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Mujeres de otro mundo La agricultura, el cuidado de los animales, la cocina, la recolecci¨®n de agua, el cuidado de la familia y el mantenimiento de los hogares son algunas de de las tareas de las mujeres en Burkina Faso, que soportan casi toda la carga de trabajo Las mujeres rurales en Burkina Faso contribuyen de forma sustancial a las actividades econ¨®micas y de cuidado de la familia. La agricultura, el cuidado de los animales, la cocina, la recolecci¨®n de agua, el cuidado de la familia y el mantenimiento de los hogares son algunas de sus tareas. Su d¨ªa de trabajo es muy largo y la carga de las actividades es mucho m¨¢s pesada que la de los hombres. La jornada de trabajo para ellas comienza muy temprano, cuando todav¨ªa es de noche y no se escucha otro sonido m¨¢s que el de los morteros. Antes del amanecer, alrededor de las cuatro, las mujeres se despiertan y empiezan a moler el mijo. Esta tarea involucra tambi¨¦n a las ni?as. Para los hombres, ell trabajo empieza m¨¢s tarde, cuando salen para ir al campo o para cuidar del ganado. Al terminar de moler el mijo, ya son las seis de la ma?ana. Esta ni?a es la encargada de encender el fuego necesario para cocinar. La cocina puede estar fuera o dentro de la caba?a. Consta de una fogata rudimental y de algunas grandes ollas de aluminio, donde se prepara el T?, una especie de polenta de mijo, que representa el alimento b¨¢sico de las poblaciones rurales de Burkina Faso. Acompa?ado a menudo de una salsa de gombos, un vegetal de consistencia viscosa, se vierte en peque?os contenedores de aluminio, que luego se colocan en cestas y son transportados en la forma tradicional, es decir en la cabeza, al lugar donde se consumir¨¢ la comida con el resto de la familia. En un pa¨ªs entre los m¨¢s pobres del mundo, son las mujeres que se ocupan de la producci¨®n de alimentos para el hogar, contribuyendo de esta forma a la seguridad alimentaria de la familia. Ellas son aquellas que procesan y preparan la comida. Adem¨¢s de las tareas de machacar y moler granos, actividad que suele llevar mucho tiempo, las mujeres procesan y conservan lo poco de fruta y verdura producidas en su huerto casero o recogidas en los alrededores. Alrededor de las siete de la ma?ana, gran parte de la familia se dirige al campo, donde se cultiva principalmente mijo y pocas otras verduras. Namentenga, es una regi¨®n ¨¢rida, as¨ª que la agricultura es limitada a la temporada de lluvias y, sobre todo cuando las escuelas est¨¢n cerradas, son las ni?as que, junto a sus madres, participan en el trabajo de campo, labrando la tierra. Al mediod¨ªa, el almuerzo se sirve a toda la familia, directamente en el campo. La carne no se consume con frecuencia, sino casi exclusivamente en ocasiones especiales, como son las fiestas religiosas. En Burkina Faso, como en otras regiones del ?frica subsahariana, se ha desarrollado un fen¨®meno llamado ¡®feminizaci¨®n de la agricultura¡¯ que se refiere a la creciente presencia de las mujeres en la producci¨®n agr¨ªcola y a la disminuci¨®n de los hombres que trabajan en el sector. Una de las principales causas de este fen¨®meno es el ¨¦xodo de la poblaci¨®n masculina rural hacia las ¨¢reas urbanas o mineras, en busca de mejores oportunidades de generaci¨®n de ingresos. En sus actividades agr¨ªcolas, las mujeres a menudo son acompa?adas por los hijos m¨¢s peque?os que cargan en su espalda durante todo el d¨ªa. Las ni?as est¨¢n ocupadas en la trituraci¨®n del mijo tambi¨¦n en la tarde, para que con ello se pueda preparar la cena. Los momentos de descanso y juego son muy pocos para ellas. Adem¨¢s el acceso a la educaci¨®n sigue siendo un camino m¨¢s complicado para las ni?as, que muy a menudo se quedan exclu¨ªdas. En general se tiende a favorecer al hijo var¨®n, principalmente por razones econ¨®micas. Las ni?as, en los contextos rurales, en la mayor¨ªa de los casos son donadas en el matrimonio y, una vez casadas, dejar¨¢n de ser miembros de la familia de origen. De esta manera la inversi¨®n en educaci¨®n se perder¨ªa. En las zonas rurales de Burkina Faso, las mujeres embarazadas y los lactantes tienen poco acceso a los servicios sanitarios, con graves riesgos para su salud. En en la comunidad de Kouini, donde ha sido realizado este fotoreportaje, antes de la intervenci¨®n del Centro Sviluppo Umano (una peque?a ONG italiana), el dispensario m¨¢s cercano se encontraba a 13 kil¨®metros de distancia. Debido a eso, la mayor¨ªa de las mujeres carec¨ªa de asistencia m¨¦dica. A partir del 2013, a ra¨ªz de la construcci¨®n de un Centro de Salud y Promoci¨®n Social, las mujeres pueden contar con la atenci¨®n de salud, sobre todo en el parto, adem¨¢s de las visitas de rutina. Recordemos que en esta zona las mujeres tienen en promedio 7,5 hijos cada una. La foto retrata un beb¨¦ de apenas un d¨ªa de vida, nacido en el centro de salud de Kouini. Son las mujeres, o las ni?as, quienes se ocupan del abastecimiento de agua. Por lo menos dos veces al d¨ªa se dirigen al pozo a buscarla, para cocinar o para lavar. Estos pozos, de reciente construcci¨®n, representan para este pueblo una fuente segura. Anteriormente el consumo de agua contaminada causaba la proliferaci¨®n de muchas enfermedades relacionadas con la presencia de microorganismos pat¨®genos (fiebre tifoidea, c¨®lera, hepatitis, etc.). Con los forages, pozos de 60-70 metros de profundidad, el suministro ha conocido una gran mejora, ya sea en t¨¦rminos de calidad del agua, como en t¨¦rminos de la proximidad de los pozos a las chozas de la aldea. Agua segura En la imagen se retrata una misa cristiana, a la cual participan muchas mujeres. Desde un punto de vista religioso, en la zona coexisten pac¨ªficamente tres tipos diferentes de religi¨®n: cristiana, musulmana y animista. Sin embargo casi todas permanecen profundamente arraigadas a la cultura animista. De hecho en las zonas rurales, independientemente de la religi¨®n profesada, las hijas son donadas en matrimonio como forma de agradecimiento, en aproximadamente el 80% de los casos. En el 20% restante se contrae matrimonio libremente. En caso de rechazo de un matrimonio ya acordado, la joven sufre una discriminaci¨®n importante dentro de la familia de origen. La pertenencia a una tribu o familia se revela por las cicatrices presentes en la cara de hombres y mujeres. En algunos casos, los signos tienen un valor ornamental ¨²nico, que hace hincapi¨¦ en la belleza femenina. Sin embargo, la tradici¨®n de la escarificaci¨®n, en los ¨²ltimos a?os, ha sufrido una inflexi¨®n negativa. Algunas mujeres muy j¨®venes eligen no recurrir a esa pr¨¢ctica para ellas y para sus hijas. Adem¨¢s, en Burkina Faso sigue siendo com¨²n la pr¨¢ctica de la mutilaci¨®n genital femenina. Aunque est¨¢ prohibida por la ley, se sigue practicando de forma clandestina. Hoy en d¨ªa son principalmente los hombres quienes se resisten al cambio. Actualmente existen medidas represivas, por lo que esta pr¨¢ctica puede ser castigada hasta a cinco a?os de prisi¨®n. Para las mujeres de la aldea, las oportunidades de recreaci¨®n son pocas. Un momento de diversi¨®n es representado por su danza tradicional, cuya participaci¨®n es exclusivamente femenina. Se trata de un momento de celebraci¨®n, alegr¨ªa e intercambio entre las mujeres de Kouini. Llega la noche y el d¨ªa, que empez¨® muy temprano, termina con la puesta del sol. Las mujeres, despu¨¦s de muchas horas de trabajo, se retiran a sus caba?as para empezar nuevamente al d¨ªa siguiente con sus numerosas tareas. Este fotoreportaje ha sido realizado en la aldea de Kouini, en la regi¨®n de Namentenga, en la zona norte de Burkina Faso. Se ha observado la vida cotidiana de las mujeres rurales, de etnia Mossi y Peulh, acompa?¨¢ndolas en diferentes momentos del d¨ªa, desde que se levantan hasta la noche cuando regresan a sus caba?as.