La raz¨®n fronteriza
Para enfrentarse al yihadismo hace falta la argumentaci¨®n l¨®gica y las verdades cient¨ªficas pero tambi¨¦n un horizonte m¨ªstico
Quiero en estas l¨ªneas arrojar algo de luz sobre el fen¨®meno que nos tiene consternados a todos desde hace un tiempo: ?c¨®mo podemos neutralizar las ra¨ªces del yihadismo que surge en el coraz¨®n de Europa? Voy a intentar responder a esta cuesti¨®n desde los par¨¢metros de esa visi¨®n filos¨®fica que inaugur¨® Eugenio Tr¨ªas: una cosmovisi¨®n que se ha dado en llamar la mentalidad fronteriza.
Otro art¨ªculo del autor
Tr¨ªas diagnostic¨®, a?os antes que Huntington, que el choque de civilizaciones aparecer¨ªa en forma de neurosis. Tomando el modelo de Freud, anticip¨® que si en Occidente no ¨¦ramos capaces de encauzar adecuadamente una pulsi¨®n vital de los orientales, esa fuerza reprimida surgir¨ªa por v¨ªa espuria, es decir, por medio de manifestaciones neur¨®ticas. ?Cu¨¢l es esa pulsi¨®n? La de sostener creencias ultramundanas en una sociedad hiperfisicalista como la nuestra.
Ninguna opini¨®n honesta, desinteresada, puede negar la eficacia de la prosperidad econ¨®mica y tecnol¨®gica en la consecuci¨®n de la felicidad. Cualquier persona con salud de juicio, que sepa abstraerse de presupuestos ideol¨®gicos, viva en Oriente u Occidente, reconoce con claridad que la mejora de las condiciones materiales de la vida es necesaria (acaso imprescindible) para sentir gozo interior y satisfacci¨®n con la vida.
El problema no yace, pues, en que el progreso material amenace el bienestar subjetivo de creyentes tradicionales. Tampoco reside en que, como dec¨ªan Marcuse y Habermas, la ciencia y la t¨¦cnica sean, en Occidente, una ideolog¨ªa. Sino, m¨¢s bien, en lo que indic¨® Eugenio Tr¨ªas. ?ste ve necesario que pensemos las cosas y orientemos nuestras vidas seg¨²n un tipo de racionalidad ponderada o fronteriza. Es decir, con arreglo a un modo de ver y decidir que est¨¦ basado en la argumentaci¨®n l¨®gica y verdades cient¨ªficas pero que se halle orientado a un horizonte m¨ªstico en lugar de limitarse a los aspectos emp¨ªricos de la existencia.
Podr¨ªamos acaso denominar esa facultad como la inteligencia visionaria. Se tratar¨ªa, as¨ª, de introducir ideas trascendentes en nuestros proyectos racionales de vida; de abrirnos las compuertas m¨ªsticas que puedan producir efectos de sentido en nuestra cotidianidad. Pues para Tr¨ªas nos hallamos ¡°en tiempos de ocultaci¨®n: cuando el brillo de esa aurora deja de resplandecer. Son los tiempos que corresponden a la Edad de Hierro en la cual la lanza no es ya s¨ªmbolo de rescate y salvaci¨®n, sino instrumento dia-b¨¢lico de ruina y perdici¨®n¡±.
As¨ª las cosas, se podr¨ªan adoptar, al menos, 4 posibles estrategias para neutralizar las ra¨ªces del yihadismo que brotan en Europa:
Eugenio Tr¨ªas diagnostic¨® que el choque de civilizaciones aparecer¨ªa en forma de 'neurosis'
1. Persuadir a nuestros amigos y conocidos con ra¨ªces, procedencias o afinidades isl¨¢micas sobre la necesidad de actualizar sus creencias religiosas en concordancia con las verdades sociales, cient¨ªficas y filos¨®ficas que hoy hemos descubierto. Las formas m¨¢s modernas y laicas del islam han demostrado que esa actualizaci¨®n no puede tener lugar como consecuencia de una reforma espiritual. El islam pide a gritos, sin darse cuenta, una transvaloraci¨®n de sus valores (Nietzsche). El t¨¦rmino ¡°actualizaci¨®n¡± no significa ¨²nicamente poner al d¨ªa. Significa, en primera acepci¨®n, realizar las potencialidades propias. Es Arist¨®teles quien desarroll¨® extensamente esta noci¨®n. Distingui¨® entre dos modalidades bien diferentes de ser: ser en potencia y ser en acto. La potencia (dynamis) es la fuerza que impulsa a algo hacia un estado de cosas. ?ste es concebido, por ello, como finalidad o realizaci¨®n. Cuando este objetivo se hace presente se le denomina acto (en¨¦rgeia). La actualizaci¨®n es, seg¨²n la teor¨ªa aristot¨¦lica, el estado de plenitud de algo, siempre que entendamos ese perfeccionamiento como el cumplimiento de una propensi¨®n definitoria. Algo se perfecciona cuando culmina su tendencia natural o logra la finalidad para la que surgi¨®. Actualizar algo es convertir en hecho real la fuerza que hay en ¨¦l; ¨¦sta es siempre una causa latente; el acto, su resultado o fruto real. El islam necesitar¨ªa de un cambio en este sentido; un cambio tal como lo defini¨® Arist¨®teles: la transformaci¨®n de su finalidad propia en hecho; la coronaci¨®n de su meta caracter¨ªstica; la realizaci¨®n de su cometido distintivo. Y ?cu¨¢l es esa causa final en el caso del islam? La integraci¨®n social; la unificaci¨®n de la ciudad, de la naci¨®n, del pueblo.
2. Debemos recordar a nuestros amigos musulmanes que, sin embargo, esa cohesi¨®n social (meta y sentido m¨¢s propio del islam) se debe entender en el momento actual (segunda acepci¨®n de ¡°actualizar¡±, en el sentido de poner al d¨ªa) en clave planetaria, como consecuencia de la uni¨®n f¨ªsica de los humanos de todo el mundo provocada por Internet y del descubrimiento (tras cartografiar nuestro genoma) de que hay una ¨²nica raza humana. Adem¨¢s, requiere explicar a las mujeres isl¨¢micas de nuestra sociedad que esa actualizaci¨®n exige su equiparaci¨®n en oportunidades y funciones a los varones, pues tal como ha expuesto el prestigioso economista del Banco Mundial Augusto L¨®pez-Claros, la participaci¨®n de las mujeres musulmanas en la toma de decisiones sociales rebajar¨ªa exponencialmente el integrismo islamista.
S¨®lo cuando el islam sea capaz de cumplir su finalidad para la que surgi¨® como religi¨®n y mensaje espiritual ¨Cque es contribuir a la integraci¨®n social¨C, podr¨¢ decirse que se ha actualizado en ambas acepciones.
3. Pero debemos tambi¨¦n predicar con el ejemplo. Debemos romper en cada dicho, en cada acto y en cada gesto de nuestro d¨ªa a d¨ªa las fronteras mentales y ficticias de naci¨®n, religi¨®n o cultura. Como ha estudiado muy bien Jeremy Rifkin, la nueva identidad que nos va a servir de fortaleza de protecci¨®n y prosperidad no es la comunidad de nuestros hermanos en la religi¨®n, nuestros compatriotas de naci¨®n o nuestra sociedad ling¨¹¨ªstica, sino nuestra especie (el g¨¦nero humano).
4. Otra modalidad de ejemplificaci¨®n que debemos emprender los occidentales no isl¨¢micos es la de forjar modos de vida, privados y asociativos, en los que se constate que una sociedad libre y tecnificada como la occidental puede ser la mejor matriz para desarrollar esa inteligencia m¨ªstica o visionaria. Hace falta, para ello, que los defensores de la libertad cultivemos d¨ªa a d¨ªa esa capacidad de inteligencia imaginal (como dir¨ªa Tr¨ªas) y aprendamos a temperar el pragmatismo utilitarista con creencias razonables en lo arcano.
Arash Arjomandi es disc¨ªpulo de Eugenio Tr¨ªas y profesor de ?tica en la EUSS (UAB).
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