La aventura del avispado funcionario
Resulta sorprendente que un empleado p¨²blico est¨¦ seis a?os cobrando su sueldo sin aparecer por el puesto de trabajo
Desde el siglo XIX, los funcionarios han arrastrado sobre sus espaldas el sambenito de que trabajan poco y mal. Se les ha desacreditado como colectivo y han sido blanco de todo tipo de burlas y difamaciones. Larra contribuy¨® a sembrar la leyenda negra sobre los empleados p¨²blicos con aquel famoso ¡°vuelva usted ma?ana¡± y P¨¦rez Gald¨®s diseccion¨® las vicisitudes del cesante, esa figura jur¨ªdica que utilizaba la Administraci¨®n de turno para relevar sin miramientos al cuerpo funcionarial, ya fuera por motivos pol¨ªticos, de conveniencia del servicio, disciplinarios o por una simple ojeriza personal.
Algunas de estas razones pueden estar detr¨¢s de la rocambolesca peripecia protagonizada por un ingeniero del Ayuntamiento de C¨¢diz que ha estado nada menos que seis a?os cobrando sin acudir al puesto de trabajo. En 2004, este empleado ¡ªya jubilado¡ª fue destinado a la depuradora de San Fernando sin que ni sus compa?eros ni sus jefes tuvieran conocimiento certero de qu¨¦ hac¨ªa. Te¨®ricamente, su tarea deb¨ªa consistir en realizar un seguimiento de las obras y supervisar su funcionamiento.
El cl¨¢sico recurso de fichar e irse a casa no parec¨ªa suficiente. Pronto dej¨® de acudir al despacho. Nadie le ech¨® en falta. Hasta que en 2010, el Ayuntamiento se interes¨® por su situaci¨®n y descubri¨® el pastel. Le abri¨® un expediente por abandono de servicio, falta injustificada y comportamiento ¡°muy grave¡±.
Superado el largo contencioso, una sentencia judicial ha dado la raz¨®n al Gobierno local desestimando el recurso presentado por el avispado trabajador. El ingeniero fantasma, que desde su despacho en la depuradora apenas realiz¨® un informe de un par de folios, ha sido condenado a devolver a las arcas municipales 30.000 euros percibidos indebidamente (la ley solo exige reintegrar el salario de un a?o). Lo m¨¢s sorprendente es que la Administraci¨®n estuvo a punto de condecorarle por sus a?os de servicio.
Seg¨²n personas de su entorno, el funcionario ausente se declara v¨ªctima de mobbing. Pero su comportamiento ¡ªflagrante caso de absentismo injustificado¡ª tiene poco que ver con lo que reglamentariamente se considera acoso laboral dentro de la funci¨®n p¨²blica: mantener desocupado a un trabajador, encomendarle tareas in¨²tiles o de imposible cumplimiento con los medios asignados, hostigarle, difundir rumores falsos sobre su profesionalidad y tener hacia ¨¦l una conducta grosera y discriminatoria de manera permanente.
?La sociedad tiene ahora una percepci¨®n de los funcionarios bien distinta de la de Larra. No solo porque muchos tr¨¢mites burocr¨¢ticos se resuelven c¨®modamente por Internet, sino porque tan empleados p¨²blicos son quienes atienden a los ciudadanos tras una ventanilla (aunque no exhiban un rictus malhumorado y sean diligentes) como los m¨¦dicos, maestros o polic¨ªas, profesiones que atesoran una alta consideraci¨®n social.
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