Un pacto por la defensa de Espa?a
La modernizaci¨®n militar y de seguridad requiere un gran acuerdo sobre gesti¨®n de personal, financiaci¨®n, participaci¨®n civil y justicia
En las circunstancias pol¨ªticas que estamos viviendo en Espa?a despu¨¦s de las elecciones del 20D, los asuntos de Seguridad y Defensa pasan desapercibidos y no parece que ocupen lugares preferentes en las negociaciones de investidura y Gobierno. Sin embargo, son ¨¢mbitos p¨²blicos de verdadera relevancia que no pueden quedar sin una reflexi¨®n pol¨ªtica profunda y sin que la ciudadan¨ªa conozca qu¨¦ posici¨®n tienen al respecto los principales partidos pol¨ªticos.
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Las pol¨ªticas de Seguridad y Defensa no pueden improvisarse. Es cierto. Pero tambi¨¦n lo es que son precisos, necesarios y urgentes cambios profundos en la forma de afrontar los retos que un pa¨ªs como Espa?a tiene para preservar su Defensa. La seguridad es un elemento sustancial e imprescindible para avanzar en m¨¢s derechos y de mejor calidad y en un marco socio econ¨®mico que garantice las pol¨ªticas p¨²blicas de igualdad, educaci¨®n, sanidad y servicios sociales, que no se olvide de los m¨¢s desfavorecidos.
Estos d¨ªas se habla de transversalidad, de pacto, de di¨¢logo, de sentido de Estado y de bien com¨²n. Son, sin duda, elementos a tener en cuenta para lograr la modernizaci¨®n de la Defensa y la Seguridad. Cuatro son lo ¨¢mbitos que considero deben abordarse en los pr¨®ximos meses y a?os. El primero, que considero el m¨¢s importante, es el marco de la gesti¨®n de las personas que integran las Fuerzas Armadas, en muchas ocasiones abandonadas a su suerte, sin que la sociedad ni los actores pol¨ªticos sean capaces de fijar su mirada en ellos y ellas, de forma que no se buscan soluciones definitivas a problemas que s¨ª est¨¢n identificados y cuya soluci¨®n es posible acometer si hay verdadera voluntad para ello.
La carrera profesional de los militares requiere un gran pacto, nacido de la escucha de todos los que tienen conocimiento y opini¨®n sobre los problemas y sus soluciones. No se puede hablar de pol¨ªtica de Seguridad y Defensa eficaz si no se prioriza a las personas que integran las Fuerzas Armadas y se atiende a sus familias. El fracaso de reformas parciales, cosm¨¦ticas y generadas artificiosamente en despachos alejados de la realidad es un hecho que por notorio no puede repetirse. No hay que tener miedo a abrir las puertas y ventanas del Ministerio de Defensa a nuevas realidades y a sus agentes. El militar debe tener certeza de cu¨¢l va a ser su proyecci¨®n profesional, de c¨®mo y en qu¨¦ ha de priorizar su esfuerzo de servicio y formaci¨®n si desea mejorar su trayectoria laboral.
Parece imprescindible que las paredes del Ministerio de Defensa sean permeables y se instale la voluntad de di¨¢logo
Una pol¨ªtica de personal que no se olvide de los militares temporales, a los que se promete y exige todo, y de los que nadie se ocupa, ha de ser una prioridad m¨¢xima. Las acciones para favorecer la plena igualdad en las Fuerzas Armadas requieren constancia, decisi¨®n y presupuesto. Las personas cuentan y son la principal capacidad de nuestra Seguridad y Defensa.
El segundo ¨¢mbito es el de la financiaci¨®n de la Seguridad y Defensa, que por su propia naturaleza exige acuerdos pol¨ªticos amplios que generen certeza y se correspondan con las verdaderas necesidades de nuestro pa¨ªs, en un entorno europeo y global muy exigente. La transparencia, una mayor y m¨¢s comprensible informaci¨®n de la configuraci¨®n presupuestaria, junto con el incremento del control parlamentario, son los pasos previos ineludibles para resolver una cuesti¨®n de la que se viene hablando desde hace a?os. Esta forma de proceder se ha de extender a la toma de decisiones sobre la participaci¨®n de las Fuerzas Armadas en misiones de car¨¢cter internacional.
En tercer lugar, la mayor participaci¨®n de la sociedad civil en los aspectos m¨¢s sustanciales de las pol¨ªticas de seguridad y defensa es absolutamente imprescindible. Hay que establecer cauces permanentes para ello, que superen viejas e ineficaces concepciones de lo que se ha venido a denominar cultura de Seguridad y Defensa, pensada para retroalimentar iniciativas endog¨¢micas que no conectan con la ciudadan¨ªa.
Por ¨²ltimo, debe afrontarse el ajuste definitivo de la jurisdicci¨®n militar para que se integre en la Justicia sin m¨¢s calificativos y excepciones, con la desaparici¨®n de privilegios y aforamientos que son rechazados por la sociedad espa?ola. Los militares deben tener una justicia plenamente homologada con la que tienen otros servidores p¨²blicos y la ciudadan¨ªa en general.
Para poner en pr¨¢ctica y hacer realidad todo ello parece imprescindible que las paredes del Ministerio de Defensa sean permeables y se instale la voluntad de di¨¢logo y de b¨²squeda de acuerdo en los equipos pol¨ªticos, como elementos de gesti¨®n cotidiana. Se trata, pues, de compartir la seguridad y la defensa. Atr¨¢s deben quedar los tiempos en que se identificaban ambas pol¨ªticas como cotos exclusivos de quienes visten uniforme o de determinadas ¨¦lites econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales. De la capacidad para entender este cambio de paradigma depender¨¢ que las decisiones que hayan de adoptarse sean ampliamente compartidas y obedezcan a la b¨²squeda del bien com¨²n, verdadero baluarte para la tranquilidad de todos.
Mariano Casado es miembro del Observatorio de la Vida Militar, dependiente del Parlamento
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