T¨¢pate el corpus: llega la moda monja
Durante de?cadas, la moda femenina se ha utilizado como una herramienta de seduccio?n. Quiza? ya esta? bien. Hay todo un movimiento que reivindica taparse
Las Spice Girls hicieron mucho da?o en el imaginario colectivo. Vale, no se puede decir que Victoria Beckham, con sus bolsos Herm¨¦s multicolor y su pelo oxigenado, fuera el ep¨ªtome del buen gusto. Sin embargo, lo cierto es que la pija m¨¢s hortera de Reino Unido sigue siendo pija, pero no hortera. De hecho, su marca hom¨®nima, creada en 2007, es la m¨¢s rentable de la industria de la moda de lujo: ha crecido nada menos que un 2.900% (es decir, casi 30 veces) en estos ocho a?os y ha ganado dos veces el premio a la mejor firma brit¨¢nica. S¨ª, los looks de las Spice siguen da?¨¢ndonos el cerebro, pero Victoria ha escalado puestos dando carpetazo a la ostentaci¨®n de anta?o: ahora ni dise?a (ni viste) un solo vestido por encima de la rodilla, aborrece la lycra, los estampados chillones y los escotes. ?Sorpre-sa! La se?ora Beckham es la reina de la moda pudorosa.
Principios de junio. Lena Dunham cuelga en Instagram una captura de pantalla de una conversaci¨®n de whatsapp con Leandra Medine, autora del blog The Man Repeller: ¡°Hola, guapa. Aqu¨ª Lena: Jenni quiere saber por qu¨¦ ahora mismo lo m¨¢s es vestir como un jud¨ªo ortodoxo¡±. Respuesta: ¡°Dos palabras cortas, dos chicas bajitas: The Row¡±. Para profanos en estas lides, The Row es una marca creada y gestionada por las Olsen. S¨ª, las gemelas que pasaron de ni?as prodigio de la televisi¨®n a iconos del estilo ¡®vagabundo chic¡¯. Esta firma, es, despu¨¦s de la de la se?ora Beckham, la que m¨¢s ha crecido en los ¨²ltimos cinco a?os. Y lo ha hecho vendiendo sayos, como los medievales pero de seda, cuellos altos y abrigos que arrastran por el suelo. Y, mientras las pasarelas (con sus dos grandes prescriptoras a la cabeza, C¨¦line y Prada) proponen cubrirse con vestidos largos, ca-misas totalmente abrochadas y cuellos de beb¨¦, el p¨²-blico encumbra a dos celebridades que poco tienen que ver con las transparencias rihannescas o las curvas de la Kardashian: Lorde y Taylor Swift. La primera se oculta bajo cerrados vestidos negros para combatir la cosificaci¨®n femenina en la industria musical. La segunda, pese a lucir minifalda y top, explota el aspecto anodino y cl¨¢sico de una bibliotecaria. Hasta Carolina Herrera ha hecho un llamamiento a taparse.
El pudor es el nuevo negro
Ante este panorama, parece que han pasado siglos desde que Miley se puso un tanga de charol para ense?arle al mundo lo que era el twerking. O desde que Nicki Minaj hiciera de su culo el mejor recla-mo de su single Anaconda. Pero, ?y si esta sobreexposici¨®n de carne fuera la que nos ha llevado a encumbrar el pudor, la discreci¨®n y todas las prendas largas y holgadas? El caso es que todos, del sector m¨¢s underground al m¨¢s comercial, est¨¢n rechazando la transparencia y encomend¨¢ndose a lo que se ha bautizado como ¡®la nueva modestia¡¯. Clean, la l¨ªnea m¨¢s experimental de la marca espa?ola Kling, bas¨® su colecci¨®n del pasado oto?o en las prendas que usan a diario las monjas mercedarias. En el otro espectro del mercado se encuentra la dise-?adora Grace Wales Bonner, una de las j¨®venes creadoras brit¨¢nicas m¨¢s laureadas. ¡°Mis amigas y yo vestimos como novicias porque es el estilo del momento. No me gusta ense?ar el cuerpo porque creo que el vestido no tiene que significar sexualidad: sandalias, varias capas, un cintu-r¨®n...¡±, declaraba recientemente esta gur¨² de Hackney. Una vez m¨¢s, el que crea que esta tendencia es cosa de creativos y amigos del llevar la contraria, se equivoca. Si el pudor es el nuevo negro es, precisamente, porque la calle ha decidido que tapaditos estamos m¨¢s guapos. ?Por Qu¨¦, si no, ha ganado La Voz Italia la hermana Cristina? Una monja que ha alcanzado el ¨¦xito con una versi¨®n de Like a Virgin, de Madonna.?
La modestia es hispter
Casualidad o no, su victoria coincidi¨® con la gestaci¨®n de las colecciones modestas del pasado verano. Que se lo digan a Valentino. Nada m¨¢s propio que rescatar este estilo en el a?o en que se celebraba el quinto centenario de Santa Teresa de Jes¨²s. Una parte del p¨²blico responde apoyando el pudor. ¡°Vi que las tiendas de moda se estaban convirtiendo en locales de estilo de vida enfocados a una comunidad concreta: hipsters, tomboys, ecologistas... y entonces pens¨¦ que las mujeres que tenemos un estilo basado en la modestia tambi¨¦n merec¨ªamos nuestro espacio¡±, cuenta Zahra Aljabri, fundadora de Modesty, un sitio online multimarca para clientas que no quieren insinuar cent¨ªmetros de piel. Zahraes musulmana y, obviamente, su religion marca la pauta del c¨®digo indumentario. Pero eso no quiere decir que sus clientes deban compartir creencias. ¡°Hay toda una comunidad muy diversa alrededor de este estilo¡±, explica, ¡°gracias a algunas blogueras, que lo han visibilizado demostrando que se puede vestir de acuerdo a ciertos valores y seguir estando a la moda¡±. Una de las pioneras fue Summer Albarcha, m¨¢s conocida por su apodo digital, Hipster Hijabis. Sus estilismos, que poseen a d¨ªa de hoy 93.000 seguidores en Instagram, mezclan el velo isl¨¢mico con chaquetas de cuero y esas camisas de cuadros tan queridas por los mo- dernos de manual.
La fe no tiene que estar re?ida con la modernidad
Le gusta lo que a todo el mundo, es decir, compra en Zara, pero tambi¨¦n en tiendas como Mimu Maxi, una marca neoyorquina (con sede en el moderno barrio de Crown Heights) basada en el c¨®digo de pudor de los jud¨ªos ortodoxos; ni rodillas ni codos al descubierto. Pero lo realmente fuerte es que, gracias al auge de la est¨¦tica modesta, la moda ha conseguido lo que no han logrado d¨¦cadas de pol¨ªtica: que Albarcha, l¨ªder del estilo joven musulm¨¢n, sea la imagen de las campa?as de una marca jud¨ªa. A su lado, prolifera una tribu de musulmanes, mormones, jud¨ªos o cat¨®licos que reivindican (casi siempre v¨ªa blog) que la fe no tiene que estar re?ida con la modernidad. Incluso tienen libros dedicados a la causa, como Hipster Christianity. When church and cool collide (algo as¨ª como 'Cristianismo hipster: cuando la iglesia se choca con lo guay'). Y, repetimos, no demandan ninguna locura: no solo porque las pasarelas (agn¨®sticas) secundan su opci¨®n recatada; tambi¨¦n, y sobre todo, porque sus proclamas mueven mucho.
El gran must have: la falda por debajo de la rodilla
Mientras en Florida se lleva celebrando una Semana de la Moda Cristiana desde hace casi cinco a?os, la agencia Bloomberg estima que la moda musulmana mueve al a?o 96.000 millones de euros. Cinco veces m¨¢s que, por ejemplo, la ropa de tallas grandes. ¡°Ahora, adem¨¢s, las tendencias apuntan a camisas cerradas y partes de abajo m¨¢s largas, as¨ª que es f¨¢cil encontrar moda modesta¡±, asegura Aljabri. La raz¨®n, m¨¢s all¨¢ de creencias, tal vez resida en el ciclo mismo de una industria que siem- pre se mueve por opuestos y que llevaba varias tempora- das explotando el top ombliguero y el short de encaje. En cualquier caso, y para los m¨¢s incr¨¦dulos, he aqu¨ª los da-tos aportados por el Google fashion trends report: de todas las prendas buscadas en los ¨²ltimos cuatro meses, la falda por debajo de la rodilla se encuentra en el tercer puesto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.