Europa y el ¡®milagro suizo¡¯
Los movimientos tect¨®nicos que amenazan a la UE no pueden ser controlados desde la desuni¨®n y el repliegue ¡°estrat¨¦gico¡± o ¡°identitario¡±
Suiza asiste sobre ascuas al desolador espect¨¢culo de una Europa desorientada ante los inmigrantes. En 1992, cuando se neg¨® a entrar en el Espacio Econ¨®mico Europeo (EEE), el pa¨ªs helv¨¦tico escogi¨® una v¨ªa ¨²nica para asegurarse su puesto en el Viejo Continente: las negociaciones bilaterales. Estar con Europa pero sin estar dentro de ella. La f¨®rmula fue extremadamente provechosa. Crecimiento, paro, calidad de vida... Todos los indicadores parecen demostrar que elegir esta pol¨ªtica, sutil y continuamente renegociada, fue acertado, mal que les pese a todos aquellos que, como nosotros, so?aban con Europa y fueron ligeramente minoritarios la noche del refer¨¦ndum. Ni siquiera los ataques generalizados contra el secreto bancario, hoy definitivamente enterrado, ni el descr¨¦dito que este acarre¨®, dieron al traste con el ¡°peque?o milagro suizo¡±. Una Suiza impermeable, inasible, que supo imponerse en los mercados europeos e internacionales gracias al ¡°talento¡± de sus empresarios, al tiempo que preservaba sus valores.
Este balance es caricaturesco, por supuesto. Pues las fisuras son numerosas y no hacen sino ensancharse. El auge de la Uni¨®n Democr¨¢tica de Centro (UDC), un partido populista que se ha convertido en la primera formaci¨®n del pa¨ªs, ha modificado progresivamente la escena pol¨ªtica. Este partido ha sabido granjearse el apoyo de un pueblo preocupado por perder sus conquistas y ha ganado uno tras otro sus combates para levantar muros que les separen de sus vecinos. Hasta el punto de que hoy, tras la votaci¨®n del 9 de febrero de 2014 exigiendo la instauraci¨®n de cuotas para los trabajadores extranjeros, la ruptura con la UE acecha en el horizonte. Este cuestionamiento del Tratado de Schengen (libre circulaci¨®n de personas), que Suiza suscribi¨®, podr¨ªa conllevar la p¨¦rdida de las ventajas esenciales de su ¨¦xito, es decir: un acceso suficiente a la mano de obra extranjera, a los programas de investigaci¨®n europeos o a los intercambios de estudiantes (Erasmus), consustanciales al ¡°milagro¡±.
El auge de la Uni¨®n Democr¨¢tica de Centro (UDC), un partido populista, ha modificado la escena pol¨ªtica
Por el momento, la oleada de inmigrantes solo ha rozado las fronteras helv¨¦ticas. Pero la semana pasada el Gobierno anunciaba que el n¨²mero de refugiados previsto para 2016 se triplicar¨¢ hasta superar los 120.000. Con la ruta de los Balcanes cerrada, los inmigrantes amenazar¨ªan con subir por Italia en direcci¨®n a la frontera sur de Suiza. A esto hay que a?adir que las negociaciones con la UE para mantener su estatus est¨¢n en punto muerto y que el refer¨¦ndum brit¨¢nico sobre el Brexit del pr¨®ximo 23 de junio hace temer lo peor. Algunos podr¨ªan creer que el r¨¦gimen de excepci¨®n en boga en Gran Breta?a podr¨ªa validar una Europa de geometr¨ªa variable que validar¨ªa a su vez el enfoque helv¨¦tico. Tonter¨ªas. Un exit brit¨¢nico en materia de libre circulaci¨®n de personas desestabilizar¨ªa profundamente a la UE. Bruselas y los Estados miembros tendr¨¢n entonces cosas m¨¢s urgentes que hacer que precipitarse para avalar la excepci¨®n suiza modificando un principio fundador e intangible: la libre circulaci¨®n de personas.
Los antieuropeos de Suiza contemplan con cierta Schadenfreude ¡ªregodeo¡ª c¨®mo la UE lidia con sus cuestiones existenciales. Pero este dulce placer que experimentan algunos no ser¨¢ duradero. En el centro geogr¨¢fico del continente, Suiza no escapar¨ªa a la vor¨¢gine destructiva de una Europa en v¨ªas de desintegraci¨®n. La guerra en Siria, el terrorismo y los flujos migratorios son fen¨®menos directamente relacionados entre s¨ª. Sumados, han desencadenado unos movimientos tect¨®nicos que no pueden ser controlados desde la desuni¨®n y el repliegue ¡°estrat¨¦gico¡± o ¡°identitario¡±. Alemania era hasta ahora la mejor garante de la estabilidad. Pero aunque su econom¨ªa sigue siendo s¨®lida, est¨¢ debilitada pol¨ªticamente. Necesita aliados para enderezar el rumbo. Sin embargo, el eje hist¨®rico y natural, el que permiti¨® hacer frente a las dificultades de un proceso de ampliaci¨®n demasiado r¨¢pido, se ha roto. Francia est¨¢ ausente. Tanto su presidente como sus oponentes aspirantes al trono, enredados en querellas intestinas, han perdido de vista a Europa. Los inmigrantes son antes que nada un arma de campa?a electoral.
Vista desde Suiza, hoy la Uni¨®n Europea no resulta muy atractiva. Pero sigue siendo m¨¢s necesaria que nunca. Y tambi¨¦n para Suiza.
Pierre Ruetschi es redactor jefe de Tribune de Gen¨¨ve.Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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