde si no. Su pariente m¨¢s lejano es el traje de campo, un conjunto que la aristocracia brit¨¢nica utilizaba para ir al campo o la playa en lugar del aparatoso frac. Poco a poco el traje se fue haciendo popular entre las clases trabajadoras y en 1906 Keir Hardie fue el primer miembro del parlamento brit¨¢nico que se present¨® en la c¨¢mara con un traje de campo y no con el tradicional froc coat. A partir de aqu¨ª, la sastrer¨ªa brit¨¢nica y sus innovaciones como el planchado al vapor o el tratamiento que daban a la lana, lo convirtieron en un b¨¢sico. ¡°Aunque siempre se lo asocia a la formalidad yo lo asociar¨ªa tambi¨¦n a la sofisticaci¨®n masculina¡±, explica Malala Vega, creadora de la marca de sastrer¨ªa masculina Anglomania.
Con tantos a?os de historia el traje masculino ha ido variando en su forma y sus acabados teniendo, curiosamente, cierto car¨¢cter c¨ªclico: lo que se llev¨® hace a?os se vuelve a llevar ahora.¡°En la d¨¦cada de los cincuenta, sesenta o setenta las hechuras de los trajes eran a simple vista parecidas a hoy en d¨ªa, los pantalones eran estrechos y las americanas eran entalladas, aunque la confecci¨®n s¨ª que era muy diferente a la de la actualidad¡±, se?ala Vega. En los ochenta y noventa la cosa fue diferente, las americanas anchas y las hombreras eran la norma y hoy en d¨ªa s¨®lo evidenciar¨ªan que estamos desfasados. Eso s¨ª, fuese en la ¨¦poca que fuese, el traje siempre ha tenido lo mismo en com¨²n: ser sin¨®nimo de elegancia masculina y, por qu¨¦ no decirlo, tener cierto punto de imposici¨®n social.
La corbata. ¡°La corbata define la personalidad de quien la lleva y los hombres no cuentan con tantos accesorios como la mujer, por eso hay que darle mucha importancia¡±, resalta Malala Vega. Adem¨¢s, su historia es ciertamente curiosa: en el siglo XVII el rey franc¨¦s Luis XIV se prend¨® de un accesorio que llevaban unos soldados croatas. Se trataba de un pa?uelo atado al cuello y del que s¨®lo dejaban caer un extremo sobre su pecho llamado hrvatska. Por orden del rey pas¨® a ser uno de los accesorios de la indumentaria de una parte de la guardia real, la Royal Cravette, y ya con el nombre de cravette se convirti¨® en moda en las clases altas francesas.
Aunque por aquel entonces no ten¨ªa nada que ver con lo que ahora conocemos como corbata, a finales del siglo XIX se comenz¨® a parecer a la actual, sobre todo gracias a universidades como la de Oxford que estilizaron su forma. ¡°La principal diferencia entre corbatas siempre ha sido el ancho de la pala ¨Cexplica Malala Vega-. En las d¨¦cadas de los 50, 60 y principios de los 70 era de entre un 6 y 8 cent¨ªmetros de ancho, mientras que en los 80 y 90 la pala que m¨¢s se usaba era entre 9 y 9 y medio¡±.
En todo caso, el aut¨¦ntico inventor de la corbata moderna y responsable de que hayas aprendido a hacer unos cuantos nudos (o de mirar un tutorial en youtube) fue Jesse Langsdorf, un inventor neoyorquino que en 1924 descubri¨® que con unos pocos cortes era capaz de aprovechar la mayor tela posible para hacer una corbata. Gracias a ¨¦l su uso se hizo masivo llegando hasta nuestros d¨ªas.
Los cosm¨¦ticos masculinos. Aunque parece que nos hemos enterado hace poco, la piel del hombre poco tiene que ver con la de la mujer y necesita tratamientos espec¨ªficos propios. ¡°Las diferencias principales est¨¢n en las hormonas porque la piel masculina segrega m¨¢s grasa, y es un 25 % m¨¢s gruesa y menos fr¨¢gil que la de la mujer¡±, explica Montserrat Quir¨®s, directora del centro de belleza que lleva su nombre.
A pesar de que desde el antiguo Egipto tanto hombres como mujeres utilizaban aceites para hidratar su piel, se habla de 1985 (hace apenas tres d¨¦cadas) como la fecha en la que comenz¨® la comercializaci¨®n de los primeros cosm¨¦ticos masculinos. Es dif¨ªcil saberlo a ciencia cierta, porque cada marca se atribuye haber sido la primera, pero esa fue la ¨¦poca en la que se empezaron a aplicar en las cremas componentes como el ¨¢cido hialur¨®nico, antioxidantes, vitaminas y oligoelementos, lo que condujo a una mayor especializaci¨®n y dio un empuj¨®n a la cosm¨¦tica masculina. Hoy en d¨ªa hasta supera en ventas a los productos para el afeitado. ¡°Es ahora cuando el hombre por fin se ha dado cuenta de lo importante que es cuidar su piel para que ¨¦sta mantenga un aspecto saludable¡±, resalta Quir¨®s.
La maquinilla de afeitar. El afeitado es una t¨¦cnica tan antigua como las civilizaciones mismas, pero fue durante los siglos XVII y XVIII cuando se perfeccion¨® la forma y el filo de la navaja de afeitar y, con la llegada del acero inoxidable en el siglo XIX, comenzaron a ser pr¨¢cticamente igual que las actuales. Probablemente no las utilices en tu casa, pero en cualquier barber¨ªa que se precie son la herramienta principal.
La revoluci¨®n lleg¨® con la aparici¨®n de la maquinilla de afeitar que protege la hoja en 1895 y que cambiar¨ªa el aspecto del hombre para siempre: ahora se podr¨ªa afeitar en cualquier sitio, sin ayuda y sin miedo a hacerse un corte en la cara. El producto se comenz¨® a comercializar y, aunque en 1903 s¨®lo se vendieron 51 maquinillas, durante la I Guerra Mundial la armada americana compr¨® 3,5 millones para sus soldados. El ¨¦xito era rotundo. Con su popularizaci¨®n se desarroll¨® adem¨¢s un mercado complementario totalmente necesario para el hombre: el de los productos para el afeitado. ¡°La piel del hombre al ser m¨¢s gruesa soporta la agresi¨®n del vello y del afeitado pero no deja de sensibilizarla y perjudicar su aspecto por eso es tan importante cuidarla y ayudarla a que esta agresi¨®n¡±, explica Montserrat Quir¨®s. Aunque la experiencia del afeitado ya hab¨ªa cambiado para siempre, posteriores modernizaciones como la maquinilla desechable, la de dos y tres hojas o la el¨¦ctrica perfeccionaron el invento.
El desodorante corporal. Ocultar el olor corporal ha sido una constante tanto para hombres como para mujeres y su historia se remonta, otra vez, al antiguo Egipto donde ya trataban de hacerlo a trav¨¦s de ung¨¹entos y perfumes. A nivel de tecnol¨®gico los desodorantes no avanzaron hasta el siglo XIX, cuando comenzaron a aparecer los primeros antitranspirantes de cloruro de zinc y, pocos a?os despu¨¦s, los de cloruro de aluminio. Aunque en un principio iban dirigidos a la mujer, en pocas d¨¦cadas el hombre se perfil¨® como su principal usuario: ya no habr¨ªa que tener miedo a los temidos cercos de sudor en la camisa.
En 1950 se produjo otro de los mayores avances: la aparici¨®n de los productos en aerosol. Su ¨¦xito fue tal que, en s¨®lo dos d¨¦cadas, ya copaban el 80% de ventas del mercado. Hoy en d¨ªa algunas marcas como Axe han desarrollado el desodorante mucho m¨¢s all¨¢ y lo han convertido en un spray corporal. Al contrario que el desodorante cl¨¢sico puede utilizarse en todo el cuerpo e, incluso, sobre la ropa, ya que no deja manchas de ning¨²n tipo.
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