?Y por qu¨¦ no pol¨ªticos colaborativos?
La pluralidad de opciones con representaci¨®n parlamentaria no es sin¨®nimo de ingobernabilidad
Hasta hace relativamente poco tiempo el ejercicio de la pol¨ªtica ten¨ªa reminiscencias b¨¦licas, de inevitable confrontaci¨®n y de enfoque partidista. El paradigma guerrero de la pol¨ªtica se inspira en Clausewitz, seg¨²n el cual ¡°la guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios¡±, afirmaci¨®n que aproximaba el conflicto armado con la actividad pol¨ªtica, estableciendo entre el uno y la otra un nexo permanente. Y, aunque todav¨ªa persisten teor¨ªas sobre el car¨¢cter esencialmente antagonista de la pol¨ªtica, lo cierto es que, como ha ocurrido en otros ¨¢mbitos, la realidad social obliga a superar esos modelos tradicionales y adoptar otros en consonancia con la expresi¨®n democr¨¢tica de los ciudadanos, que pide a los dirigentes desarrollar sus funciones p¨²blicas con criterios transaccionales y colaborativos.
Los atributos deseados en los nuevos pol¨ªticos, adem¨¢s de algunos de car¨¢cter generacional, son bien diferentes a los que defin¨ªan los anta?o liderazgos fuertes y personalistas, extremadamente ideologizados y apoderados m¨¢s por los aparatos de los partidos que por las instancias representativas. En la pol¨ªtica ha ocurrido en? cierta manera como en la empresa. Los gestores han de ser, especialmente despu¨¦s de la gran recesi¨®n, referentes de valores que se consideraban blandos y que ahora resultan imprescindibles: integridad, capacidad de direcci¨®n de equipos, accesibilidad, aptitud para la comunicaci¨®n, empat¨ªa, transparencia... La empresa ha dejado de ser solo un negocio para convertirse en un proyecto social y econ¨®mico en constante desarrollo y el empresario tiene que ser ahora un primero entre iguales que asuma con fuertes criterios ¨¦ticos la responsabilidad del liderazgo.
Cuando las sociedades democr¨¢ticas votan como lo hacen las occidentales hay que extraer lecciones que interpelan a la clase dirigente. La pluralidad de opciones con representaci¨®n parlamentaria no es sin¨®nimo de ingobernabilidad, sino un desaf¨ªo que los electores lanzan a sus pol¨ªticos para que abandonen la interpretaci¨®n b¨¦lica de la pol¨ªtica y la transformen en un ejercicio de ponderaci¨®n de intereses diversos hasta integrarlos en pol¨ªticas transversales e inclusivas. El recurso, muy com¨²n, de confundir la pluralidad con el desgobierno representa mucho m¨¢s un s¨ªntoma de impotencia que un an¨¢lisis adecuado de la realidad. La descodificaci¨®n de los mensajes que env¨ªan las urnas requiere, por lo tanto, una reconexi¨®n con las aspiraciones sociales que evitan la concesi¨®n de poderes absolutos y los diversifican para sortear los procesos de decisi¨®n excluyentes.
El nuevo paradigma de la pol¨ªtica ¨Cy, en cierto modo, de otros ¨¢mbitos- ha mutado el diccionario que se utilizaba en ella. Aunque persiste el contraste de modelos sociales e ideol¨®gicos, el eje izquierda/derecha ha adquirido unas tonalidades mucho menos antagonistas y las diferencias sociales se manifiestan en expresiones poco convencionales. As¨ª la gente se ha convertido en un concepto sociopol¨ªtico con significaciones distintas a las anteriores puramente coloquiales; los ¡°de arriba¡± y los de ¡°abajo¡±, denominan ahora a las precedentes clases sociales, el empoderamiento ciudadano es en la actualidad la descripci¨®n de las facultades que reclaman los electores individual y colectivamente frente a los poderes p¨²blicos. El laicismo, la globalizaci¨®n en la comunicaci¨®n y la digitalizaci¨®n en la econom¨ªa, son fen¨®menos que remiten tambi¨¦n a una nueva pol¨ªtica a la que se apela pero que no se define, que no acaba de salir del terreno conceptual de la entelequia.
La nueva pol¨ªtica, en lo que tiene de aspiraci¨®n, no puede confundirse con fen¨®menos que en absoluto son hist¨®ricamente nuevos como la emergencia de populismos ¨Cnacionalistas, de izquierda o de derecha-, tampoco con manifestaciones preocupantes de xenofobia o rechazo al extranjero y, menos a¨²n, con expresiones violentas.
La nueva pol¨ªtica se fundamenta en un renovado esquema de valores cuyo com¨²n denominador se contendr¨ªa en la palabra colaboraci¨®n. Por eso, los pol¨ªticos est¨¢n obligados a ser colaborativos entre s¨ª para servir con fidelidad a unas sociedades que han adoptado actitudes colectivas que reclaman su protagonismo mediante la exigencia de pol¨ªticas eficaces, ¨¦ticas, transparentes y que amparen el mayor n¨²mero posible de leg¨ªtimos intereses, m¨¢s all¨¢ de favorecimientos o concesiones de car¨¢cter ideol¨®gico. De ah¨ª que la corrupci¨®n provoque un rechazo radical, que la partidizaci¨®n de las instituciones suscite una crisis de confianza sostenida en sus decisiones, que las imposiciones religiosas repelan a la ciudadan¨ªa y que la ausencia de empat¨ªa con las lacras sociales que ha provocado la crisis y que causan los conflictos internacionales sea duramente combatida por una ciudadan¨ªa que se ha artillado con asociaciones, fundaciones, organizaciones no gubernamentales y movimientos diversos que replican a las grandes infraestructuras del poder convencional.
Espa?a se encuentra en el tr¨¢nsito de la vieja a la nueva pol¨ªtica. Los recientes procesos electorales est¨¢n lanzando un mensaje tan obvio que causa perplejidad que resulte inaudible para la clase dirigente.
Se trata de un mensaje f¨¢cil de interpretar: hay que transformar la concepci¨®n b¨¦lica de la pol¨ªtica ¨Cun paradigma del siglo pasado- por otra plenamente colaborativa que, manteniendo las diferencias de opini¨®n y valoraci¨®n, responda e integre a las necesidades sociales y a sus aspiraciones. Desde esta perspectiva, resulta coherente comprobar c¨®mo en muchos pa¨ªses democr¨¢ticos europeos los Gobiernos de coalici¨®n e integraci¨®n de ideolog¨ªas diferentes son la regla y no la excepci¨®n. De ah¨ª que haya que volver a mirar a Europa, como aconsejaba Ortega, para sanar nuestros males y entender que, pese a las resistencias de los m¨¢s numantinos, se impone la transacci¨®n, el pacto y la colaboraci¨®n. La alternativa es el fracaso.
Jos¨¦ Antonio Llorente es fundador y presidente de Llorente & Cuenca.
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