De nuevo pa¨ªs de emigrantes, pero muy diferente
La migraci¨®n se ha convertido en un recurso solo para los que tienen alg¨²n valor profesional a?adido
Espa?a ha pasado en pocos a?os de ser uno de los principales pa¨ªses receptores de inmigraci¨®n a ser de nuevo un pa¨ªs de emigrantes. Como en los a?os sesenta. Se estima que en aquella d¨¦cada m¨¢s de dos millones de espa?oles tuvieron que salir de Espa?a para buscarse la vida en el extranjero. Ahora son 2.305.030 los espa?oles que viven fuera de Espa?a, lo que supone un 56,6% m¨¢s que en 2009. Muchos de ellos tampoco se han ido por gusto, sino forzados por la crisis. Pero ah¨ª se acaban las coincidencias. Todo lo dem¨¢s es muy distinto.
Para empezar, las cifras de residentes en el extranjero, con ser espectaculares, no son un buen espejo de lo que realmente ocurre. En primer lugar, porque ni tan siquiera reflejan todo lo que ocurre. Esos m¨¢s de dos millones que figuran en el informe del Instituto Nacional de Estad¨ªstica son los espa?oles registrados en las embajadas y consulados. Pero el registro es un tr¨¢mite voluntario que muchos emigrantes no hacen porque apenas aporta ventajas y, en cambio, exige darse de baja en el padr¨®n municipal, y eso s¨ª que supone desventajas. Entre ellas la p¨¦rdida de la tarjeta sanitaria o ciertos derechos asociados a la residencia.
En segundo lugar, m¨¢s de la mitad de esos residentes registrados en el extranjero, en concreto 1.538.034, no han nacido en Espa?a. Muchos son extranjeros inmigrantes que han obtenido la doble nacionalidad en Espa?a y han vuelto a su pa¨ªs. O hijos de exiliados y antiguos emigrantes espa?oles a los que se les ha ofrecido la nacionalidad espa?ola.
Espa?a ha vuelto pues a ser un pa¨ªs de emigrantes y cada a?o aumenta el contingente de los que se van. Pero si en los a?os sesenta quienes emigraban eran en su mayor parte braceros y trabajadores sin cualificar que encontraban f¨¢cil acomodo en las grandes zonas industriales de Francia o Alemania, los que emigran ahora son mayoritariamente j¨®venes con un alto nivel de estudios. Y no es que los poco cualificados no est¨¦n dispuestos a probar suerte en el extranjero; es que aunque prueben, no la van a encontrar pues lo que sobra, en todos los pa¨ªses, es mano de obra no cualificada. La automatizaci¨®n de la producci¨®n industrial y la congelaci¨®n del sector de los servicios ha creado grandes excedentes de trabajadores de baja cualificaci¨®n que son los llamados a engrosar las filas de la exclusi¨®n social. La migraci¨®n se ha convertido en un recurso solo para los que tienen alg¨²n valor profesional a?adido, y a¨²n as¨ª, no siempre encuentran un trabajo acorde con su capacitaci¨®n.
Pero entre los residentes espa?oles en el extranjero los hay tambi¨¦n que se han ido, no porque lo necesiten para sobrevivir, sino para posicionarse mejor en su carrera profesional. A diferencia de lo que ocurr¨ªa en los a?os sesenta y setenta, la globalizaci¨®n ha creado unas ¨¦lites transnacionales cuyo ¨¦xito profesional depende de su disposici¨®n para la movilidad y la itinerancia. En ese esquema trabajan muchos altos ejecutivos, profesionales de las finanzas o investigadores y cient¨ªficos. Pero de ellos no se puede decir que sean propiamente emigrantes.
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