Dec¨¢logo para la crisis de los refugiados
La situaci¨®n provocada por cientos de miles de personas que buscan asilo no solo es una cat¨¢strofe humana sino que pone en riesgo la identidad de una Europa que debe estar a la altura de sus valores. Es necesario actuar
La crisis de asilo y refugio ha puesto contra las cuerdas a las instituciones y los Gobiernos europeos. Hasta ahora, su incapacidad para actuar ha sido manifiesta: adem¨¢s de carecer de mecanismos adecuados para gestionar humanitariamente el flujo de refugiados, se han dividido respecto a las medidas a tomar y han actuado por su cuenta, en muchas ocasiones contraviniendo los valores ¨¦ticos y los principios en los que se sustenta el proyecto europeo. El cierre unilateral de fronteras y la negativa a cumplir con los compromisos de realojo acordados no solo ha sembrado la divisi¨®n, sino que est¨¢ reforzando las propuestas xen¨®fobas y populistas de los enemigos del proyecto europeo.
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Tan alarmantes como la d¨¦bil reacci¨®n inicial son las propuestas con las que los Estados pretenden ahora solucionar la crisis. Unas, como la repatriaci¨®n forzada de los refugiados, porque son directamente ilegales. Otras, como la admisi¨®n y reubicaci¨®n de cientos de miles de refugiados, porque no son realistas. El principio de acuerdo entre la UE con Turqu¨ªa es m¨¢s bien producto del p¨¢nico pol¨ªtico y electoral que del debate y la reflexi¨®n. Porque no solo es mezquino en su l¨®gica, sino que ignora los problemas de derechos humanos y libertades en ese pa¨ªs, concede un cheque en blanco al presidente Erdogan para reprimir a la oposici¨®n y a los kurdos y no aporta soluciones a la causa final de todo el problema: la guerra de Siria, en la que Turqu¨ªa tiene un papel crucial.
La situaci¨®n es inadmisible. Se ha perdido una enorme cantidad de vidas y siguen en juego la existencia y el bienestar de miles de personas. Esa es la gran urgencia. Pero tambi¨¦n est¨¢ en peligro la identidad europea, si la Uni¨®n no es capaz de gestionar caminos de salida a la crisis a la altura de sus valores. La confluencia entre las razones morales y las de inter¨¦s pol¨ªtico fundamentan esta apelaci¨®n a la acci¨®n, que articulamos en diez propuestas.
El primer principio de actuaci¨®n debe ser el de salvar vidas, el m¨¢ximo n¨²mero posible. Ese principio debe orientar la actuaci¨®n de los responsables de fronteras y de salvamento mar¨ªtimo de la UE en el d¨ªa a d¨ªa y el quehacer de la diplomacia europea, que debe conceder la m¨¢xima prioridad a las negociaciones de paz que se vienen desarrollando en Ginebra.
Segundo. La Comisi¨®n y los Estados deben tomar todas las medidas necesarias y apoyarse solidariamente para establecer mecanismos de registro y acogida efectivos y garantizar las condiciones de vida de los peticionarios de asilo en cuanto se procesen sus solicitudes. Solo as¨ª la Uni¨®n Europea podr¨¢ garantizar el cumplimiento de sus obligaciones internacionales y, a la vez, ser un espacio de libertad y seguridad.
Tenemos la obligaci¨®n de acoger, pero tambi¨¦n la responsabilidad de prevenir e integrar
Tercero. Debe detenerse la suspensi¨®n de los acuerdos Schengen, la proliferaci¨®n de controles, vallas y las restricciones a la libre circulaci¨®n entre los Estados miembros. Las amenazas de sanciones a Grecia o las propuestas de expulsarla de la zona Schengen no son la v¨ªa adecuada. Al contrario, si la Uni¨®n Europea quiere preservar Schengen y detener el auge de los populismos xen¨®fobos, deber¨¢ volcarse en el apoyo a Grecia.
Cuarto. Los Estados miembros deben cumplir los compromisos de reubicaci¨®n adquiridos, que son legalmente vinculantes y est¨¢n amparados bajo las cl¨¢usulas de solidaridad establecidas en el Tratado de la Uni¨®n Europea. Esas reubicaciones son imprescindibles para gestionar el flujo de refugiados de forma equitativa y solidaria entre pa¨ªses, y no existen razones ni excusas para incumplirlos. La desidia de los Gobiernos de la UE y la debilidad de la Comisi¨®n Europea no son sino muestras de insolidaridad.
Quinto. Precisamente por las dificultades que entra?a la integraci¨®n de un colectivo tan amplio y tan diferente de refugiados, es necesario hacer el m¨¢ximo esfuerzo para que la acogida sea un ¨¦xito. De lo contrario, como ya estamos viendo, se generar¨¢ una din¨¢mica xen¨®foba e insolidaria que no solo har¨¢ imposible continuar la acogida, sino que fragmentar¨¢ la Uni¨®n de forma irreparable.
Sexto. Tenemos que distinguir de forma di¨¢fana entre el drama de los refugiados y el terrorismo yihadista. Debemos ser firmes frente a los grupos interesados en utilizar esta cuesti¨®n como coartada para cerrar puertas o estigmatizar a los refugiados. Plantear un falso dilema entre libertad o seguridad es inadmisible: Europa es un espacio de libertad y derechos, donde no hay libertad posible sin seguridad ni seguridad sin libertad.
Debemos recordar que la ¡°marca Espa?a¡± tambi¨¦n se construye desde el compromiso ¨¦tico
S¨¦ptimo. Tanto las pol¨ªticas de vecindad como de desarrollo de la UE deber¨¢n ser sustancialmente reforzadas para lograr estabilizar la periferia europea. El fin de la guerra fr¨ªa hizo pensar en una periferia bien gobernada, pr¨®spera y en paz donde las personas, los bienes e incluso las normas europeas circularan libremente. Sin embargo, ese espejo se ha roto. Desde Ucrania hasta el Mediterr¨¢neo, Europa vive hoy rodeada de un anillo de inestabilidad y conflictos que le obliga a tomarse mucho m¨¢s en serio la necesidad de una defensa colectiva y una pol¨ªtica exterior com¨²n que merezca tal nombre. Sin ella, el proyecto europeo no ser¨¢ viable.
Octavo. El problema de los refugiados nos obliga a extender la mirada m¨¢s all¨¢ de las contiendas internas. La solidaridad debe darse tambi¨¦n entre los pa¨ªses miembros de la UE y con los socios y vecinos, especialmente los pa¨ªses de tr¨¢nsito con los que mantenemos acuerdos de asociaci¨®n y unos lazos pol¨ªticos y econ¨®micos privilegiados. Debemos apoyar e involucrar a nuestros vecinos en la gesti¨®n del problema, pero sin admitir chantajes, presiones o rebajas en cuanto a los derechos que estamos obligados a respetar.
Noveno. El problema de los refugiados tiene un alcance mundial y necesita soluciones globales. Tenemos la obligaci¨®n de acoger, pero tambi¨¦n la responsabilidad de prevenir, integrar y actuar eficazmente en nuestra vecindad. Eso significa formular una pol¨ªtica integral para responder al problema, que contemple medidas hacia dentro (dise?ar formas de acogida, asilo e integraci¨®n eficaces), pero tambi¨¦n hacia fuera (informaci¨®n compartida, cooperaci¨®n, diplomacia, ayuda mutua).
D¨¦cimo. Hasta la fecha, Espa?a ha sido un protagonista muy marginal en esta crisis. Nuestras cifras de asilo y refugio son vergonzosas, y el incumplimiento de los acuerdos de reubicaci¨®n, flagrante. La sociedad civil, los municipios y las comunidades aut¨®nomas han ido por delante del Gobierno, que no ha realizado un esfuerzo equivalente. Debemos recordar que la ¡°marca Espa?a¡± tambi¨¦n se construye desde una posici¨®n de compromiso ¨¦tico con la justicia y la solidaridad en nuestro entorno, por lo que instamos a este y al pr¨®ximo Gobierno a que asuman un papel de liderazgo en esta cuesti¨®n que est¨¦ a la altura de las circunstancias.
Este art¨ªculo lo firman Adela Cortina, catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica, y Jos¨¦ Ignacio Torreblanca, profesor de Ciencia Pol¨ªtica, en nombre del C¨ªrculo C¨ªvico de Opini¨®n.
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