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En realidad, pensar en Robert Mitchum ayuda a mantener una cierta dignidad en cualquier situaci¨®n
Cuando llegan las competiciones art¨ªsticas y tantos actores son premiados por sus personajes, confundiendo realidad y ficci¨®n en sus discursos de agradecimiento, siempre pienso en Robert Mitchum. En realidad, pensar en Robert Mitchum ayuda a mantener una cierta dignidad en cualquier situaci¨®n. Pero pensemos en Robert Mitchum. Nunca gan¨® el Oscar, lo cual en su caso es una distinci¨®n. Cuando le lleg¨® la hora de sentar c¨¢tedra sobre su oficio, se permiti¨® bromas distantes en las que reconoc¨ªa que su m¨¦todo de interpretaci¨®n era id¨¦ntico al del perrito Rin Tin Tin o que sus variantes se limitaban a mirar a la derecha, mirar a la izquierda o mirar al frente. El a?o que viene se cumplen cien a?os de su nacimiento y quiz¨¢ no haya festejos ni homenajes c¨ªvicos porque fumaba, interpretaba malvados y adem¨¢s fue borracho y drogadicto con lo que borrar todo eso del cartel va a costar demasiado en retoques digitales.
En la pol¨¦mica sobre la ausencia de actores negros en las candidaturas, alguien oculta la verdad. Lo que hay es ausencia de actores que escapen del patr¨®n, que se distingan ya en la elecci¨®n de sus pel¨ªculas, sin ponerse al servicio de alguna pel¨ªcula biogr¨¢fica o de supervivencia extrema o uno de esos esfuerzos de mutaci¨®n que tanto gustan. Actores que peleen por el premio de no ganar jam¨¢s el Oscar. Porque no es el color de la piel sino la raza de actor lo que est¨¢ marginado. Es muy divertido que Silvester Stallone est¨¦ nominado a actor secundario, porque quiz¨¢ es la m¨¢s sincera expresi¨®n de los valores ic¨®nicos que crea Hollywood con acierto. No puede hacer mal su papel porque Rocky Balboa es ¨¦l, hasta con la par¨¢lisis facial. Y ahora que han recuperado el personaje, da igual que la trama sea primaria o la ejecuci¨®n carente de toda sutileza, cuando sale Stallone uno est¨¢ viendo algo que trasciende, que se expande, que ya no es ni actor ni personaje, sino icono.
A Stallone, cuando le llega la escena cumbre en Creed, que tiene lugar frente a un doctor que le da malas noticias, no le queda otra que para transmitir intensidad emocional proceder a quitarse el sombrero de ala corta y volv¨¦rselo a poner. Ah¨ª est¨¢, depositada en el sombrero, toda la capacidad expresiva. Si le dan el Oscar, treinta a?os despu¨¦s de que Rocky derrotara a Taxi Driver y Todos los hombres del presidente en la categor¨ªa de mejor pel¨ªcula, por favor, que lo recoja el sombrero. Ser¨ªa la confirmaci¨®n de la tesis de Mitchum y un paso de gigante para la expansi¨®n de la necesaria humildad profesional.
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