?Guerra fr¨ªa o paz caliente?
No estamos en 1962, por mucho que Mosc¨² lo pretenda. EE UU, la UE y Rusia son diferentes
?El primer ministro ruso, Dmitri Medv¨¦dev, caus¨® revuelo el mes pasado cuando declar¨® que el mundo estaba comenzando ¡°una nueva guerra fr¨ªa¡±. Se equivoca. Lo que tenemos ante nosotros no es una guerra fr¨ªa sino una paz caliente. Y ahora que nos encaminamos hacia una nueva era de fragmentaci¨®n mundial, es importante que entendamos las diferencias.
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En primer lugar, es dif¨ªcil tener una guerra fr¨ªa con Occidente cuando el propio Occidente est¨¢ fractur¨¢ndose. Las relaciones entre EE UU y Europa est¨¢n en su punto m¨¢s bajo desde hace 70 a?os. Europa est¨¢ atenazada por el miedo a que Gran Breta?a se vaya de la Uni¨®n, Grecia recaiga en la crisis financiera y la zona de libre circulaci¨®n de la UE, conocida como zona Schengen, se desintegre por la tensi¨®n de la crisis de los refugiados. Lo que menos necesita es una guerra fr¨ªa con Rusia. Es m¨¢s, muchos dirigentes europeos se aferran a la esperanza de que la intervenci¨®n rusa en Siria les ayude a cortar la avalancha de refugiados. Los europeos est¨¢n mucho m¨¢s dispuestos que los estadounidenses a olvidarse de las sanciones impuestas a ra¨ªz de los sucesos de Ucrania. Una guerra fr¨ªa necesita unos bandos claros. Y el Occidente que preocupa a Medv¨¦dev quiz¨¢ no est¨¢ para esas cosas.
Tampoco Rusia tiene la red de aliados con la que contaba la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Mosc¨² preferir¨ªa una relaci¨®n estrat¨¦gica m¨¢s estrecha entre Rusia y China, pero Pek¨ªn, no tanto. China gestionar¨¢ cuidadosamente los riesgos relacionados con Europa y Oriente Pr¨®ximo para centrarse en las inversiones estrat¨¦gicas en Asia, ?frica y Latinoam¨¦rica. Y tambi¨¦n tiene sus preocupaciones, como la desaceleraci¨®n de su econom¨ªa. Quiere hacer negocios con el mundo, y necesita un entorno global m¨¢s estable. Por eso es probable que, m¨¢s que buscar alg¨²n tipo de alianza contra Occidente, los chinos vean con irritaci¨®n el empe?o de Rusia en provocar a Occidente innecesariamente.
Rusia no es la que era hace 10 a?os, y mucho menos la que era en el apogeo de la (verdadera) guerra fr¨ªa. Necesita que el precio del petr¨®leo supere los 100 d¨®lares el barril para equilibrar su balanza, algo que no parece cercano, con el consiguiente perjuicio para las arcas del Estado ruso. Y se dir¨¢ lo que se quiera del comunismo, pero al menos era una ideolog¨ªa general que contaba con fervientes seguidores. El culto a la personalidad de Putin, muy eficaz para consolidar su poder en Rusia, no basta para agrupar a las masas del mundo contra los adversarios de Mosc¨².
Muchos dirigentes europeos se aferran a la esperanza de que la intervenci¨®n rusa en Siria les ayude a cortar la avalancha de refugiados
Pero incluso aunque Rusia deseara el conflicto, EE UU no est¨¢ interesado. Le preocupan mucho m¨¢s los problemas de la econom¨ªa mundial, la expansi¨®n del ISIS y el ascenso de China. Y no solo eso. El ¨¦xito de candidatos como Donald Trump y Bernie Sanders ha dejado al descubierto profundas divisiones en el electorado estadounidense .
Que conste que Medv¨¦dev ya proclam¨® que el mundo se encaminaba hacia una nueva guerra fr¨ªa en 2014. Sin embargo, la anexi¨®n de amplias zonas de Ucrania no hizo que el presidente de EE UU fuera corriendo a buscar su malet¨ªn nuclear, y tampoco lo har¨¢ la situaci¨®n en Siria.
Ahora bien, si esto no es una guerra, tampoco es exactamente la paz. Las grandes potencias mundiales tienen unas relaciones aceptables entre s¨ª, al menos a primera vista. Por supuesto, cuando persiguen sus respectivas prioridades, aumentan las tensiones entre ellas, pero nadie quiere que esas tensiones se conviertan en una guerra abierta. La situaci¨®n creada por el derribo de un bombardeo ruso por parte de Turqu¨ªa no se desbord¨®, pese a ser conflictiva. Y no solo Siria, sino la continua expansi¨®n del ISIS, el agravamiento de la crisis de los refugiados y los Estados fallidos en todo Oriente Pr¨®ximo, indican que las grandes potencias no est¨¢n dispuestas a hacer los esfuerzos necesarios para mantener la estabilidad mundial. Cuanto m¨¢s tarden en tomarse en serio los problemas de seguridad, m¨¢s probabilidades hay de que los conflictos regionales sigan multiplic¨¢ndose.
De modo que hay que recibir la declaraci¨®n de Medv¨¦dev con una buena dosis de escepticismo. Alguien cuya visi¨®n del mundo coincida con la del Kremlin tiene motivos para proclamar una nueva era de conflicto mundial. Desde luego, hace que una despiadada intervenci¨®n en Siria parezca m¨¢s aceptable. Pero no estamos en 1962, por mucho que Mosc¨² lo pretenda.
Ian Bremmer es presidente de Eurasia Group y autor de Superpower: Three Choices for America¡¯s Role in the World.? Twitter: @ianbremmer.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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